El país francés se encuentra sumido en una ola de protestas contra la reforma de pensiones impulsada por el presidente Emmanuel Macron, en la que sindicatos y ciudadanos se han unido en una movilización masiva que lleva ya undécimo día consecutivo. En diversas ciudades del país, se han registrado hechos de violencia y la policía ha tenido que reprimir a los manifestantes con gases lacrimógenos.
La Confederación General del Trabajo (CGT), el primer sindicato del país, junto con otras organizaciones sindicales, han liderado las manifestaciones exigiendo la retirada de la reforma de las pensiones, que aumentará la edad mínima de jubilación de 62 a 64 años. La nueva líder de la CGT, Sophie Binet, ha afirmado que la undécima jornada nacional de manifestaciones «muestra que la determinación continúa» y que la movilización no cesará hasta que el Gobierno retire la reforma.
Los sindicatos insisten en que la reforma de pensiones es injusta e innecesaria y que no tiene «ninguna justificación» económica, argumento que el Gobierno ha esgrimido para defenderla. En París, se ha organizado una gran manifestación en la que participan miles de ciudadanos y sindicalistas que han exigido al Gobierno que retire la reforma.
Por su parte, Laurent Berger, el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT), ha asegurado que «este movimiento sigue contando con el apoyo de la población» y que «el rechazo a esta reforma sigue siendo igual de fuerte». Aunque Berger ha anticipado que su sindicato no cuestionará la legitimidad del dictamen del Consejo Constitucional sobre si la ley que formaliza la reforma de las pensiones es válida o no.
La nueva jornada de movilización nacional ha convocado cerca de 250 manifestaciones en todo el país, en las que se espera menos participación que en la precedente, el martes de la semana pasada, en la que hubo 740.000 personas, según el Ministerio del Interior, y más de dos millones, según la CGT.
El presidente Emmanuel Macron, quien se encuentra de visita oficial en China, ha respondido a las acusaciones de crisis democrática, argumentando que su reforma de las pensiones es necesaria para garantizar la sostenibilidad del sistema a largo plazo. Sin embargo, las protestas en Francia no han cesado y los sindicatos han dejado claro que seguirán manteniendo la presión hasta que el Gobierno retire la reforma.
