Por Nicolás S. Saidman – Cristina Kirchner logró quedarse con la presidencia del PJ. Tras el fallo de la Jueza Servini, aseguran que hubo algún intento de acercamientos entre CK y Quintela. Las intenciones son claras: reconciliar un sector político fragmentado y en tensiones internas como demostró el último mandato peronista. Deben volver a ilusionar una masa de votantes propios y ajenos. Mostrar cierta unidad ante sus votantes (“del núcleo duro”) y ante la opinión pública. La cuestión es que el peronismo es un partido personalista y “al sacar el bastón de mariscal”, como dijo CK previamente, muestra que piensa permanecer en el timón del PJ, sin lugar para el necesario proceso de «sucesión» que marca este tiempo de «nueva política» con los libertarios en Casa Rosada.
Max Weber menciona las características del carisma en liderazgos. Pero para pensar a futuro es necesario algo que más que carisma y buena oratoria. No se trata de ignorar que eso importa en política, obviamente. Pero el exceso de ‘enamoramiento’ a esas cualidades personales puede nublar la visión política, de que es lo mejor para el país. El peronismo siempre tuvo problemas de “sucesión”. Perón mismo dijo en su tercer gobierno, ya al final de su vida, “mi único heredero es el pueblo”. Tal vez eso traduzca la enorme dificultad del peronismo para institucionalizar sus liderazgos. Esta vez habrá lista única, pero tener internas para elegir candidatos en el PJ puede ser clave. Porque será muy difícil “renovar”, agregar caras nuevas ante la opinión pública, si los candidatos son ser los mismos de siempre. Y hace muchísimo tiempo que el peronismo no ofrece caras nuevas como alternativas reales de poder.
La gestión libertaria mantiene al peronismo a la expectativa, pero siempre bajo el poder de Cristina Kirchner.
La recordada interna entre Menem y Cafiero por la candidatura presidencial del PJ en las elecciones de 1989 conmovió al país. La necesidad de recuperar esa tradición puede ser una enseñanza para toda la dirigencia política de entender que no hay “salvadores mesiánicos”. No hay dioses, sólo personas de carne y hueso con ideales que deben comprender la enorme complejidad de la realidad argentina. No hacen falta gobernantes, sino estadistas que observen y velen por el largo plazo. Por eso mismo es necesario que los partidos políticos busquen una mayor institucionalidad. La estabilidad y necesidad de políticas públicas, con planes de largo plazo lo demandan, al igual que la necesidad que tiene nuestra sociedad de salir adelante, adoptando visiones responsables que permitan superar crisis que llevan décadas.
Las tensiones por ver qué listas quedan o quien encabeza un partido, parecen retomar la tradición del gobierno anterior: no discutir planes de gobierno, en cambio discutir solo posiciones de poder. Estos puntos de vista son altamente tóxicos para la estabilidad política cuando se llega al poder. No se trata de pensar ingenuamente que no existen “internas o peleas” en los partidos políticos. Pero hay momentos para las internas y luego se debe gobernar, evitando que el desorden político se convierta en un “espejo” del desorden social.
Habrá que esperar a cómo se desenvuelven los acontecimientos en el PJ. Se apuntará a las elecciones legislativas, pero algo parece ser claro: la necesidad de cambios en la política argentina. En su forma de pensarla y manejarla. Porque como dice el refrán “el hombre es el único ser que tropieza dos veces con la misma piedra”.