Una corte de Noruega rechazó la segunda solicitud de libertad condicional del asesino en masa Anders Behring Breivik, que mató a 77 personas en un atentado con bomba y tiroteo en 2011.
El tribunal de distrito de Ringerike, Asker y Bærum celebró el mes pasado una vista para la libertad condicional del neonazi de 45 años, que cumple una condena de 21 años. En un veredicto escrito fechado el miércoles, dijo que se denegaba la petición de Breivik y que consideraba evidente que era necesario mantener la detención en interés de la seguridad pública.
Dijo que era positivo que Breivik se hubiera embarcado en programas que podrían tener un efecto rehabilitador, pero que aún no había progresado lo suficiente como para tener un impacto significativo en las evaluaciones del riesgo de que reincidiera.
Breivik fue condenado en 2012 por asesinato en masa y terrorismo por un atentado en el que murieron ocho personas en un edificio gubernamental de Oslo, y por un tiroteo en la isla de Utøya, donde mató a tiros a 69 personas en un campamento de vacaciones para jóvenes activistas del Partido Laborista, de centro-izquierda.
La solicitud de libertad condicional de Breivik fue escuchada en una sala improvisada en el gimnasio de la prisión de Ringerike, a las afueras de Oslo, donde se celebró una audiencia similar en enero de 2022. A su llegada al tribunal el mes pasado, Breivik, vestido con un traje negro, llevaba la letra Z afeitada en un lado de la cabeza -un símbolo visto en los tanques rusos y otros vehículos militares en Ucrania y abrazado por los partidarios de la guerra- y sostenía un cartel con un mensaje político.
La fiscal Hulda Olsen Karlsdottir dijo que Breivik no ha cambiado su pensamiento ideológico ni su posición política. Las autoridades noruegas han insistido en que Breivik tiene los mismos derechos que cualquier otro preso, argumentando que tratarle de forma diferente socavaría los principios que sustentan la sociedad noruega, incluido el Estado de derecho y la libertad de expresión.
Breivik lleva recluido en régimen de aislamiento desde que comenzó a cumplir su condena en 2012 y ha alegado en varias ocasiones que el trato que recibe equivale a un castigo inhumano en virtud del Convenio Europeo de Derechos Humanos. En todas las ocasiones los tribunales han rechazado sus alegaciones.
En la prisión de Ringerike, está recluido en un complejo de dos plantas con cocina, comedor y sala de televisión con una consola de videojuegos, varios sillones y fotos en blanco y negro de la Torre Eiffel en la pared. También dispone de una sala de ejercicio con pesas, una cinta para correr y una máquina de remo.