Entre las internas políticas y la alta inflación, el país gira sin rumbo

Crecen las disputas tanto en el Frente de Todos como en Juntos por el Cambio. Mientras, la suba de precios sigue sin freno y el Ejecutivo no logra acertar medidas que permitan controlarla.

Por Adrián Ventura – La Argentina se sacude entre las internas del Frente de Todos, las intrigas dentro de Juntos por el Cambio y funcionarios que se muestran preocupados por la alta inflación pero que no hacen nada para resolverla. Mucho ruido y pocas soluciones.

El ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, confirmó el sábado lo que los economistas y los medios de comunicación vienen anticipando desde hace semanas: reconoció que la inflación de abril viene mal, parecida al 6,7% de marzo. Una estrategia parecida al del “estamos mal pero vamos bien” o la de los siempre demorados brotes verdes de la era Macri y que también viene utilizando mes tras mes el secretario de Comercio, Roberto Feletti. El propio ministro de Economía, Martín Guzmán, en el Foro del Llao Llao, había aceptado frente a empresarios que la escalada de precios demorará en bajar.

Como todo fin de mes, renacen las preguntas en torno a la inflación del período. Por lo menos los tres funcionarios del área económica coincidieron en algo: si le sacamos todos los aderezos que le ponen a sus dichos -afirman en que el país se recupera, que disminuyó la pobreza y cayó el desempleo-, terminan admitiendo que el problema sigue sin resolverse.

A esta altura, hay unanimidad entre los economistas acerca de que el número de inflación estará entre 6 y 7 por ciento y que la anual rondará ente el 60% y 70%, si todo marcha excepcionalmente bien.

Fausto Spotorno, director del estudio de Orlando Ferreres, siempre moderado, había calculado en la semana que el número alcanzaría el 67% anual, partiendo del supuesto de que en el segundo semestre la inflación fuese de 3,5 o 4 por ciento mensual. Acaba de corregir esa proyección: no será inferior al 70 por ciento, y con miras al 75 por ciento. Y Domingo Cavallo calculó todavía cinco puntos más.

Kulfas afirmó que se redujo la pobreza. Frente a tamaña afirmación, conviene repasar lo que hace dos semanas dijo Martín Redrado: explicó que cada punto de inflación anual empuja a 230.000 personas bajo la línea de pobreza. La cuenta es sencilla y acá unos elementos para que usted mismo la realice: la inflación de 2021 fue 50,9 por ciento; en cuatro meses la inflación, con índices crecientes (3,8%; 4,6%; 6,7% y una estimación de 6%), acumula 21 por ciento; y 2022 puede terminar, en el mejor de los casos y si hubiese una brusca desaceleración, con 65 por ciento.

¿Ya hizo la cuenta? El Gobierno que prometió redistribución se convirtió en una fábrica de pobres, si se mide la pobreza por ingreso. Y cuando se la mide por estándares multidimensionales (acceso a salud, educación, vivienda digna, etcétera), según un estudio oficial del propio Poder Ejecutivo la situación es aún peor: 55 por ciento de los argentinos son pobres. Eso sí, Kulfas dice que sólo una minoría de los trabajadores formales son pobres. Aunque los salarios juntaron un atraso del 1,5 por ciento en el cuatrimestre, que se suma al de cerca de 20 por ciento perdido que acumulan desde 2017. A este ritmo, la Argentina pasará a ser uno de los países más igualitarios del mundo: una enorme mayoría estará formada por gente igualmente pobre.

Por eso, la pregunta correcta deja de ser cuánto alcanzó la inflación del mes anterior, sino cuáles son las medidas que toman los funcionarios para que esa realidad comience a cambiar en los próximos meses. “El acuerdo con el FMI fijó metas, como bajar la emisión y el déficit, pero esos enunciados generales no alcanzan. Hace falta plasmarlo en un plan concreto, mensurable, ejecutable en el tiempo, que genere confianza e inversión”, sostiene Santiago Palma Cané. Ese es el punto y es lo más preocupante: no hay plan.

Para peor, crecen las especulaciones de que Alberto Fernández está tentando a algunos grandes economistas para reemplazarlo a Guzmán. Pero cualquier economista que se precie de tal, para ingresar al Gobierno, pondrá dos condiciones esenciales: echar a varios funcionarios actuales y nombrar a todos sus colaboradores y, además, un paquete de leyes económicas que sea aprobado por el Congreso. El Presidente no podría comprometerse con ninguna de esas consignas, por la sencilla razón de que no puede desplazar a los funcionarios que representan a Cristina ni tampoco maneja los hilos legislativos. La ofi-oposición de Cristina Kirchner, ese intento de ocupar todos los espacios político, es su límite infranqueable.

 

El festejo de los no trabajadores

Entonces, no llama la atención que Alberto Fernández haya convocado a los movimientos oficialistas de piqueteros (desempleados) para celebrar el Día del Trabajo. Se asume que, a falta de trabajo, el albertismo buscará mostrar fuerza en la calle con unas 300.000 personas y los líderes piqueteros apuntarán a reforzar su manejo de cajas clientelares. Máximo Kirchner, que trabaja de diputado nacional, se despegó y anticipó el sábado su propio acto con el PJ bonaerense, para aceitar el desembarco del cristinismo en el bastión provincial. Y volvió a castigar a Guzmán.

