Expertos advierten que es parte de una burbuja inmobiliaria, pues el acceso a la vivienda sigue siendo difícil
Los resultados del Censo 2024 muestran un cambio estructural en el panorama habitacional de Tarija: en apenas 23 años el número de viviendas particulares pasó de 97.601 en 2001 a 198.895 en 2024, prácticamente el doble. El crecimiento se concentró en el área urbana, que hoy representa casi dos tercios del total de viviendas (65,9%), confirmando la tendencia a la urbanización que caracteriza al departamento, sin embargo, el efecto del gas se siente en todo ello: durante la primera parte del siglo se construyó, pero en los últimos diez años la migración ha sido la tónica general.
Urbanización acelerada
En 2001, las viviendas urbanas representaban el 62,7% del total; en 2012 ya eran el 63%, y en 2024 subieron a casi 66%. En paralelo, el área rural redujo su peso relativo: de 37,3% en 2001 a 34,1% en 2024. Esto refleja una migración sostenida del campo a la ciudad y un mayor dinamismo constructivo en la capital y municipios intermedios, aunque algunos expertos advierten de que se está contabilizando como vivienda rural la construida en zonas de expansión de las ciudades, que a menudo invaden terrenos.
Viviendas desocupadas en aumento
Un dato llamativo es el incremento de viviendas desocupadas. Mientras que en 2001 eran 4.814 (apenas el 5% del total), en 2012 subieron a 7.411 (7,4%) y en 2024 ya alcanzan 17.289, casi el 9% de todas las viviendas del departamento.
Las causas son diversas: crecimiento del mercado inmobiliario, casas destinadas a alquiler o venta, construcciones inconclusas o simplemente abandono por migración. Analistas como Juan Carlos Pereira advierte que se trata de un indicador de la “burbuja inmobiliaria” que en general vive el país, pues los precios de la vivienda siguen siendo elevados a pesar de haber una alta disponibilidad de viviendas vacías.
El fenómeno tiene matices urbano-rurales:
En 2001, el 64% de las viviendas desocupadas estaban en el área rural, lo que reflejaba el abandono de comunidades.
En 2024, el peso se equilibró: 50,7% de las viviendas desocupadas están en el área urbana y 49,3% en la rural, lo que evidencia que también en las ciudades comienza a crecer el stock sin uso efectivo sin que eso repercuta en los precios.
Ocupación y hogares
De las 181.606 viviendas ocupadas en 2024 en Tarija, la gran mayoría (160.254) tienen personas presentes de manera permanente. Pero el número de casas con moradores temporalmente ausentes también subió: 21.352 en 2024, el doble que en 2012. Esto puede estar vinculado a fenómenos de migración interna y externa, donde los inmuebles permanecen cerrados mientras sus dueños trabajan en otras regiones o países. Una consecuencia directa de la crisis económica en el departamento, que desde 2016 ha registrado recesión por la caída de las regalías.
“El crecimiento de viviendas refleja la expansión de la infraestructura habitacional, pero la mayor desocupación alerta sobre desequilibrios: hay más casas, pero no siempre más hogares viviendo en ellas. En áreas rurales, esto se vincula al vaciamiento demográfico, mientras que en las ciudades puede apuntar a un mercado inmobiliario poco accesible para sectores populares” señala Pereira.
Un reto para las políticas públicas
Los expertos advierten de que el desafío de fondo es doble:
Por un lado, asegurar acceso a vivienda digna para todos los sectores, evitando que el crecimiento se concentre en urbanizaciones cerradas o edificios vacíos.
Por otro lado, revertir el abandono rural, dotando a las comunidades de servicios y oportunidades para frenar la migración.
En síntesis, Tarija se ha construido más viviendas que nunca, pero también convive con un número creciente de casas vacías. El dato desnuda una paradoja: la infraestructura crece, pero la ocupación plena y el arraigo no avanzan al mismo ritmo.
El 70% tiene vivienda en propiedad
Otro dato que emana de los datos del censo es el de la tenencia. El 70% de la población tiene una vivienda en propiedad, aunque la diferencia es grande entre el área rural, donde el 86,5% es propietaria, y la zona urbana, donde solo el 62,1% lo es.
Además, el 16,7% vive en alquiler, un promedio que sale del 22% en el área urbana y solo el 3,6% en el área rural. Además aún resiste la figura del anticrético: Un 3,8% de la población urbana ha conseguido un acuerdo de este tipo.
 
								 
															