La situación genera preocupación por los riesgos para la salud pública y la falta de controles fronterizos efectivos.
Guadalupe, una vecina oranense que suele viajar con frecuencia al país vecino, relató a este medio lo que presenció durante los últimos días. “Fui a Bolivia y vi a un hombre que traía carne en tupper, justo en esos días de ola calor. Ayer cuando volví, muchos la traían en mochilas. Al principio pensé que era droga, porque las mochilas pesaban mucho, pero la remisera me explicó que era carne”, contó sorprendida.
Según su testimonio, los precios en Bolivia son notablemente más bajos. “El kilo de carne molida de blando está a unos 6.000 pesos, mientras que acá en Argentina ronda los 20.000. El kilo de chorizo, allá, cuesta cerca de 2.000. Entonces mucha gente compra allá y la trae para vender en los barrios”, explicó la vecina.
Guadalupe aseguró que observó a personas cruzando con varias mochilas cargadas de carne, que luego descendieron en zonas como Caballito y Colonia Santa Rosa, lo que refuerza la sospecha de que el producto podría estar siendo revendido en carnicerías o comercios barriales sin control sanitario.
“Ahí es donde debería estar Gendarmería. No solo por los perros que también traen enfermos desde Bolivia, sino por el tema de la carne. Nadie controla de dónde viene ni cómo la conservan. Por eso yo le digo a mi familia que compre en supermercados grandes, como el VEA, que tienen frigoríficos habilitados”, agregó la vecina.
Riesgos sanitarios y ausencia de controles
El ingreso de carne sin refrigeración adecuada y sin certificación sanitaria representa un serio peligro de contagio de enfermedades zoonóticas, como brucelosis o triquinosis. Desde el sector sanitario advierten que la carne que se transporta sin frío ni control puede contaminarse fácilmente durante el trayecto, afectando a quienes la consuman.
En los pasos fronterizos no habilitados entre Orán y Bolivia, el contrabando de alimentos se ha vuelto una práctica habitual debido a la diferencia de precios y la crisis económica. Sin embargo, la falta de presencia permanente de Gendarmería Nacional y de organismos sanitarios agrava la situación.