El jueves, los Servicios de Distribución de Energía de Kosovo (KEDS) anunciaron apagones continuos de dos horas para 2 millones de personas debido a una «sobrecarga» de su red eléctrica.
Simultáneamente, Serbia se vio obligada a cortar la electricidad a los clientes.
Por su parte, el operador de la red eléctrica británica emitió una advertencia de suministro de energía y la interrupción de una planta nuclear de Francia culminó en una tormenta perfecta de tensión en la red del continente, lo que resultó en suministros de energía reducidos y precios exorbitantemente altos.
Once asociaciones europeas (desde el acero hasta los fertilizantes, pasando por las fábricas de cemento y las papeleras) publicaron un memorando el jueves en el que indica que las empresas intensivas en energía están pagando «precios de la energía insoportablemente altos» que pueden obligarlos a cerrar sus operaciones.
Sin embargo, hay buenas noticias para el continente, ya que el gas de referencia holandés en el primer mes se desplomó hasta un 43% desde un pico de 180 euros por megavatio-hora a alrededor de 102 euros en los últimos días debido a que embarcaciones con gas natural licuado de EE.UU. se dirigen al continente hambriento de combustible.
Europa sigue atrapada en la peor crisis energética de su historia, y aunque ahora se acerca algo de alivio, lo peor puede no haber terminado ya que el invierno del hemisferio norte acaba de comenzar.