Hay unanimidad en el apoyo a Ucrania, pero mantienen varios otros frentes abiertos
Los representantes de los 30 estados miembros tienen que hacer frente a su desafío más importante desde la Guerra Fría y determinar de qué manera van a hacer frente a las ambiciones expansionistas rusas. Lo urgente será la coordinación para hacer llegar la ayuda militar que necesita Ucrania y convenir cuáles serán las nuevas líneas rojas que determinarán la intervención militar directa.
Por ahora, nadie cree que la OTAN deba involucrarse directamente en la guerra, aunque Putin está haciendo lo imposible para que esto suceda. Cualquier misil mal direccionado podría desatar un conflicto como no se veía desde la II Guerra Mundial. De esto se discutirá por lo bajo, a puertas cerradas, en reuniones de círculos pequeños. ¿Qué sucedería si el solo envío de armas fuera inútil ante la merma pronunciada de soldados ucranianos? ¿Dejarían caer a Ucrania para contener a los rusos en otros frentes? Las preguntas estarán y las respuestas se mantendrán en reserva. Pero habrá respuestas a este dilema occidental.
En la atmósfera calurosa madrileña también sobrevolará la cuestión de si será Ucrania alguna vez parte de la OTAN. Es algo que desde Kyiv se viene pidiendo desde hace mucho y siempre quedó postergado por el temor en Washington, Londres y Bruselas de que esa movida podría exacerbar la confrontación con Putin. Pero esa cuestión ya quedó obsoleta. Rusia no sólo se “enojó”, sino que lanzó una guerra de conquista contra su vecino.