La historia del fútbol argentino siempre ha tenido protagonistas que se forjaron en el interior del país, y los ejemplos más recientes llegan desde Italia, donde dos jujeños se consagraron campeones en distintas categorías del ascenso. Se trata de Ricardo Villar y Mauro Buono, quienes brillaron en una temporada inolvidable para sus equipos y dieron el salto de calidad que todo futbolista sueña: salir campeón y ascender.
Ricardo Villar, atacante formado en el norte argentino, fue figura indiscutida en el Millesimo Calcio, club que milita en la Promozione, el sexto nivel del campeonato italiano. Con una temporada sobresaliente, Villar no solo fue pilar del equipo en la campaña que culminó con el título, sino que también aportó nada menos que 23 goles, siendo uno de los máximos artilleros del torneo. Este logro le permitió al Millesimo ascender a la Eccellenza, una categoría más competitiva donde el nivel futbolístico se intensifica, y representa un paso clave en la pirámide del fútbol italiano.
Por su parte, Mauro Buono, oriundo de Monterrico, tuvo su propio capítulo dorado con el Sporting Polistena, club con el que logró la corona de la Prima Categoria, séptima división del fútbol italiano. Con un total de 17 goles convertidos, Buono se convirtió en un referente ofensivo y fue determinante en el sprint final de la temporada. Gracias a este campeonato, su equipo jugará la próxima temporada en la Promozione, donde ya se vislumbra un posible cruce con el conjunto de Villar si el calendario lo permite.
Lo que une a Villar y Buono no es solo la tierra que los vio nacer, sino también la perseverancia y el amor por el fútbol. Desde Jujuy al sur de Italia, su presente es el resultado de años de esfuerzo, adaptación y pasión. No es común ver futbolistas del norte argentino destacar en las categorías del ascenso europeo, pero ambos jujeños se encargaron de romper esa estadística con goles y títulos.
La consagración de Ricardo Villar y Mauro Buono en Italia es una noticia que llena de orgullo al fútbol jujeño, y que demuestra una vez más que el talento no entiende de geografías: puede nacer en cualquier rincón del país y florecer en los escenarios más inesperados.