Durante una rueda de prensa brindada el 25 de julio, luego de mantener conversaciones con el General Alexus G. Grynkewich —comandante supremo aliado de la OTAN en Europa y jefe del Comando Europeo de EE.UU.— el jefe de gobierno polaco afirmó que existe un consenso creciente entre los analistas militares occidentales respecto al calendario de rearme ruso.
“Él [Grynkewich] confirmó las predicciones de los expertos estadounidenses: Rusia estará lista para una confrontación con Europa —y por ende con nosotros— tan pronto como en 2027”, declaró Tusk, visiblemente enfático pero también moderado. “No hay razones para alarmarse mutuamente, pero sí para estar muy atentos y preparados”, añadió.
Las declaraciones del mandatario polaco coinciden con valoraciones previas realizadas por agencias de inteligencia de Ucrania y de países aliados de la OTAN. En mayo, Oleh Ivashchenko, jefe de inteligencia exterior ucraniana, había estimado que Moscú podría reconstituir completamente su capacidad combativa entre dos y cuatro años después del final de la guerra en Ucrania.
Esta proyección cobra un peso especial dado el contexto de creciente fricción entre Rusia y la Alianza Atlántica desde el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022. Con fronteras compartidas con Bielorrusia y el enclave militarizado ruso de Kaliningrado, Polonia sería uno de los primeros objetivos ante cualquier agresión sobre el flanco oriental de la OTAN.
Polonia ha sido uno de los principales actores regionales en el respaldo militar a Ucrania, suministrando armamento pesado, tanques y municiones, al tiempo que fortalece sus propias defensas. En marzo de este año, Dariusz Lukowski, jefe de la Oficina de Seguridad Nacional de Polonia, afirmó que las fuerzas armadas polacas están capacitadas para resistir una ofensiva por hasta dos semanas antes de la llegada de refuerzos aliados.
La advertencia de Tusk también se alinea con la posición sostenida por el presidente ucraniano Volodímir Zelenski, quien ha reiterado en múltiples ocasiones que la pasividad ante la agresión rusa en Ucrania podría terminar arrastrando a la OTAN a un conflicto directo. “Si Rusia no se detiene aquí, seguirá avanzando”, ha insistido el mandatario.
El telón de fondo de esta nueva alarma es el sostenido proceso de rearme de las fuerzas rusas, que, a pesar de las pérdidas en el frente ucraniano, mantienen una industria bélica activa, desarrollo de nuevos vectores estratégicos y ejercicios militares de gran escala en su frontera occidental.