La PASO de Juntos por el Cambio es todo lo que importa

La confrontación entre Bullrich y Rodríguez Larreta es la única que se prevé competitiva y su resultado será el que redefina todo el sistema político.

Por Claudio Jacquelin – El acortamiento del margen de oscilación de la política argentina que arrojó la definición de las precandidaturas presidenciales pareció una buena noticia para los mercados. Pero no solo para ellos. También habría impactado en el ánimo social al bajar niveles de pesimismo (aunque sin incrementar el optimismo), según lo registraron varias encuestas realizadas en las dos semanas posteriores al cierre de listas.

Sin embargo, la distensión y los signos positivos duraron poco. Los mercados volvieron a agitarse y el oficialismo, con la precandidatura instalada de Sergio Massa, buscó rápidamente correr el posicionamiento de la oposición cambiemita hacia la derecha para ocupar el andarivel del centro, que la compañía del kirchnerismo le complica.

Al mismo tiempo, después de que se instalara la percepción de que la derecha más extrema de Javier Milei se debilitaba en medio de escándalos, la mayoría de los últimos sondeos solo registran un freno al crecimiento, un aumento del rechazo, pero no una caída significativa en la intención de voto hacia el precandidato “anticasta”.

La disputa interna de Juntos por el Cambio pasó así a dominar el centro de la escena de la discusión política, más allá aún de su verdadera relevancia (mucha) y de que la confrontación en las PASO entre Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta es la única que se prevé competitiva. Es una realidad que su definición impactará en la dinámica electoral general y así está impactando en todo el sistema político.

Los resultados de los sondeos que consumen en los dos bandos cambiemitas, el tenor de la disputa entre los precandidatos, la magnitud de la diferencia de propuestas (de fondo y de forma) y el cariz de la campaña de los dos sectores en pugna facilitaron la construcción del nuevo escenario.

Otro tanto aporta la encarnizada y cerrada confrontación que se registra en Santa Fe, donde los postulante s a gobernador que representan a los presidenciales de Juntos por el Cambio, Carolina Losada y Maximiliano Pullaro, dirimirán este domingo la PASO de Unidos para Cambiar Santa Fe, en la que también participa la socialista Mónica Fein.

La disputa es tan agria entre los postulantes cambiemitas santafesinos (ambos, curiosamente, de origen radical) que se han intercambiado acusaciones gravísimas, como vinculaciones con el narcotráfico, y han cruzado denuncias judiciales, lo que abre un horizonte demasiado incierto para la elección general.

La agresividad del enfrentamiento interno le dio así una inesperada cuota de esperanza al oficialismo peronista santafesino que, a priori, estaba desahuciado por la fallida gestión del gobernador Omar Perotti y el auge de homicidios y hechos gravísimos de violencia vinculados con la narcocriminalidad. Un escenario que el gobierno nacional mira con interés, aunque de lejos.

El nombre de Unidos para Cambiar Santa Fe dado a la coalición opositora aparece más como una ironía que como una expresión de deseos. En esa provincia, como en la Nación, las heridas por suturar van a ser demasiadas después de la PASO.

 

Bullrich lidera las encuestas

En el caso de la competencia por la candidatura presidencial, es un hecho admitido por todos que quien encabeza los sondeos es Bullrich, la figura ubicada más a la derecha del dial cambiemita, con las posiciones más antagónicas con el Gobierno y con una campaña que reafirma su identidad confrontativa y su propuesta maximalista.

Son todos esos elementos que el massa-cristinismo considera en su beneficio.

A pesar de que las diferencias entre los números que manejan larretistas y bullrichistas son demasiado grandes, como para poner aún más en cuestión la precisión de las encuestas de intención de voto, el sentido coincidente de los resultados finales es suficiente argumento y motivo para que todos le asignen darles validez y le den uso.

Los sondeos que esta semana recibieron en el comando de campaña de Larreta muestran al jefe de gobierno porteño por detrás de su rival por entre uno y cuatro puntos porcentuales. Solo en el trabajo en el que se recurrió al método de consulta presencial Bullrich pierde por dos puntos.

En el campamento de la exministra de Seguridad las distancias son más extremas, y en los sondeos a los que prestan atención las adhesiones a ella llegan a duplicar (y algo más) el porcentaje que obtiene su rival. Un motivo más para consolidar el perfil combativo de la precandidata y ninguno para revertir el sentido dado a la campaña.

El lema de “si no es todo, es nada” y los spots que llaman a defender el cambio que propone en la calle hicieron todo el ruido que se proponían, interpretaron el sentir de su núcleo duro de seguidores y repusieron en el centro de la escena la polarización con el oficialismo.

