El FMI y el Papa advierten: sin clase media fracasará el ajuste

Ambos le dijeron al presidente que el plan debe ser inclusivo. Y que debe haber contención social activa, concreta y mensurable.

Por Carlos Burgueño – Javier Milei recibió ya dos mensajes de altas figuras internacionales, advirtiéndole sobre las consecuencias del ajuste fiscal sobre la clase media y baja. Ambos fueron realizados en reuniones privadas de vuelo máximo y donde la sinceridad fue el lugar común.

El papa Francisco en el Vaticano y Gita Gopinath en Buenos Aires le mencionaron, seguramente con objetivos diferentes, que el presidente tiene todo el derecho del mundo en aplicar el plan económico que considere necesario para sacar al país de la crisis, pero le advirtieron que para que este tenga éxito, debe tener en cuenta que debe ser inclusivo con los que reciben ese ajuste.

“No creo en el derrame. Pero no me voy a meter en el plan económico. Solo te digo que únicamente vas a poder aplicarlo si la clase media, si las familias, están adentro”. Francisco recibió a Javier Milei el lunes 12 de febrero en el Vaticano, en un encuentro en el que todos coinciden fue más que amistoso. Y que movió la sensibilidad del visitante. El Papa abrió su despacho al argentino por más de una hora, donde le habló con absoluta sinceridad y solo le dejó un pedido para el futuro: que no use hacia adelante políticamente el encuentro. Milei bajó la cabeza y se comprometió con el pedido. Antes habían hablado sobre el severísimo plan de ajuste que aplica el libertario, ante lo que el anfitrión fue claro al afirmarle que no lo convencería sobre los efectos de los ajustes ortodoxos. Bromeó algo sobre su rol de “papa comunista” y le dio la venia para que Javier Milei pueda aplicar su idea para enfrentar la crisis. O, al menos, afirmó que no hará declaraciones públicas que apunten a la línea de flotación de la gobernabilidad de Javier Milei. Solo insistió en las consecuencias del ajuste sobre las familias y le recordó que no habría posibilidades de éxito sin aceptar planes de contención para la clase media.

El pasado miércoles 21 de febrero, fue el día en que el Fondo Monetario Internacional (FMI) se mostró quizá más preocupado que el gobierno argentino de turno, por los efectos sociales de una política de ajuste fiscal. Curiosamente fue el día en que se hizo pública la disputa entre la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, y el jefe de Gabinete, Nicolás Posse, por la falta de agilidad de parte de ambos de girar dinero a la cartera de la funcionaria para atender las urgentísimas demandas sociales. Ese día comenzó su raid de 48 horas de encuentros en el país, la enviada del FMI, Gita Gopinath. Considerada una rockstar dentro y fuera del organismo, la economista norteamericana de origen indio fue la encargada de fiscalizar la marcha del Facilidades Extendidas vigente y traer desde Washington a la mesa de discusiones dos mensajes claros.

El primero, que la marcha del gobierno de Javier Milei en cuanto a su búsqueda frenética del superávit fiscal tiene el aval del organismo que maneja Kristalina Giorgieva. Pero también que es casi obligatorio que el Palacio de Hacienda cumpla a rajatabla con dos premisas con las que se comprometió cuando se negoció la vigencia del nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas con el FMI para 2024: que haya contención social activa, concreta y mensurable. Más específicamente, el gobierno de Javier Milei tiene que cumplir lo firmado y sostener las jubilaciones sin pérdidas de ingresos reales contra la inflación y un plan de red de contención para los sectores más vulnerables que están cayendo en la pobreza.

Se sabe que siempre Gopinath es, dentro de los negociadores técnicos del FMI, quien pone el acento en las consecuencias sociales de las políticas que se negocian con el organismo. Y quien suele defender ante el siempre temible (especialmente para Argentina) board del Fondo, donde se aprueban o rechazan las propuestas negociadas por los técnicos, eventuales desvíos para atender necesidades sociales. Gopinath es, además, la encargada de una tarea más importante en Washington. Voluntariamente tomó como propio el éxito o el fracaso del programa con Argentina, un caso siempre complejo y siempre a punto de naufragar (desde hace décadas) y que representa el mayor volumen de endeudamiento de un país con el organismo. En la historia.

Se sabe desde la sede del FMI (y coincide Gopinath) que el plan de Javier Milei pactado con el Fondo va más rápido y coherente con lo firmado y que, de continuar este ritmo, es posible incluso que por primera vez Argentina sobrecumpla metas fijadas. Sin embargo, se reconoce también que hay un riesgo concreto para que todo vuelva a fracasar: que el ajuste social sea tan violento, que la propia clase media y media baja les den la espalda al programa. Y al gobierno de Milei. Y si esto ocurriera, el culpable sería no solo el libertario, su gabinete y su gobierno, sino también el FMI. Saben Giorgieva, Gopinath y todo el Fondo que el directorio no avalará un fracaso más de la Argentina y el organismo. Una cuestión que, a la vista de los números que le mostró Milei a la economista norteamericana, solo podría ocurrir si el presidente debe dar marcha atrás por un estallido social. Pero no de los sectores más postergados. Algo que podría manejarse, si la clase media termina dándole la espalda al libertario.

Lo mismo que piensa Gopinath lo piensa Francisco. La coincidencia no sorprende. En definitiva, Giorgieva (de obvia línea directa con la visión general de Gopinath) es una de las figuras políticas estelares a nivel internacional con diálogo más profundo y constante con Francisco.