Persiste la contaminación minera en afluentes del Pilcomayo

Los vertidos toxicos de las cooperativas mineras son arrojados a los ríos Vitichi y Tumusla, generando aguas amarillentas.

Esta situación está matando la producción agrícola en Ckara Ckara.

Las regiones de la provincia Nor Chichas (Potosí) continúan soportando la brutal contaminación de los ríos Vitichi y Tumusla, afluentes del Pilcomayo, por la actividad minera, sin regulación ni sanciones por parte de las entidades estatales acorde a la Ley del Medio Ambiente.

«Las autoridades no hacen cumplir la normativa ambiental porque las empresas mineras, en su mayoría cooperativas, sueltan sus diques de colas, cuando hay grandes riadas en la época de lluvias», expresó Isabel Salinas, miembro del Comité de Movilización Ckara Ckara en Tumusla.

Salinas dijo que la contaminación minera sigue siendo una «bomba de tiempo» debido a que las empresas, con poder político y económico, realizan la explotación minera sin tener la licencia ambiental.

Además, reveló que no realizan las consultas previas para la instalación de sus ingenios en cabeceras de los ríos.

«El daño es irreparable para las poblaciones de ese hermoso valle que vive de la agricultura. Las aguas contaminadas están dañando la producción vitivinícola tan próspera y que gracias a la contaminación va muriendo lentamente», lamentó el periodista Marcelo Huanca que es oriundo de Tumusla.

La contaminación minera provoca la migración de la población, especialmente de jóvenes, por la pérdida de la productividad de los suelos agrícolas.

Salinas mencionó que en los últimos años se incrementó la migración a Santa Cruz, Argentina y ahora Chile es el nuevo destino.

«Los poblados de la subcuenca de Tumusla se están quedando vacías sin gente, cuando el agua que es vida ya no es segura para el riego. Solo viven mujeres y hombres adultos que cultivan la tierra para su sustento», describió la representante del Comité de Movilización de Ckara Ckara.

El río Vitichi se une al río Tumusla en la zona de Aripalca y ambos kilómetros más abajo se conectan con el río Cotagaita para echar sus aguas contaminadas al Pilcomayo, afluente de la Cuenca del Plata.