Lula da Silva dijo que la alianza de Brasil con China no tiene marcha atrás

El presidente brasileño, que llegó a Pekín el sábado para una visita de Estado de cinco días, está buscando mejorar las relaciones con el gigante asiático desde que regresó al poder a principios de 2023. Dijo que los dos países tienen "el compromiso de resolver el problema de la pobreza".

Hay dos maneras de pensar un país: una de ellas, es proyectarlo como potencia regional; la otra es basar el plan en la actividad extractiva, que irá a engordar las arcas foráneas; y en un sector agroexportador que deberá arreglarse para financiar su revolución tecnológica. El presidente de Brasil Lula da Silva acaba de demostrar en su viaje a China, iniciado ayer, que adhiere sin vacilar a la primera corriente.

Con líderes del Congreso, ministros y una pléyade de empresarios en su comitiva, Lula celebró el interés demostrado por el establishment brasileño, que lo acompaña en la gira. “Este foro empresarial es la demostración de nuestra capacidad y la de China de construir una relación que se plasmó el año pasado cuando firmamos el tratado de Comunidad del Futuro”. En su visión, “somos socios estratégicos que pueden enfrentar a los grandes temas globales, nublados por el resurgimiento de tendencias proteccionistas”.

Bajo un notorio aplauso de la platea, el líder brasileño detalló los tratados firmados en este viaje. Abarcan: desde la investigación y desarrollo en Inteligencia Artificial para aplicaciones en agricultura, salud y seguridad pública; el desarrollo de satélites de baja órbita, para llevar internet a los más lejanos puntos del territorio; los 8 acuerdos que se firmaron en el área de salud que incluye a empresas farmacéuticas de ambos lados, e incluso prevé la producción de equipos médicos de avanzada. Pero las mayores inversiones deberán ocurrir en el sector de infraestructura, tanto para garantizar la transición energética, como para mudar el mapa de la logística del país: se trata, en este caso, del corredor ferroviario Este-Oeste que vinculará Brasil con Perú.

Lula también se dirigió a los empresarios chinos a quiénes señaló que “la relación entre Brasil y China no es algo común; se trata de la alianza entre países que tienen el compromiso de resolver el problema de la pobreza”. Especificó en ese sentido que “China retiró, en 40 años, 800 millones de personas sumidas en la pobreza extrema”. En el caso de Brasil describió que, gracias a sus dos primeros gobiernos (entre 2003 y 2010), 54 millones de ciudadanos dejaron de pasar hambre. Precisó entonces: “Esto es lo que permite que una economía se desarrolle; ocurre cuando las personas comienzas a ser parte del desarrollo económico del país”.

El presidente brasileño admitió que “mucha gente nos reclama porque Brasil exporta solo productos agrícolas y minerales de hierro. O sea, sólo commodities”. Su respuesta fue una reflexión: “Para aquellos que piensan así quiero decirles que hay requisitos para productos más sofisticados: tenemos que recordar que durante varios años Brasil dejó de invertir en educación. Sin esa condición, no vamos a conseguir ser competitivos en el mundo tecnológico, en el digital. Lo ideal es que nuestras exportaciones no sean de soja, sino exportar conocimiento. Para eso, claro, no hay milagros. Pregunten a los colegas chinos cuántos ingenieros se formaron en los últimos años”.

Em el contexto de estos convenios con China, Lula quiere abrir las universidades del gigante asiático para la formación matemática y en física de sus estudiantes, “porque ellos serán capaces de ayudar al desarrollo brasileño”. Volvió a cuestionar la política de guerra arancelaria de Donald Trump, al decir que “el presidente norteamericano intentó imponer un giro imposible al planeta Tierra, del día a la noche”.

Según su relato de la historia, fue el multilateralismo lo que permitió “la armonía entre los Estados después de la Segunda Guerra Mundial. Y fue el proteccionismo en el comercio lo que llevó a la guerra, como ya ocurrió tantas veces en la historia de la humanidad”. Concluyó, entonces, que ambos socios “quieren el multilateralismo y practicar el libre comercio: se exporta a quién uno quiere, sin ninguna necesidad de tratar de imponer medidas”. Su último mensaje fue: “Esta alianza con China no tiene retorno: de aquí en adelante va a crecer”.