Deme dos

En tiempos de “sequía” de recién nacidos como los actuales –la natalidad disminuyó en la Argentina un 40% en los últimos diez años–, quien se asome por ciertos cochecitos que pasean por Recoleta –barrio de gerontes, si los hay– para admirar a los nuevos argentinitos y felicitar a sus padres, se sorprenderá cuando, en vez de un tierno bebé, descubra que su lugar está ocupado no por uno sino por dos cusquitos.

Por Pablo Sirvén – Ya dan vuelta varios con perros diminutos o con esos feuchos de cara achatada que respiran mal y se agitan.

Ahora la gran novedad es que, sea caminando por sus propios medios o a upa de sus dueños, crece fuerte la moda de tener más de un perro.

Presten atención cuando salgan y comprueben este curioso fenómeno por sí mismos. No es fácil llevar de la correa a sendos canes. Si son pequeños y hasta medianos, puede ser manejable, pero si son perrazos, dominar los tironeos de cada uno requiere no solo de fuerza sino de una gran templanza.

¿Por qué dos? Alegan que es para que jueguen y se hagan mutua compañía, especialmente aquellos a los que les toca quedarse solos encerrados en departamentos mientras sus amos salen a trabajar.

Así viene la cosa: niños, ninguno. Perros, dos.

La República Argentina enfrenta una crisis demográfica sin precedentes: la tasa de natalidad ha experimentado un desplome vertiginoso en la última década, posicionando al país como uno de los más afectados en América Latina. Según datos del Ministerio de Salud y el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), los nacimientos anuales cayeron un 40% desde 2014, pasando de 770.000 a aproximadamente 425.000 en 2024, con proyecciones similares para 2025. Esta reducción representa la caída más abrupta en la región, con una tasa global de fecundidad (TGF) que se ubica en torno a 1,4 hijos por mujer, por debajo del umbral de reposición poblacional de 2,1.

El fenómeno no es aislado, sino parte de una tendencia global observada en naciones desarrolladas como Corea del Sur o Italia, pero en Argentina se acelera por factores locales. Expertos del Observatorio del Desarrollo Humano de la Universidad Austral destacan que la crisis económica juega un rol central: el costo mensual de criar un niño oscila entre $436.000 y $548.000, según el INDEC, en un contexto de inflación persistente y salarios estancados. A esto se suman cambios sociales profundos, como el retraso en la maternidad –el primer hijo ahora llega alrededor de los 29 años, y el 38% de las madres superan los 38–, impulsado por mayores oportunidades educativas y laborales para las mujeres.

El avance del feminismo y movimientos como «Mujeres, no madres» cuestionan la maternidad obligatoria, mientras que el mayor acceso a anticonceptivos gratuitos, la Educación Sexual Integral (ESI) y la legalización de la Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) en 2020 han empoderado decisiones reproductivas, reduciendo embarazos no deseados, especialmente entre adolescentes. Además, fenómenos culturales como la «generación sin sexo» –con una caída en relaciones íntimas entre jóvenes– y la fatiga social post-pandemia contribuyen al declive.

Las consecuencias son multifacéticas y alarmantes. En el ámbito educativo, el informe del gobierno argentino proyecta una reducción del 27% en la matrícula primaria entre 2025 y 2030, con un millón menos de alumnos, lo que obliga a reasignar recursos y reconvertir infraestructuras. El sistema previsional también sufre: con una población envejecida –la informalidad laboral alcanza el 43,2% en 2025–, la sustentabilidad de las jubilaciones se ve amenazada, ya que hay menos contribuyentes jóvenes para sostener a los mayores.

En salud, se observa un aumento en disfunciones sexuales y una «recesión sexual» generalizada, mientras que la estructura familiar se transforma: más de la mitad de los hogares no tienen menores de 18 años, alterando dinámicas sociales y económicas. Provincialmente, el impacto es desigual: Jujuy y Tierra del Fuego registran caídas superiores al 50%, exacerbadas por migraciones y desigualdades regionales.

Proyecciones futuras pintan un escenario de «subpoblación» para 2100, similar al global, con un envejecimiento acelerado que podría reducir la fuerza laboral y aumentar la dependencia de importaciones de mano de obra. Analistas urgen políticas públicas: incentivos fiscales para familias, licencias parentales extendidas, apoyo a la vivienda y programas de inmigración selectiva. Sin intervenciones, Argentina podría enfrentar un declive poblacional que comprometa su desarrollo económico y social.

Este panorama demográfico no solo refleja crisis coyunturales, sino un cambio paradigmático en la sociedad argentina, donde la libertad reproductiva choca con desafíos estructurales. Expertos como los del CIPPEC advierten: «La baja natalidad es una oportunidad para invertir en calidad sobre cantidad, pero requiere acción inmediata». El gobierno, ante este reto, debe equilibrar equidad de género con sostenibilidad demográfica para un futuro viable.