Yakuza: cuál es el origen de la temida mafia japonesa y cómo se transformó

Pese a que no están legalmente prohibidas, durante las últimas tres décadas el gobierno endureció las leyes para debilitar su financiación; cuenta con aproximadamente 10 mil miembros

El incesante bullicio entre luces de neón, rascacielos y templos de las ciudades japonesas esconde un mundo clandestino que durante siglos fascinó y aterró a la sociedad. La yakuza, la institución criminal más antigua del mundo, exhibe unos códigos de honor, tradiciones, rituales y símbolos que la hacen única en comparación con otras redes delictivas como los carteles latinoamericanos o las mafias italiana y rusa.

Se compone de 25 sindicatos o “familias”, entre ellas tres principales, de las que dependen cientos de subgrupos bajo una estricta jerarquía. Nacida hace más de cuatro siglos en el Japón de los señores feudales y los samuráis, la yakuza vivió su época dorada entre las décadas de 1960 y 1980, cuando llegó a sumar más de 180.000 integrantes.

Su estancamiento en las tradiciones frente al avance de los tiempos, y sobre todo la persecución legal y policial, redujeron su número de miembros a unos 10.000, sin contar los no oficiales y asociados. Te damos 4 claves para entender a esta institución delictiva que lucha por sobrevivir sin perder su esencia en pleno siglo XXI.

La palabra yakuza procede de los números 8, 9, 3 (pronunciados en japonés ya, ku, sa), que componen la peor jugada de cartas posible en el juego tradicional nipón oicho-kabu, lo que evoca la percepción de mala suerte o infortunio. Por eso muchos de sus miembros prefieren las denominaciones gokudo (“el camino extremo”) o ninkyo dantai (“organización honorable o caballerosa”).

La yakuza surgió en el siglo XVII entre grupos marginales de la sociedad feudal japonesa como los bakuto (jugadores itinerantes), los tekiya (vendedores ambulantes) y los samuráis desempleados o ronin. Muchos de estos samuráis sin un señor al que servir formaron bandas que evolucionaron hasta conformar los sindicatos de la institución criminal.

Los tekiya y los bakuto adoptaron varias de las tradiciones samuráis, incluyendo un estricto código de honor y rituales de lealtad, lo que marcó la cultura organizativa de la yakuza. El legado de los samuráis, además, aportó una rigurosa estructura jerárquica con reglas basadas en el respeto mutuo, la obediencia y, por encima de todo, la lealtad absoluta al jefe u oyabun.

La yakuza se distingue por un complejo sistema de valores e ideología cuyas raíces históricas se remontan al Japón feudal. Sobre estos valores se afianzó a lo largo de los siglos en la sociedad japonesa permeando todas sus capas, desde los barrios más selectos de Tokio a los bajos fondos de la capital japonesa, y de los negocios legítimos a los más oscuros.

“La yakuza mantiene un código de honor que exalta la masculinidad tradicional. Su espíritu gira en torno a la idea de ‘vivir y morir como hombres’”, explicó a BBC Mundo el sociólogo Noboru Hirosue, autor de varios libros sobre la mafia japonesa y considerado uno de los mayores expertos del mundo en la materia.

Los miembros de la institución “creen que deben dedicarse, tanto física como mentalmente, a su organización, y consideran honorable mostrar una lealtad inquebrantable a su oyabun, incluso hasta el punto de sacrificar sus vidas si es necesario”, indicó Hirosue.

En el corazón de la ideología de la yakuza se encuentra el código de honor basado en los conceptos de giri (obligación) y ninjo (humanidad). Giri definió la deuda de honor que un miembro debe a su superior, pieza clave para afianzar la lealtad dentro de la organización, mientras ninjo es la empatía hacia los demás que sirve como contrapeso al rigor del giri en la rígida estructura de la mafia. Ambas se sustentan en un profundo espíritu de autosacrificio, que lleva a los miembros a poner los intereses del grupo por encima de los personales.

 

Un ejemplo de esto es el ritual del yubitsume, en el que un miembro se corta un fragmento del dedo (generalmente el meñique) como acto de penitencia o disculpa a su oyabun por un error propio o de alguien bajo su responsabilidad.

 

“Aunque perder un dedo debido a un error cometido podría ser motivo de vergüenza, sacrificar el meñique como pago por el fallo de un subordinado se considera honorable”, explicó Hirosue. Esta tradición, sin embargo, es cada vez menos frecuente y en la actualidad los miembros de la mafia japonesa suelen pagar multas económicas para redimir sus errores.

 

Si bien el yubitsume es llamativo, el ritual más importante de la yakuza es el sakazuki, la ceremonia de iniciación en la que el nuevo integrante comparte sake con el jefe. Este acto simboliza la adopción del kobun, el nuevo miembro de la “familia” que pasa a ser considerado el “hijo” del oyabun y le jura lealtad absoluta.

 

“Los grupos de la yakuza se estructuran en una relación pseudofamiliar en la que los superiores se llaman aniki o hermano mayor, los hermanos del jefe oniisan o tíos, y la esposa del jefe anesan o hermana mayor”, detalló Hirosue.

 

Estas organizaciones no tienen oficialmente una ideología política, pero se suelen identificar con la derecha y ultraderecha japonesas. “La ideología de que Japón es lo primero, la tradición samurái, el honor y el ‘glorioso’ pasado imperial de Japón resuenan en la política de extrema derecha, por lo que existen conexiones ideológicas”, explicó a BBC Mundo Martina Baradel, investigadora de la Universidad de Oxford experta en el mundo del crimen japonés.

 

Así, agregó Baradel, la yakuza coopera ocasionalmente con partidos políticos conservadores, aunque estos suelen negar cualquier vínculo con la mafia para mantener limpia su imagen.

 

  1. Su estatus legal y actividades

A diferencia de organizaciones criminales de otras partes del mundo, la yakuza nunca fue ilegal, si bien enfrenta leyes cada vez más restrictivas que complican sus actividades. “La mafia italiana es completamente clandestina, mientras la yakuza existe abiertamente”, explica Hirosue.

 

Los sindicatos de esta institución delictiva se acogen al derecho a la libre asociación que recoge la Constitución de Japón en su artículo 21.

 

“Siempre que no amenacen la seguridad nacional, la moral o el orden públicos no están sujetos al control del gobierno”, apuntó el académico. De hecho, hasta finales del siglo XX muchas sedes de la yakuza exhibían placas en la puerta, estaban registradas en directorios telefónicos y sus miembros repartían tarjetas de visita en reuniones como si fueran empleados de una compañía.

 

Pero ya no es así: en las últimas tres décadas el gobierno japonés endureció las leyes para debilitar la financiación de los grupos delictivos, aislarlos, dificultar sus actividades y reducir su influencia en la sociedad. Aunque sigue siendo legal pertenecer a la yakuza, hoy sus miembros están siempre bajo la lupa de las autoridades en un estado de semi clandestinidad.

 

“Cuando alguien delinque y es procesado, si es miembro de la yakuza se considera que su acción tiene un patrón y entonces recibe sentencias más largas que otra persona por el mismo delito”, explicó Baradel.