Los brasileños emigran cada vez más y el país ya es parte de la ruta de los rusos rumbo a Estados Unidos

El aumento mayor al 200% en el registro de ciudadanos del gigante sudamericano que intentan ingresar al país norteamericano sin la documentación adecuada es el reflejo de una tendencia en crecimiento

Brasil está experimentando una oleada emigratoria sin precedentes. Según datos de la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos (U.S. Customs and Border Protection en inglés), 11.119 brasileños ilegales fueron detenidos por la Patrulla de Fronteras desde octubre de 2023 hasta enero de 2024. Se trata de un aumento del 210% en comparación con el mismo periodo del año anterior, que registró 5.295 clandestinos del gigante sudamericano. Los brasileños aprehendidos por la Patrulla Fronteriza de EEUU fueron 3.155 en noviembre frente a los 1.178 del mismo mes de 2022 (un incremento del 268%), mientras que en diciembre de 2023 fueron 3.245 frente a los 1.599 de diciembre del año anterior (+203%). Pero lo más preocupante son las cifras de menores que salen de Brasil, muchos de ellos no acompañados, para buscar una nueva vida en grandes metrópolis como Nueva York o Miami. Los números dicen que desde 2020 hasta hoy unos 15.700 menores salidos de Brasil han cruzado el infierno de la selva del Darién, el único nexo terrestre entre Sudamérica y Centroamérica. Un gigantesco territorio inhóspito entre Colombia y Panamá, controlado por el narcotráfico, donde también viven comunidades indígenas. En los últimos años se ha convertido en un ecosistema imperfecto de la desesperación de los emigrantes: un centenar de kilómetros de viaje con el terror constante de no llegar al destino. Más de 1.500 personas llegaron al final de la ruta cada día en 2023, mientras que miles murieron en el camino.

La paradoja es que de esos más de 15.000 niños y adolescentes brasileños que han cruzado la selva del Darién desde 2020, la mayoría eran hijos de padres que a su vez habían emigrado al gigante latinoamericano, principalmente haitianos pero también angoleños. Una cifra que revela las dificultades de supervivencia de quienes habían elegido Brasil, históricamente una meca de la emigración europea. Muchos de los haitianos que ahora buscan fortuna en Estados Unidos habían llegado al gigante latinoamericano tras el terrible terremoto que asoló Haití en 2010. Aquí tuvieron hijos que, según la legislación local, basada en el ius sanguinis, son a todos los efectos ciudadanos brasileños. Sin embargo, la dificultad de los extranjeros para hacerse una vida económica en Brasil les está empujando de nuevo hacia el norte, hacia Estados Unidos, ahora desbordado por un impresionante flujo migratorio. Sólo en diciembre de 2023, 300.000 personas entraron en Estados Unidos a través de México en situación migratoria irregular, ya sea ilegal o en busca de asilo. Una cifra enorme que, sin duda, también pesará en el resultado de las elecciones presidenciales de noviembre.

En cuanto a los brasileños que cruzan el Darién, la ruta es la misma que para los demás migrantes. Recorren más de 50 km en botes por el golfo de Urabá, controlado por el cártel del Golfo. Luego les esperan 20 km a pie en la llamada “montaña de la muerte”, una cordillera con picos de hasta 1.800 metros de altura. Finalmente, el último tramo son unos 36 km en canoas cruzando el llamado “río de la muerte”, el Turquesa, cuyas fortísimas corrientes a menudo dan la vuelta a las canoas, matando a los emigrantes