Solo para aventureros: Catamarca, un viaje a la belleza argentina

Las joyas de este destino incluyen la Duna Mágica de Saujil, un espectáculo de arena que cobra vida con el viento, y el Salar de Antofalla, el más grande del mundo. La Ruta de los Seismiles atrae a aventureros con sus picos de más de 6 mil metros. Un viaje emocionante que promete vistas panorámicas impresionantes.

En el corazón de Argentina, donde los Andes se entrelazan con el cielo y los secretos ancestrales se esconden entre sus montañas, se encuentra una joya que cautiva a todos los que se aventuran a descubrirla. La provincia de Catamarca, ubicada en el noroeste argentino, es un destino que destila belleza en cada rincón, una tierra de contrastes donde lo antiguo se abraza con lo moderno en un abrazo armonioso.

En este viaje nos embarcamos en una travesía para explorar la sorprendente belleza de esta provincia, que combina una rica historia, paisajes sobrecogedores y una cultura vibrante que nunca deja de sorprender. Desde las majestuosas cumbres de los Andes hasta los secretos bien guardados de sus pueblos, Catamarca promete una experiencia única que se tejerá en el corazón de todo aquel que se adentre en su territorio.

 

Dunas mágicas de Saujil

A unos 10 kilómetros al noroeste de Fiambalá, en el departamento Tinogasta de la provincia de Catamarca, se alza majestuosa la Duna Mágica de Saujil, una imponente elevación de arena que se eleva hasta alcanzar los 100 metros de altura y que no pasa desapercibida incluso desde lejos.

 

La ruta de los Seismiles permite disfrutar de los mejores paisajes

Este sitio emblemático recibe su nombre de los habitantes locales debido a un fenómeno que despierta asombro y asombro: cuando el viento sopla con fuerza, las arenas de la duna parecen cobrar vida, danzando en el aire. Es un espectáculo que inspira poesía y encanto a quienes tienen la fortuna de presenciarlo.

La etimología de Fiambalá, por su parte, hunde sus raíces en la lengua aborigen y se traduce como “país del viento”, un nombre que capta la esencia de esta región ventosa y única en su belleza natural

Ascender hasta la cumbre de la Duna Mágica de Saujil no supone un desafío insuperable, y la recompensa en forma de vistas panorámicas es simplemente deslumbrante. Desde lo alto, un valle longitudinal se extiende ante los ojos del visitante, resplandeciendo en tonos de verde fluorescente que contrastan con el marrón y beige del entorno desértico circundante.

 

Fiambalá también es conocido por sus termas

Tanto turistas novatos como deportistas experimentados tienen la oportunidad de disfrutar de una emocionante experiencia de sandboard en esta duna, un deporte que implica descender por las pendientes de arena con tablas especialmente diseñadas, similares a las que se utilizan en el snowboard en la nieve. La adrenalina fluye a raudales mientras se desciende por pendientes de hasta 45 grados, alcanzando velocidades vertiginosas, aunque dominar la tabla puede ser un desafío al principio.

Para quienes prefieren una experiencia menos vertiginosa, caminar o correr por la duna también es una opción excelente para disfrutar al máximo de este espectacular entorno.

La Duna Mágica de Saujil ofrece la posibilidad de vivir la emoción del sandboard en un paisaje impresionante que combina una pendiente ideal con arena extraordinariamente fina para un descenso espectacular.

La Duna Mágica de Saujil se eleva hasta alcanzar 100 metros de altura.

Para llegar a este rincón mágico, partiendo desde la plaza cercana a la Municipalidad de Fiambalá (a tan solo 50 metros de distancia), basta con tomar la calle Diego Carrizo de Frite hacia el norte. Esta misma calle, al salir de la ciudad, se convierte en la Ruta 36, que debe seguirse hasta llegar al encantador pueblo de Saujil.

Una vez en el pueblo, a unas pocas cuadras de distancia, se encontrarán dos señales que indican el camino hacia la Duna Mágica. La primera señal conduce a La Cruz, ubicada en la cima de un cerro. Por este camino, es posible estacionar el vehículo y ascender a La Cruz, desde donde se puede caminar a lo largo de la cima hasta llegar a la duna.

Alternativamente, antes de llegar a La Cruz, se verá una señal que muestra el camino hacia un llano donde es posible estacionar el vehículo. Desde este punto, se puede seguir el sendero a la vista que conduce directamente a la Duna Mágica, con una caminata de aproximadamente 200 metros cuesta arriba.

El Salar de Antofalla, con sus imponentes más de 400 kilómetros de extensión, se alza como el salar más grande del mundo. Sin embargo, su grandeza no se limita a sus dimensiones, ya que este lugar es un testamento de la majestuosidad de la naturaleza que deja a todos los viajeros sin palabras.

