Debilidad política, escasez de reservas, el combo que acabó con el “Plan Primavera” y acecha al “Plan Aguantar”

En 1989 una mezcla de circunstancias similar a la actual provocó el descarrilamiento de la economía alfonsinista. La reiteración no es inevitable.

El gobierno y sus circunstancias

Inflación, escasez de reservas y carencia de plan económico creíble, del lado de la economía, más debilidad, internas impiadosas y ansiedad electoral, del lado de la política, le pusieron esteroides al dólar en la semana que pasó, como sucedió otras veces en la historia económica argentina de las últimas décadas.

Tras un inicio no del todo convincente pero al menos pasable para los mercados como fueron el discurso y los anuncios de la ministra de Economía, Silvina Batakis, el lunes pasado, las señales que siguieron fueron todas negativas.

Aumento de la retención impositiva al “dólar-turista”, inflación de junio del 5,3% e interanual superior al 60%, eyección del titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Adrián Cosentino, y del CEO de YPF; Sergio Affronti, garantía del Banco Central para que los bancos se animen a seguir teniendo Bonos del Tesoro en pesos, entre las económicas.

Y del lado de la calle y la política, movilizaciones piqueteras y presión de dirigentes cercanos a Cristina Kirchner, como Andrés Larroque y Juan Grabois, que exigen al gobierno impulsar por ley o instituir por decreto un “Salario Básico Universal” o un nuevo “Ingreso Familiar de Emergencia” (IFE) para poner coto al malestar económico y social y preservar la viabilidad del kirchnerismo en las elecciones de 2023. Encima, hubo allanamientos judiciales a grupos piqueteros vinculados al gobierno, acusados de extorsión en el manejo de planes sociales, con hallazgo de decenas de miles de dólares y millones de pesos. El presidente les redobló su apoyo y uno de los referentes (”Coco” Garfagnini, estrechamente vinculado a Milagro Sala) habló de “segundo lawfare”.

Imposible que en semejante tembladeral el dólar se esté quieto. Más aún si, como reconoció de hecho el propio gobierno al desalentar con una nueva retención el uso del “dólar tarjeta”, las reservas flaquean, aunque el titular de la entidad, Miguel Pesce, insista en que alcanzan y Batakis diga sentirse “cómoda” con el tipo de cambio oficial

La historia argentina de las últimas décadas ya conoció episodios así, en los que el dólar sirvió de termómetro.

La semana pasada se recordó aquí la larga serie de devaluaciones que sucedieron al período de la “Plata dulce” y su antecedente crítico previo: el rodrigazo de 1975, que puso fin a los desequilibrios macroeconómicos acumulados durante la gestión de José Ber Gelbard, a quien Batakis consideró “el mejor ministro de Economía de la historia argentina”.

Un aún mejor antecedente del momento actual tal vez sea la devaluación que sobrevino a principios de febrero de 1989, cuando se empezó a deshacer el esquema que el equipo económico encabezado por Juan Sourrouille había lanzado para que la economía alfonsinista aguantara los trapos y sostuviera la viabilidad electoral del candidato presidencial oficialista, el entonces gobernador cordobés Eduardo Angeloz, que se había impuesto en la interna radical con un abrumador 88% de los votos.

En agosto de 1988, ante el desflecamiento del Plan Austral y el riesgo de hiperinflación se había lanzado el llamado “Plan Primavera”: acuerdo con las empresas para “desindexar” los precios a cambio de una rebaja del IVA, y fondo de olla de recursos vía Banco Central, que empezó a licitar entre los bancos los dólares que compraba al tipo “comercial” a los exportadores, para hacer una diferencia que ya no podía hacer del lado fiscal.