En coincidencia con el Domingo de Ramos y la celebración de los 134 años de la Coronación de la imagen de la Virgen del Valle, el domingo 13 de abril se llevó a cabo la tradicional Peregrinación del Pueblo de Dios, acto penitencial con el cual se dio inicio oficialmente a la Semana Santa en la diócesis de Catamarca.
Con el lema ‘Caminemos juntos en la esperanza’, inspirado en el Año Jubilar que vive la Iglesia en todo el mundo, la peregrinación partió de la Plaza de Choya, donde cientos de fieles de distintas comunidades parroquiales del decanato capital, y también con la participación de los cadetes de la Policía de la Provincia, se dirigieron hacia el santuario de la Virgen del Valle.
Durante el recorrido se rezaron las estaciones del viacrucis contemplando el misterio de la Pasión y Muerte de Jesucristo, intercaladas con cantos penitenciales y reflexiones. Mientras avanzaban por avenida Virgen del Valle, el obispo diocesano, monseñor Luis Urbanc, junto con sacerdotes, atendían a los fieles que se acercaban a recibir el sacramento de la Reconciliación.
A su arribo, en la explanada de la Gruta, el pastor de la Iglesia catamarqueña bendijo los ramos de olivo y se dirigió en procesión hasta el altar donde presidió la misa, que fue concelebrada por varios sacerdotes.
En su homilía, monseñor Urbanc recordó la fecha histórica de la coronación pontificia de la imagen de la patrona de la diócesis, que coincidió con este día, pero aclaró que se celebrará el 4 de mayo, en el marco de las fiestas marianas.
Luego invitó a que, «después de haber hecho esta peregrinación en el marco del Año Jubilar, ustedes se metan de lleno a vivir los siete días de la Semana Santa. No se distraigan, para que, de verdad, el Señor les conceda la gracia de reavivar la esperanza en cada uno de ustedes, en sus familias, en sus comunidades, en sus trabajos, que sean hombres y mujeres de una viva esperanza».
En este sentido, dijo que «la esperanza cristiana consiste en que queremos llegar a la vida eterna, llegar a estar con nuestro Padre por toda la eternidad en compañía de Jesucristo y siempre iluminados por el Espíritu, para que no se agote en nosotros ese deseo de profundizar cada vez más en Dios».