La última certeza sobre el paradero del narcotraficante uruguayo Sebastián Marset se tuvo en julio de 2023. El delincuente fue encontrado entonces en Santa Cruz de la Sierra, escondido en su faceta de futbolista profesional, pero logró escapar de los controles policiales. Un año después, su esposa, Gianina García Troche, fue detenida en el aeropuerto de Barajas, pero, más allá de sospechas, no hay información sobre el lugar en el que está el narco.
Mientras Marset es buscado por varios países, en Paraguay avanza la investigación contra la organización que él encabezaba junto a los hermanos Insfrán Galeano. La acusación fiscal conocida días atrás concluye que el grupo utilizó centros religiosos para lavar dinero y para catapultar en el sistema político a un pastor clave en el entramado criminal, según informó el diario uruguayo El País.
La acusación penal fue contra José Alberto Insfrán Galeano (hermano de MIguel Ángel, alias “Tío Rico”), pero deja de manifiesto el rol que ocupaba el uruguayo en la organización y la forma que tenían de operar. Marset es nombrado 46 veces en el escrito de 414 páginas elaborado por el fiscal Denyu Yoon Park.
“Por una parte está el grupo criminal liderado principalmente por Sebastián Marset y, por la otra, el núcleo de Miguel Ángel Insfran Galeano conformado por integrantes de su familia y gente de su confianza, y por último se encuentra la facción criminal extranjera, específicamente de Bolivia, la cual se encargó de proveer a las agrupaciones ilícitas unidas en Paraguay, la sustancia estupefaciente consistente en clorhidrato de cocaína”, detalla el escrito sobre la composición de la organización.
El fiscal identificó dos incautaciones de cocaína que pertenecía a Marset por un valor de USD 500 millones. Este dato revela las enormes ganancias que se obtienen a partir de los innumerables cargamentos de droga que burlaron los controles policiales y que lograron llegar a destino.
Marset ingresó oficialmente a Paraguay por primera vez en abril de 2018, con su documento de identidad uruguayo y proveniente de Brasil. Entonces acababa de ser liberado de una condena que recibió en Uruguay, tras cometer delitos vinculados al tráfico de drogas.
El narcotraficante uruguayo se hacía pasar por brasileño y paraguayo, y se encargaba de ingresar la droga al territorio de Paraguay para luego enviarla hacia Europa y África. “Tío Rico” desarrollaba la logística y el entramado de empresas que era necesaria para lavar sumas de dinero. Y es en este contexto que recurrió a un centro religioso.
Insfrán Galeano utilizó el dinero proveniente del tráfico de cocaína que recibió su hermano y lo destinó al funcionamiento del Centro de Convenciones Avivamento, una asociación con fines religiosos. Allí ejerció la función de pastor.