Ante ese escenario, Larreta actualiza su estrategia en busca de reforzar el perfil claramente opuesto al de Bullrich, con la intención de que le permita ampliar su base de sustentación. Una admisión de que con lo que tiene no le alcanza y que necesita ir más allá de la pecera de los tiburones.

Gestión y tránsito sostenido por la delgada línea que separa la firmeza de la confrontación, así como el diálogo y el consenso sin que se confunda con tibieza son los rasgos de su instalación y propuesto.

“La sociedad no quiere que la convoquen para ninguna guerra si no que le ofrezcan soluciones para los problema que tienen en su vida. Ya le propusieron demasiadas peleas y la convocaron a ir por todo y así estamos”, dicen en el comando larretista. Dos modelos antagónicos y dos candidaturas diametralmente opuestas en pugna.

 

En busca del rival ideal

El oficialismo, por su parte, aprovecha la confrontación ajena para elegir quien considera su candidato ideal, con varios propósitos. En primer lugar, busca sacar del foco sus diferencias internas y sus problemas de antes y de ahora, como son la nueva suba de los dólares paralelos y la demora en el acuerdo con el FMI, que la baja intermensual del índice de inflación no logra ocultar ni disimular.

También, le permite a Massa postergar la presentación de propuestas electorales, que podrían ahondar todas las diferencias internas. Autodefinición por contraste. Una apelación al voto por rechazo más que por adhesión y entusiasmo.

Por eso, todo Unión por la Patria se sube y potencia la disputa con JxC y la figura de Bullrich, que con su perfil, discurso y la conformación más homogénea de sus listas es fácilmente ubicable en las antípodas del kirchnerismo puro. Ese sector que representa el voto duro mayoritario del espacio y que desconfía de Massa. Lo mismo que pasa con algunos apoyos clave, como el de los gremios, los movimientos sociales y los sectores más moderados y centristas del peronismo y afines, que con la candidata macrista mantienen una vieja enemistad que todos se encargan de renovar.

 

Extraño festejo compartido

El oficialismo sabe, no obstante, que la elección de Bullrich como rival es de resultado incierto. Tanto que, no muy curiosamente, es celebrada casi por igual por larretistas como por bullrichistas.

Para el equipo de campaña del jefe de gobierno, la decisión de confrontar con su rival pondría en evidencia que para el oficialismo Larreta es un rival más difícil para enfrentar en el ballottage. Argumentan que el jefe de gobierno porteño es quien tiene más condiciones para quitarle a Massa votantes del peronismo más moderado y centrista a los que les provoca tanta resistencia el cristicamporismo como temor y rechazo les genera el binomio Bullrich-Luis Petri.

Los asesores y encuestadores que trabajan para el jefe de gobierno dicen tener medido y comprobado ese escenario en el que Larreta es mejor candidato para el ballottage que Bullrich. Pero antes aquel debería ganar la PASO y, luego, retener los votos que haya obtenido su rival para que no se vayan a Milei. Dos desafíos complejos, más aún si como reflejan las encuestas que recibieron en estos días, el libertario de extrema derecha no ha caído en la intención de voto como se presumía.

Para la candidata macrista, en cambio, es todo ganancia que la ataque todo el oficialismo empezando por Massa. Convencida de que puede retener mejor que Larreta el voto cambiemita, tanto blando como duro, considera que la ofensiva no solo le da aún más visibilidad a su propuesta, sino que, además, le permita a Bullrich reforzar la asimilación de Massa con las formas y los métodos del kirchnerismo más cerril.

La intervención de la fundación de Bullrich adoptada esta semana por decisión de un organismo dependiente del ministro de Justicia, Martín Soria, cuya virtud más reconocida no es precisamente la tolerancia, fue interpretada y presentada más como un logro que como un problema o una falta que deberían explicar.

A pesar de que la medida puede lograr el propósito de instalar la sospecha sobre el financiamiento de la campaña bullrichista, entre sus seguidores, el antikirchnerismo es un aglutinante muy potente y cualquier medida que pueda ser presentada como una persecución es un galardón. Cristinismo y anticristinismo se retroalimentan. Esa dinámica acrecienta la incógnita que puede tener la estrategia de seguir levantando el perfil de Bullrich.

El resultado de la PASO santafesina del domingo promete aportar nuevos elementos para la disputa, antes que motivos para el acercamiento.

Losada, que está enrolada con Bullrich, ya adelantó que si gana Pullaro, quien es apoyado por Larreta, su compañero de fórmula Gerardo Morales y Martín Lousteau, no contará con su respaldo para la elección general provincial.

Si la senadora cumple su promesa no solo podría poner en riesgo el objetivo de sumar una provincia a JxC, sino que podría sentar un complicado precedente para la elección nacional.

Tiene mucha lógica que todo lo que importe en el plano electoral sea ahora la disputa interna cambiemita. Aunque afuera haya problemas más graves.