Descontrol en la frontera con Brasil: sacaron los puestos de venta ilegal de combustibles

Los habían instalado en el boulevard que separa la localidad misionera de Bernardo de Irigoyen con Barracao.

En un operativo coordinado entre Gendarmería, Policía de Misiones y funcionarios de la Municipalidad de Bernardo de Irigoyen, este fin de semana desalojaron a más de un centenar de personas que se habían instalado sobre el límite internacional para comercializar en forma irregular miles de litros de combustibles a los habitantes de las localidades brasileñas de Dionisio Cerqueira y Barracao.

La ciudad argentina está separada de Brasil apenas por un boulevard y el contrabando en la zona del barrio Provincias Unidas es una constante desde hace muchos años: las mercaderías van o vienen según la conveniencia.

Para evitar la instalación de los precarios puestos, Gendarmería mantendrá patrullajes sobre la zona primaria aduanera y la Policía realizará operativos para evitar el traslado de naftas en recipientes no homologados.

Además, la fuerza federal se comprometió a realizar controles más exhaustivos en el puesto que tiene en el acceso a Bernardo de Irigoyen para evitar el ingreso de combustible en bidones proveniente de localidades vecinas.

Por otra parte, desde el Juzgado Municipal de Faltas se comprometieron a ser rigurosos con las multas que se aplicarán a aquellos que transporten en forma irregular tanto nafta como gasoil.

En las últimas semanas había crecido considerablemente la cantidad de personas que se dedicaban a la venta irregular de combustible a brasileños. Para ello se instalaban sobre la avenida que hace de límite con bidones y botellas para reabastecer a automovilistas brasileños.

Esa precaria “estación de servicio” a cielo abierto funcionaba a plena luz del día y no muy lejos del centro de frontera. El combustible de mayor demanda era la nafta súper y por cada litro vendido a los brasileños dejaba a los contrabandistas una ganancia de entre 40 y 50 pesos. Una persona que se instale sobre ese paseo con cien litros de combustible podía obtener un ingreso superior al de un empleo formal en esa ciudad.

El negocio arrancaba en los surtidores. Las personas debían estar pendientes de la llegada del combustible, ya que en pocas horas los tanques de las expendedoras quedan vacíos. Una vez conseguido el carburante, se fraccionaba en bidones de diferentes tamaños y se trasladaba a la avenida, no muy lejos del centro de frontera que vincula a Bernardo de Irigoyen con Barracao y Dionisio Cerqueira.