Deprimido, aislado y desesperado: la vida del narco más famoso del mundo en la cárcel más dura de EE.UU.

Joaquín “El Chapo” Guzmán intenta convencer al gobierno de Andrés Manuel López Obrador a que lo lleve de regreso a México; está recluido en una prisión de máxima seguridad y pasa casi todo el día encerrado en su celda.

El narco más famoso del mundo, Joaquín “El Chapo” Guzmán, la está pasando mal en la prisión
más dura de Estados Unidos. Encerrado en una celda mínima, se queja de que recibe un trato cruel,
injusto y degradante, de que apenas recibe visitas, de que come pésima comida, y de no poder ver
siquiera la luz del sol. Por todo esto, Guzmán intenta volver a México, donde ya escapó dos veces
de prisiones de máxima seguridad antes de ser extraditado a Estados Unidos. El mensaje lo hizo
público uno de sus abogados, José Refugio Rodríguez, quien extendió la súplica al gobierno de
Andrés Manuel López Obrador.
“Me pide que luche por su regreso a México”, dijo el abogado. “Yo lo veo como un SOS, ¿no?
Quien anda en el mar ahogándose y busca un trozo de madera donde agarrarse, por qué por la
desesperación que siente en Estados Unidos, y porque está consciente y ve que fue llevado a
Estados Unidos con una flagrante violación a sus derechos humanos. Y por esa razón es que pide el
apoyo del gobierno mexicano de López Obrador buscando que repare las violaciones de derechos
humanos”, insistió.
La petición llegó hasta López Obrador, quien dejó abierta la puerta en una de sus mañaneras a ver el
tema. Su canciller, Marcelo Ebrar, bajó el tono después al recordar que El Chapo cumple con una
sentencia a cadena perpetua. “Francamente no le veo posibilidades, pero lo vamos a analizar”, fue la
respuesta que dio Ebrard.
El Chapo está encerrado en la cárcel más dura de Estados Unidos: Florence ADX, la heredera de
Alcatraz, una prisión de máxima seguridad –también llamada “supermax”–, descripta por un
guardia que trabajó allí como “una versión más limpia del infierno”. La cárcel está en un complejo
correccional ubicado a dos horas al sur de Denver, en Colorado, cerca de un pueblo pintoresco y
apacible, Florence, rodeado por una planicie tapada por un pasto puna que se estira hasta el pie de
las Rocosas, plagado de anticuarios, donde viven menos de 4000 personas. Allí viven 341 reclusos,
según datos de agosto del año último, incluidos terroristas notables como Ted Kaczynski, el
“Unabomber”; Terry Nichols, quien perpetró el atentado con bomba de 1995 en Oklahoma,
Zacarias Moussaoui, sentenciado a cadena perpetua por los ataques del 11-S, o Dzhokhar Tsarnaev,
quien puso una bomba en la maratón de Boston. La gran mayoría de los reclusos, sin embargo,
terminó allí por problemas de disciplina, porque atacaron guardias o reclusos en otras prisiones.