Por su parte, la CGT, hasta ahora más cercana al primer mandatario que a la Vicepresidenta, comenzó a recalcular: tomó distancia del proyecto Alberto 2023, expresó su preocupación por la inflación y sostuvo que los bonos y anticipos de paritarias son apenas una solución transitoria. Y uno de los gobernadores, el tucumano Jaldo, ya confirmó que la elección en su provincia no coincidirá con la presidencial, sino que se hará en junio.

Esto recién comienza. Incluso en la Provincia de Buenos Aires algunos cristinistas sueñan con una fecha similar. Pero eso dependerá de cómo evolucionen las perspectivas que pueda tener Cristina Kirchner frente a una candidatura nacional.

En ese teatro donde todos simulan algo, Feletti se reunió de urgencia, el viernes, con las empresas productoras de alimentos. Cuando les preguntó a los ejecutivos por los faltantes en las góndolas, algunas firmas le respondieron que enfrentan mayores costos de producción, lo cual es cierto porque esos precios están atrasados y cubren apenas el 30 por ciento de lo que necesitarían esas empresas. Otras, deslizan que los supermercados, sabiendo que los precios aumentarán, salieron a demandarle a sus proveedores mayores volúmenes, para aumentar su stock. Y una de firmas dijo que los faltantes en las góndolas se explican porque son los consumidores los que rápidamente arrasan esos productos a bajo precios. Sería algo como decir que el éxito del plan conspira contra el mismo plan. Insostenible.

Feletti hace que se preocupa por los problemas que enfrentan las empresas y escucha sus argumentos. Las firmas hacen que se acomodan a los reclamos de Feletti, pero saben que esa no es la solución. Y con una autorización para aumentar apenas 2 por ciento, la escena se volverá a repetir como una farsa. Ni siquiera se consiguen los Precios Cuidados en los comercios de cercanía. Dos tercios de los productos faltan en las góndolas no porque la gente se los lleve sino porque los distribuidores directamente ni se los entregan. Ningún gobierno tiene derecho a pedirle a las empresas que trabajen a pérdida.

Guzmán, sin otro éxito del que jactarse que haber cerrado el acuerdo con el FMI, resiste con el apoyo del Presidente la andanada de misiles que todos los días le arroja el cristinismo. Eduardo “Wado” de Pedro no lo quiere, porque lo ve como el ministro de la deuda. Pero es el único de La Cámpora que no lo critica en público e, incluso, alabó el acuerdo con el FMI. Viene de coronar una muy exitosa gira por Israel, sumando valiosos lazos para su carrera presidencial. El representa la cara moderada y racional de esa agrupación. En cambio, los demás, con Andrés Larroque a la cabeza, no tuvieron piedad.

En el Foro Llao LLao, los empresarios hicieron muchas preguntas, pero Guzmán tuvo pocas respuestas satisfactorias. Les explicó a los hombres de negocios que el crecimiento económico, cuando no se comparte, no trae progreso. La pregunta que se hacían algunos es dónde está el crecimiento económico, que por ahora es un rebote. La idea de Guzmán de compartir hace alusión al nuevo impuesto a la renta inesperada.

Sabiendo que los especialistas en tributos lo consideran una doble imposición, porque viene a gravar rentas ya están alcanzadas por el Impuesto a las Ganancias, buscó trazar una diferencia. Su argumento es más o menos este: una cosa es una ganancia fruto de la producción y, otra distinta, es una ganancia que llueve del cielo, producto de factores sobre los que nadie trabajó. La suba de los commodities por la invasión de Rusia a Ucrania sería una ganancia inesperada. ¿Se animará a decir que la ganancia de los laboratorios por la inesperada pandemia también lo es?

El ministro, además, insiste en sostener que este impuesto es excepción. Como todos sabemos, los impuestos excepcionales en la Argentina se vuelven eternos. Pero el Gobierno parece ahora haber encontrado otro atajo: cada año inventa un impuesto nuevo. En 2021 fue el impuesto a la riqueza, que le permitió recaudar unos US$250.000 millones. Este año el manotazo vendrá de la renta inesperada. ¿Y el año próximo? Ahí posiblemente el Gobierno no apunte a impuestos de ejercicio anual, porque necesitará asegurar un flujo mensual de ingresos, para hacer frente a la campaña.

También fue noticia el dólar, por el alza de los financieros y el blue. “El salto que tuvo el dólar fue la respuesta al anuncio de mas emisión monetaria vía nuevo IFE para trabajadores y jubilados. Eso provocó una corrida al dólar. Y el riesgo latente de la deuda en bonos atada a la inflación hizo que comenzaran a vender algunos fondos de inversión vía el CCL. Después de un overshooting, el tipo de cambio descendió y buscó otro nivel de estabilidad”, explica Franco Di Nicola, asesor de inversiones.

