Los detalles del megaproyecto clave para la principal industria de Chile

Con la primera gran obra de Techint en desalinización, la industria minera apunta a que en 2034 el 66% del agua utilizada provenga del Pacífico; el modelo también podría beneficiar a los proyectos de cobre en la Argentina

Del otro lado de la cordillera, a más de 1500 kilómetros al norte de Santiago, Techint Ingeniería y Construcción lleva adelante uno de sus proyectos más ambiciosos jamás desarrollados, con el objetivo de que la industria minera chilena incremente su provisión de agua industrial del Pacífico, en reemplazo del agua continental.

Chile, productor de un cuarto de la oferta mundial de cobre con 5,7 millones de toneladas, tiene como meta que, para 2034, “el mar domine en las minas” y que el agua del Pacífico represente el 66% del consumo minero, un porcentaje que actualmente es del 43%.

Hace 11 años, más del 90% del agua utilizada en la industria minera se obtenía del deshielo. A medida que Chile expandió su desarrollo minero, creció también la crítica social por el uso de agua potable destinada al consumo humano.

A raíz de ello, y para hacer más sostenible la principal actividad económica del país, varias empresas comenzaron a invertir en la instalación de plantas de desalinización, aunque estas encarecen hasta cinco veces el costo del agua.

Chile cuenta hoy con 24 de estas plantas, de las cuales casi el 80% de la producción de agua industrial se destina a la minería.

La Argentina podría beneficiarse de esta tecnología que Chile importó de Israel, el principal país del mundo en utilizar la desalinización del agua para consumo doméstico. Si se desarrollan en el norte argentino los proyectos mineros de cobre actualmente en exploración, en el futuro también podrían recurrir al agua industrial del Pacífico.

“Los yacimientos de cobre en Chile y en la Argentina están empatados, en muchos casos son binacionales. A medida que los proyectos en la Argentina evolucionen, se espera que utilicen también el agua industrial del mar chileno. Se puede extender un proyecto existente o se puede construir uno paralelo que los alimente, porque si no, la alternativa sería llevar agua del Paraná, que es mucho más cara”, explicó Alejo Calcagno, director de Operaciones del Área Sur de Techint.

Rodeado de un terreno árido y rocoso, donde solo se ven construcciones bajas de madera que resisten mejor la sal del mar, Techint avanza con la construcción de este proyecto desde 2023, que ya recibió visitas no solo de su máxima autoridad, Paolo Rocca, sino también del presidente chileno Gabriel Boric.

La megaobra se ubica en la región de Antofagasta, en la zona de Tocopilla, que en el pasado era reconocida por la instalación de cinco centrales térmicas, de las cuales cuatro ya cerraron, y ahora cobró más popularidad por ser el pueblo donde nació el futbolista Alexis Sánchez.

Techint ganó la licitación para construir la planta desalinizadora y un sistema de impulsión de agua, con 160 kilómetros de tuberías y tres estaciones de bombeo, que permitirá llevar hasta 840 litros de agua por segundo a tres grandes operaciones mineras: Radomiro Tomic, Chuquicamata (la mina de cobre a cielo abierto más grande del mundo) y Ministro Hales. Todas son operadas por la empresa estatal Codelco, responsable de producir el 20% del total de la oferta de Chile.

“Es la primera vez que en la minería se adjudica a una sola empresa todo el proyecto integrado: desde la obra marina, la planta desaladora, las estaciones de bombeo, el acueducto y la instalación eléctrica. Para Techint también es la primera vez que construye una obra de desalación de esta escala”, contó Rodrigo Larralde Campos, director adjunto del proyecto, a LA NACION durante una visita al terreno.

El cliente de la obra es Aguas Horizonte, un consorcio integrado por la empresa japonesa Marubeni y la privada Transelec (de capitales canadienses y chinos), que invirtió US$1000 millones para proveer por 20 años el agua industrial a Codelco. La financiación se obtuvo de 14 bancos, que a su vez exigen ciertos estándares de construcción.

El proyecto comienza con la captación de agua de mar a través de dos tuberías de 1,8 metros de diámetro y 740 metros de largo, que llegan a una profundidad cercana a los 100 metros. La obra incluye también la instalación de un tercer tubo, que cumple la función de descarga, por el cual se devuelve a 540 metros mar adentro la salmuera que se expulsa con difusores para no afectar la vida marina.

Para depositar las tres tuberías sobre el lecho marítimo, trabajan en la zona cinco embarcaciones y 50 buzos encargados de limpiar el terreno, que no es arenoso, sino rocoso, igual que el resto del paisaje de la región de Antofagasta. Para ello, se utilizan explosivos que rompen las rocas.

En el extremo de la captación de agua, también se instaló una estructura de hormigón de ocho metros de diámetro por siete de alto que está anclada en el fondo del mar, con un conjunto de rejas que realizan la primera filtración del agua, para dejar afuera los peces y las plantas marinas.

A cargo de las obras marinas está Martina Smocovich, ingeniera química argentina de 32 años, que previamente había trabajado en algunos proyectos de Fortín de Piedra, el yacimiento gasífero que el Grupo Techint posee en Vaca Muerta, y que supervisa el trabajo del subcontratista chileno Belfi.

Las obras marítimas se conectan con la planta desaladora a través de un túnel construido debajo de la ruta nacional 1, por donde pasan los tres tubos (los dos emisarios de ingreso y el emisario de descarga de la sal). “La planta consiste en cuatro trenes de ósmosis inversa, con capacidad de procesar 210 litros por segundo cada uno para totalizar 840. En el futuro tiene el potencial de expandirse a 1956 litros por segundo, de ser necesario”, detalló Larralde Campos. Junto a la planta desalinizadora está instalada la primera de las tres estaciones de bombeo de toda la obra.

 

Uno de los mayores desafíos del proyecto fue la instalación del primer tramo del acueducto, de 48 pulgadas de acero, que asciende al farellón de 1000 metros de altura en apenas 3000 metros de extensión, con una pendiente angosta y rocosa que en algunos casos llega a 39 grados.

 

Dada la complejidad, la empresa minera Codelco prefirió que se instalara un cablecarril, por donde ascienden el personal y la carga pesada (con capacidad de hasta 14.000 kg). “La zanja y la soldadura se hicieron de manera mucho más manual de lo habitual y con menos máquinas debido a la pendiente”, explicó Germán Ospina, supervisor general de ductos de Techint.

 

Una vez completado el tramo hasta la cima del farellón, el acueducto recorre otros 160 km hasta las tres minas, sin mayores complicaciones, salvo un cruce de 900 metros de largo del río Loa.

 

Antes de iniciar la obra principal, Techint instaló la línea de alta tensión de 110 kV de 13 km, que corre de manera paralela al acueducto desde el mar hasta la cima de la montaña, y las subestaciones de 220 kV y 110 kV. El proyecto consume en total 45 MW y se alimenta de la energía fotovoltaica que genera la planta solar Tamaya, que reemplazó a las centrales térmicas.