La teoría de un fraude electoral en Ecuador en la segunda vuelta del 13 de abril –impulsada por el ex presidente Rafael Correa tras la derrota de la candidata correísta Luisa González– ha perdido respaldo incluso dentro del propio movimiento Revolución Ciudadana (RC). Diversas autoridades locales de la RC se han desmarcado públicamente de esas acusaciones y, por el contrario, reconocen los resultados oficiales que dieron la victoria al presidente Daniel Noboa, haciendo llamados a trabajar con el nuevo gobierno.
El primero en aceptar el triunfo fue Aquiles Álvarez, alcalde de Guayaquil. Apenas conocidos los resultados, Álvarez manifestó en su cuenta de X (Twitter) que “si el pueblo eligió, hay que respetarlo. Más allá de que nos guste o no, el pueblo eligió democráticamente y hay que ser honestos en reconocerlo. Lo peor es ser un mal perdedor”. También la prefecta de Guayas, Marcela Aguiñaga, se pronunció en el mismo sentido. “Sé que no es el desenlace que esperábamos; sin embargo, los resultados avalados por el CNE favorecen a Daniel Noboa y, mientras eso sea así y como demócrata, me corresponde reconocer esa realidad”, escribió Aguiñaga en sus redes sociales, admitiendo abiertamente la victoria de su contendor.
Otros dirigentes provinciales de RC replicaron esta postura el 14 de abril. El alcalde de Quito, Pabel Muñoz, afirmó que “un comportamiento plenamente democrático exige, en este momento, dos cosas: reconocer los resultados anunciados ayer por el CNE; y que esas mismas autoridades electorales procesen todas las inconsistencias que se presenten”.
En tanto, la prefecta de Pichincha, Paola Pabón, aunque más ambigua, agradeció al binomio de Luisa González-Diego Borja por su esfuerzo de campaña y señaló que trabajará con el nuevo gobierno por los recursos que requiere su provincia. De hecho, Pabón llegó a referirse a Noboa como “presidente reelecto” en sus mensajes, ratificando de facto su legitimidad . Esta aceptación explícita por parte de autoridades de la Revolución Ciudadana –incluyendo también otras figuras como el alcalde de Esmeraldas, Vicko Villacís, o el prefecto de Azuay, Juan Cristóbal Lloret– contrasta con la negativa de González a reconocer su derrota y con las denuncias de fraude promovidas por la cúpula correísta.
La reacción de Correa y sus aliados en el exilio ha sido muy distinta. Desde Bélgica, el ex presidente Correa desconoció los resultados preliminares y habló de un “mega fraude” y un “robo de votos”, sin presentar pruebas. Asimismo, figuras correístas fuera del país, como la ex asambleísta Gabriela Rivadeneira, han intentado posicionar ante la comunidad internacional la narrativa de que la elección fue fraudulenta.