Boric en Buenos Aires: desapego al protocolo, Malvinas y un encuentro con Cristina que no fue

Fuera de la agenda oficial, el presidente chileno visitó el Monumento de los argentinos caídos en Malvinas y saludó a un grupo de chilenos residentes. Reunión con los tres poderes del Estado, pero no con la vicepresidenta ni la oposición

El hombre estiró la mano y el mandatario se la tomó con fuerza. “Estoy trabajando acá en Buenos
Aires. Vamos a volver a Chile. ¡Vamos Chile!”, escuchó Gabriel Boric y le devolvió una sonrisa,
mientras continuó caminando hacia el monumento a San Martín, en la plaza que lleva el nombre del
Libertador de América a metros de la Cancillería.
El hombre estiró la mano y el mandatario se la tomó con fuerza. “Estoy trabajando acá en Buenos
Aires. Vamos a volver a Chile. ¡Vamos Chile!”, escuchó Gabriel Boric y le devolvió una sonrisa,
mientras continuó caminando hacia el monumento a San Martín, en la plaza que lleva el nombre del
Libertador de América a metros de la Cancillería.
Luego de saludar a Cafiero en la Plaza San Martín, Boric se separó nuevamente del protocolo y se
acercó a hablar con alumnos de una escuela primaria que participaron del acto. También se lo vio
hacer una reverencia cuando tres personas levantaron una bandera del Partido Comunista chileno
–parte de la alianza gobernante en La Moneda–. Al salir, les dedicó los dedos en V de su mano
izquierda.
Aunque conversaron temas delicados como la plataforma continental en la Antártida, la cuestión
mapuche en la Patagonia y la situación del ex guerrillero Galvarino Apablaza, los términos del
encuentro entre los mandatarios fueron en sintonía, como luego expresaron ambos ante la prensa.
Allí no ahorraron elogios y se trataron de “amigos”, “aliados” y “cómplices”. Con respuestas más
largas, apoyado por momentos en el atril o con los brazos en jarra, la juventud del mandato de Boric
contrastó con el tono pausado y conciso de Fernández, quien ya atraviesa el tercer año de gobierno
y una interna al rojo vivo.
A contramano incluso de la polarización que atraviesa la política argentina, Boric incluyó en su
nutrida comitiva no solo a parte importante de su gabinete –por caso, en su mayoría mujeres, como
la ministra de Relaciones Exteriores, Antonia Urrejola; la ministra de Defensa, Maya Fernández; la
ministra de la Mujer y Equidad de Género, Antonia Orellana, y la ministra de Cultura, Julieta
Brodsky–, sino también los presidentes del Senado y la Cámara de Diputados de Chile, Álvaro
Elizalde, y Raúl Soto. También subió al avión al titular de la Corte Suprema trasandina, Juan
Eduardo Fuentes.
Luego de un almuerzo frugal y en soledad en su hotel, Boric continuó su jornada en el Congreso,
donde fue recibido por Sergio Massa y la presidenta provisional del Senado, Claudia Ledesma
Abdala de Zamora. Cruzó el Salón Azul para firmar el libro de honor, pero no pudo encontrarse con
Cristina Kirchner, que estaba en El Calafate, en “un viaje programado desde hacía tiempo”, según
comentaron a elDiarioAR en el Instituto Patria. Tampoco se encontró con ningún miembro de la
oposición, que no fueron invitados al convite, recogió este medio en fuentes parlamentarias de
Juntos por el Cambio.

Al caer la tarde esperaba su penúltima cumbre con el poder argentino en la sede de la Corte
Suprema, con el presidente Carlos Rosenkrantz y los ministros, Juan Carlos Maqueda y Ricardo
Lorenzetti.
La jornada intensa de Boric tenía en agenda finalizar en el Centro Cultural Kirchner con una la cena
en su honor y con el “Concierto de la Hermandad argentino chilena”, del que estaba previsto que
participen artistas trasandinos –como Inti Illimani– y locales –como Víctor Heredia Teresa Parodi y
Chango Spasiuk–. Sería un cierre distendido y con música, aún más lejos del protocolo al que trata
de esquivar, donde el mandatario chileno tendría la oportunidad de probar por primera vez –como él
mismo admitió en una entrevista que ofreció antes de llegar al país– el fernet con coca.