Fernández, los guantes blancos y los manchados

Una apuesta arriesgada por parte del Presidente: hacer campaña hablando de corrupción.

Con las mejillas encendidas, el índice en alto y cerca del máximo agudo de su rango vocal, Alberto Fernández se desgañitó este martes contra los “ladrones de guante blanco”. Desencajado, los acusó de dar “clases de ética y moral en los medios” y dijo que esperaba “que la Justicia se dignifique a sí misma y los llame a rendir cuentas”.

El Presidente, que apuntaba a enlodar a la oposición en general y a Mauricio “el Enemigo” Macri en particular, encabezaba un acto en Cañuelas por la ampliación del tramo de autopista de la Ruta 3.

Toda una audacia: habló de corrupción en un contexto que invitaba inmediatamente a recordar que su vicepresidenta y electora, Cristina Kirchner, en este momento es juzgada como jefa de una asociación ilícita que, por medio de “diversas irregularidades”, defraudó al Estado en $46.000 millones en 51 contratos viales que su gobierno le otorgó a su exsocio, Lázaro Báez.

La de Vialidad es una de las causas que investigó la corrupción K que logró avanzar en la Justicia. Al menos otros 25 expedientes que tienen como acusados a exfuncionarios kirchneristas, y que fueron elevados a juicio oral hace más de tres años, todavía no tienen fecha de inicio.

Lo dijo en un acto junto al gobernador bonaerense, Axel Kicillof, y el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa.

Entre ellos el más famoso de todos, los Cuadernos de las Coimas, un esquema ilícito tan grosero que más que blancos en este caso los guantes estarían manchados.

Aparentemente, Fernández cree que hablar contra Macri -”subirlo al ring”- le dará rédito, interno y electoral. Es una táctica arriesgada. Si apunta a la supuesta corrupción del macrismo, como hizo el martes, no podrá evitar que se rememoren los bolsos de Julio López, la imprenta de billetes de Amado Boudou, los juicios contra Báez y Cristóbal López, la prisión de Julio de Vido…

En ese rubro, parece llevar las de perder.

Además, lo que hasta ahora era su punto fuerte, la malísima gestión económica del anterior gobierno, verdadero talón de Aquiles opositor, comienza a debilitarse ante los desatinos encadenados por esta administración en dos años y medio.

Y es allí donde se juega de verdad el partido: de acuerdo con una encuesta publicada por Clarín este domingo, el 37% de los argentinos cree que el principal problema que afecta al país es la inflación.

La corrupción aparece sexta lejos, con el 4%, y después de la inseguridad, el desempleo, la pobreza y la educación.

Es natural: cuando solamente en este mes la luz aumentará un 17%, el gas otro tanto, la prepaga un 10 y el alquiler nada menos que un 54%, no hay mucho que discutir. Tratar de llegar a fin de mes con el menor daño posible sepulta cualquier otro interés.

Desquicia toda planificación, arruina a empleados, empleadores, cuentapropistas y ni hablar de quienes sobreviven en la economía informal.

Mejor no abundar en datos. De todos modos, el Presidente cree que los medios “intoxicaron la cabeza de los argentinos”. Lo aseguró este miércoles, en SMATA: “Todos los días muestran desánimo”, agregó, enojado porque según él los medios “silenciaron” que “estamos entre los mejores del mundo” por cómo enfrentamos la pandemia.

En un acto junto a sindicalistas, el Presidente también citó a la marcha peronista para hablar de la interna oficial y volvió a cargar contra Macri: “Dice barrabasadas”.

Los 129.000 argentinos muertos por coronavirus podrían haberlo llamado a silencio pero, fiel a su estilo, Fernández eligió no callar. Con esa cifra, Argentina es el decimocuarto país con más muertes por Covid, cuando ocupa el puesto 31 en población. ¿Eso sería estar entre los mejores del mundo?

La expresión “delito de guantes blancos” es una derivación de “delito de cuello blanco”, en referencia a los cometidos sin violencia por profesionales, funcionarios o gente de clase alta, que vestían camisas blancas, en contraposición con los obreros, que usaban camisas azules, y los campesinos, que lucían sus “cuellos rojos” quemados por el sol.

La usó por primera vez el estadounidense Edwin Sutherland en 1939. Sociólogo, eminencia de la criminología del siglo XX, Sutherland fue primero reconocido por su Teoría de la Asociación Diferencial. En ella, sostiene que el comportamiento delictivo se aprende, no se hereda ni se inventa. Y que se aprende básicamente del entorno.

Fernández, profesor de Derecho Penal, debe estar familiarizado con ella.