Pero todos los economistas consultados coinciden en que la inestabilidad continúa. Aun así, preferimos mencionar este tema después de haber hablado sobre la suba de precios, porque en la Argentina de hoy el problema no es el precio de la moneda extranjera, sino la inflación y la falta de plan económico.

 

Cristina Kirchner no le reza a la Corte

En la Argentina, hay una relación directa entre el poder y la impunidad. Cristina Fernández lo sabe. Y por eso, cada vez más débil, sabe que la Corte le deparará muchas sorpresas desagradable.

En apenas 15 días, el máximo tribunal instaló el nuevo Consejo de la Magistratura; el presidente de la Corte, Horacio Rosatti, se puso al frente del Consejo y le temó juramento a 18 de sus miembros; por unanimidad ese organismo excluyó de una concurso para la Cámara de Casación al juez federal Walter Bento -ya casi ni asombra que haya tenido la osadía de querer ascender teniendo sobre sus hombros un procesamiento confirmado por pedir coimas- y la Corte reforzó con tres funcionarios el Tribunal Oral Federal número 7, que tiene a estudio la causa en la que está imputada la vicepresidenta por figurar en los cuadernos de las coimas.

Anteayer, incluso Ricardo Lorenzetti, que está muy distanciado de Rosatti y que algunos creían más cercano al kirchnerismo, buscó cerrar cualquier grieta cuando dijo que la Corte no está para hacer populismo judicial; criticó la acumulación de poder que hizo el sector político bajo la vigencia del Consejo de 13 miembros creado por Cristina y cuestionó como poco serios los proyectos de ampliar la composición de la Corte, desde las 5 poltronas actuales, a 9, 15 o 16 miembros.

Algún defensor de esos proyectos podrá decir que el Tribunal Constitucional de Alemania tiene 16 miembros. Pero la Argentina no es Alemania; nuestro país no gobernaron Konrad Adenauer ni Angela Merkel y 16 jueces supremos son la puerta para un aquelarre.

Esa tumultuosa algarada de magistrados permitiría que los jueces, a instancias del poder de turno, se combinen y recombinen de infinitas maneras para declarar constitucional o inconstitucional cualquier norma, por buena o arbitraria que fuere. La Argentina, que también lleva el título de República -ya olvidado- terminaría rifando la poca estabilidad jurídica que aún conserva.

Esta semana, no obstante, el cristinismo insistirá en con ese proyecto en la Comisión de Asuntos Constitucionales, a pesar de que la oposición no lo apoyará en el recinto y tampoco aceptará tratarlo en Diputados.

 

La oposición empuja la boleta para 2023

La oposición, por ahora, tiene otras preocupaciones. En Juntos por el Cambio, donde hay por lo menos seis líderes con aspiraciones presidenciales, se dieron el lujo de levantarle el precio a Javier Milei, que por sí solo mide bastante bien. En los países con baja satisfacción ciudadana o profundas crisis de representación, los lideres populistas siempre tienen chance de emerger. Basta como prueba con mirar a Cristina, a Donald Trump, Jair Bolsonaro, Beppe Grillo y a Marine Le Pen (que aunque perdió los comicios alcanzó un envidiable 42 por ciento).

El economista libertario mide bien en todas las encuestas, aunque nadie se atreve a afirmar que le pudiera alcanzar para pasar a una segunda vuelta. Por otra parte, a diferencia de Trump y de Bolsonario, Milei arrancó su arremetida presidencial con muchos meses de anticipación a los comicios y puede desgastarse. Perdería el factor sorpresa. Si su fuerza no le alcanzase para pasar a una segunda vuelta, entonces sus votos se decantarían naturalmente en Patricia Bullrich o Mauricio Macri.

Lo curioso es que el debate interno de Juntos por el Cambio le dio a Milei mayor centralidad, cuando los problemas que tiene esa alianza son otros. Primero, entender que hay sectores del PRO y del radicalismo que impulsan modelos económicos y visiones de país muy distintos, que deberían ser discutidos en profundidad. Y, segundo, el propio PRO debería intentar ordenar su interna antes de las PASO, como pretende Horacio Rodríguez Larreta, antes de llegar a las PASO -por ahora el PRO no puede mostrar mejor gestor que él- si pretende ser competitivo con un radicalismo que se siente revitalizado.

En lo legislativo, la oposición se unificó para impulsar esta semana, en la Cámara de Diputados, el proyecto de Boleta Única, procurando que la lista sábana pase a la historia. Pidieron una sesión especial para el jueves: pueden juntar más de 129 votos para el quorum y, aún cuando no alcanzarían los dos tercios para tratarlo sobre tablas, si podrían emplazar al oficialismo para que acepte crear la Comisión de Asuntos Constitucionales. El presidente de la Cámara, Sergio Massa, que impulsa una muy nutrida agenda productiva, en el tema Boleta Única buscará anticiparse y el martes creará esa estratégica comisión, que estará encabezada por la camporista Vanesa Siley.