Por Sergio Berensztein – Se acaba de abrir una nueva etapa en el gobierno del Frente de Todos. La magnitud de la crisis llegó a tal punto que el costo político de mantener el statu quo es muy superior al de un giro pragmático, cuya dimensión y alcances aún son imposibles de precisar. Para liderar ese cambio de rumbo llega Sergio Massa, y con su arribo se reestructuró no solo el gabinete, sino también la distribución del poder.
Alberto Fernández, quien fue fuertemente presionado por la “liga de gobernadores” para que impulsara cambios en su gobierno, podría quedar reducido a un rol prácticamente testimonial. Lo que el presidente pueda decir interesa cada vez menos. La máxima atención está puesta en lo que exprese Sergio Massa y en lo que Cristina Kirchner deje o no deje hacer. La lapicera pasa a manos del flamante “superministro”.
Aunque informalmente ya ocupa el cargo, Massa asumiría el martes (luego de una sesión especial de Diputados, donde le aceptarán la renuncia como presidente de la Cámara) y el miércoles anunciará un conjunto de medidas (¿Acompañadas de un salto discreto del dólar oficial? Esto es lo que muchos se preguntan).
Aunque Cristina Kirchner aún no se ha manifestado, el nuevo “superministro” llega con su aval. La vicepresidente parece estar dispuesta, una vez más, a una contorsión hacia posiciones más pragmáticas para evitar que la crisis económica escale, al tiempo que busca hacer “la heroica”: recuperar competitividad para que el oficialismo llegue a las elecciones de 2023 mejor parado. El kirchnerismo señala conspiraciones, lanza fuertes amenazas y radicaliza su discurso, pero al final del día suele terminar convalidando la moderación del votante medio, tal como acaba de suceder.
Por el momento, los mercados están respondiendo a la designación de Massa con fuerte optimismo: los dólares blue, MEP y CCL cayeron todos por debajo de los $300; el Riesgo País perforó los 2400 puntos, después de haberse acercado a los 3000 entre lunes y martes; y el MERVAL también mostró una fuerte recuperación, a pesar de la toma de ganancias de ayer. Sin embargo, la expectativa expresada a través de estos indicadores solo muestra una porción del humor social. Para conocer más a fondo la opinión de la ciudadanía, D’Alessio IROL – Berensztein acaba de realizar un sondeo especial. Se incluyeron las respuestas de 500 encuestados, mayores de 18 años, de todo el país.
En primer lugar, preguntamos a los encuestados cuánto cambiará la situación económica del país con el nombramiento de Sergio Massa. Del total general, el 27% cree que la situación mejorará, el 35% considera que va a empeorar y el 32% piensa que permanecerá igual. Aunque el optimismo crece entre los votantes del FDT, hay un nada despreciable 35% que cree que, con la incorporación de Massa al Gobierno, la situación no mejorará nada o incluso empeorará. A su vez, el nivel de pesimismo entre los votantes del JxC y Libertarios es muy similar.
En segundo lugar, preguntamos qué representaba el nombramiento de Massa en términos políticos. El 33% considera que es un aumento o un control total de Cristina Kirchner, solo el 11% cree que es un aumento o control total de Alberto Fernández y el 43% opina que no cambia el control que la vicepresidente ya tenía del gobierno. Estos datos ponen de manifiesto que el presidente queda relegado a un rol aún más devaluado de cara a la sociedad.
Por último, preguntamos si estos cambios mejorarían las posibilidades electorales del oficialismo. Del total general, el 25% cree que aumentan, el 45% que no cambian y el 28% que disminuyen. Entre los votantes del FDT, aunque la mayoría (51%) cree que aumentan, una cifra alta (43%) considera que la incorporación de Massa no genera cambios en la competitividad electoral. Entre los electores de JxC y Libertarios, prácticamente nadie considera que mejorará la situación del oficialismo.
Al final de cuentas, la mejora o no de la competitividad electoral dependerá de los resultados que obtenga Massa, especialmente en materia de inflación, que es la principal preocupación de los argentinos. El escenario desde el cual parte es sumamente complejo: con aumentos de aproximadamente el 8% en julio, la inflación anual se acerca a los tres dígitos. A su vez, lo que tenga que hacer para detener esta inercia puede que termine desencantando a la tropa propia.
Es una incógnita cómo se manejará Cristina de ahora en más, en especial una vez que se anuncien una serie de medidas que probablemente no vayan en sintonía con la retórica histórica del kirchnerismo y con lo que ella misma venía sosteniendo en sus últimos discursos. ¿Cuál es el plan que pretende aplicar Massa? ¿Hasta dónde puede llegar el giro pragmático de Cristina Kirchner? Los mercados respondieron con optimismo no por el nombre de quien asume, sino por lo que representa: hay expectativas de que Massa tenga el peso y aval político suficientes para lograr hacer lo que Guzmán y la efímera Batakis no pudieron. Lo que se espera es una modificación concreta en la gestión económica del gobierno y no solo un cambio de nombres. ¿Sucederá así? Todos miran al miércoles.