Situado en las cercanías del volcán Antofalla, el salar adquiere tonalidades de colores sorprendentes gracias a la influencia de minerales. Rojos, azules y negros se entrelazan para crear un paisaje que desafía la imaginación.

Pero no solo su apariencia es asombrosa; aquí, una serie de hermosos lagos se han formado, conocidos como los “Ojos del Campo” en la Puna catamarqueña, a una impresionante altitud de más de 4 mil metros sobre el nivel del mar.

La leyenda local cuenta que aquellos que se aventuran demasiado cerca de este lugar misterioso corren el riesgo de quedar atrapados para siempre, por lo que los lugareños evitan acercarse. A pesar de aparentar ser un entorno inhóspito, en 2009 el Laboratorio de Investigaciones Microbiológicas de Lagunas Andinas hizo un descubrimiento sorprendente: estromatolitos, microorganismos especializados en transformar el dióxido de carbono en oxígeno, que datan de miles de millones de años atrás, vivían en este inhóspito lugar. Esta fue la primera vez que se encontraron estromatolitos vivos a semejante altitud. Microbios similares fueron hallados en las lagunas de Socompa y en el Volcán Galán, lo que llevó a la creación de la “Ruta del Origen de la Vida”.

Para llegar a este rincón fascinante, es necesario partir desde el pueblo de Antofalla. La peculiar coloración de los lagos se atribuye a su pasado como una zona de fuga de gas, recordando que Antofalla es un volcán todavía activo. La exploración de la zona se recomienda encarecidamente en vehículos 4×4 y la contratación de un guía local en Antofagasta de la Sierra es una opción sabia.

Desde esta última localidad, los aventureros también pueden acceder a otros destinos cautivadores en la zona, como el Salar de Piedra Pómez, así como volcanes y lagunas del Altiplano. El Salar de Antofalla es un recordatorio de que la Tierra sigue albergando lugares mágicos y misteriosos que merecen ser explorados.

 

Ruta de los Seismiles

En el oeste de Catamarca se alza majestuosa una de las regiones más elevadas de la majestuosa Cordillera de los Andes. La Ruta Nacional 60, conocida como la “Ruta de los Seismiles,” serpentea entre casi 20 cumbres que superan los impresionantes 6 mil metros de altitud, atrayendo irresistiblemente a escaladores de montaña de todo el mundo, apasionados del trekking y aventureros aficionados a las travesías en vehículos 4×4.

Este tramo de la RN 60, que se extiende desde la pintoresca ciudad de Fiambalá hasta el colosal Paso de San Francisco, en la frontera con Chile, es un itinerario épico que atraviesa los picos volcánicos más elevados de todo el planeta. En su conjunto, la RN 60 se extiende a lo largo de un total de 794 kilómetros, recorriendo selectas partes de las provincias de Córdoba, Catamarca y La Rioja. Esta carretera nace en Villa del Totoral y culmina en el Paso de San Francisco, a unos impresionantes 4.726 metros sobre el nivel del mar. Desde aquí, se abre el camino hacia el país vecino, Chile, con Copiapó como destino.

La deslumbrante belleza paisajística de la Ruta de los Seismiles se deriva de su travesía por la región andina, donde los picos desafían las alturas, superando los 6.000 metros sobre el nivel del mar, de ahí su nombre. No es exagerado afirmar que este rincón de nuestro planeta representa la segunda zona más alta del mundo, solo superada por los Himalayas. Por tanto, se ha convertido en el sueño hecho realidad para quienes buscan emociones en viajes por carretera y paisajes de una belleza sobrecogedora.

Acceder a los Seismiles es posible gracias a la RN 60, una carretera asfaltada que conecta Fiambalá con el estratégico paso fronterizo de San Francisco, ubicado a unos 201 kilómetros de distancia. Durante el trayecto, los viajeros se toparán con la majestuosidad del Ojos del Salado, el volcán más alto del planeta con sus imponentes 6.893 metros sobre el nivel del mar, además de otras cumbres notables como el Pissis, el San Francisco y el Incahuasi, este último escondiendo en su cima las misteriosas ruinas incaicas.

Este emocionante viaje puede completarse en un solo día, permitiendo múltiples paradas para disfrutar de vistas panorámicas inigualables de la cordillera. Dada la elevada altitud, se aconseja encarecidamente contar con la orientación de guías locales y, en particular, explorar estas maravillas en excursiones en vehículos 4×4 que abren las puertas a caminos secundarios que conducen a lugares mágicos como el balcón del Pissis, la laguna Verde y la laguna Azul.

En la RN 60, se hallan refugios viales básicos, ideales para resguardarse en caso de tormentas o solicitar ayuda en una emergencia. Es de suma importancia mantenerse en la ruta principal y no desviarse de ella en ningún momento para garantizar la seguridad en este emocionante recorrido por los Seismiles.