Cristina Kirchner, un pez fuera del agua

El alineamiento oficial con Biden; los ajustes que pide el FMI; la vicepresidenta, sin saber qué camino tomar; el feroz ajuste fiscal que hizo la inflación; la verdadera relación de Lula y Kirchner con el Fondo

Por Carlos Pagni – Sobre la consistencia de los discursos, de las palabras de Alberto Fernández, sobre la capacidad que él tenga para mantener a lo largo del tiempo sus intenciones y propósitos, cabe tener dudas gigantescas.

Hecha esa salvedad, en el entorno del Presidente comentan que hubo un antes y un después en la forma en la que Fernández observa el devenir de la política y el curso de su administración.

Esa línea divisoria, ese hecho traumático, ocurrió el 15 de septiembre, un miércoles, que fue el día en que los ministros de Cristina Kirchner, ligados a La Cámpora, le hicieron una especie de piquete y amenazaron con vaciarle el Gobierno. A partir de ese momento, Alberto Fernández habría llegado a la conclusión de que es inútil tratar de cumplir con la fantasía de tener contentos a todos. Es decir, de poner en el centro de su gestión, de su proyecto, la unidad de la coalición, la armonía del grupo. Que no hay nada que alcance para satisfacer a Cristina Kirchner. Así piensa él.

Hay una mentalidad dentro del kirchnerismo para la cual todo es política. Si uno negocia bien, presiona bien, amenaza bien, cualquier resultado se obtiene, aunque esos resultados tengan que ver con números económicos o con la ingeniería de la energía.

Uno de los mejores consultores en materia energética, que se llama Daniel Gerold, dice que en las últimas tres semanas lo que importa en la Argentina que es el Gas Natural Licuado aumentó el 30 por ciento. Esto implica un ataque feroz sobre las reservas del Central, por los dólares que se van a necesitar para importar ese gas, que es el gas sobre el que se hace la luz.

Dentro de este contexto, Cristina planteó una idea bastante disparatada, desde el punto de vista técnico, práctico, de comprensión de las instituciones, que es pedirle al Fondo ayuda para buscar la plata que se fugaron los argentinos en la época de Macri. De esto hablamos ya en su momento, Horacio Verbitsky publicó una lista de los que fugaron dinero. Es decir, la gente que compró dólares, y en esa lista, los Eskenazi se llevaron el 30% de los dólares que se vendieron. Otros amigos y beneficiarios del oficialismo, como Gerardo Werthein, Mauricio Filiberti -íntimo de Massa-, etc.

Pero lo más interesante que hay que recordar, es que en la página 154 del libro Sinceramente, Cristina escribe lo siguiente: “el 29 de febrero del 2016, año bisiesto, decidieron una nueva devaluación y llevaron el dólar a 15,8 pesos, totalizando de febrero de 2015 a febrero de 2016 una devaluación superior al 65%. A esa altura tomé la decisión de que todos los plazos fijos que teníamos de varios millones de pesos, todos en el Banco Galicia y cuya trazabilidad estaba perfectamente determinada, no solamente en el Banco sino ante las declaraciones juradas en la OA, la AFIP, etc. Todos, fueran convertidos, esos pesos, en dólares en efectivo. Y depositados en cajas de seguridad en el mismo banco de Galicia”.

Lo curioso de esta confesión, que en los términos erróneos en que ella se manifiesta es fuga de capitales, es que no aparece ella en la lista. Alguien la quitó de la lista, porque si es por el monto debería estar en el lugar 25 de la lista que publicó Verbitsky. Alfonso Prat Gay suele burlarse diciendo que Cristina Kirchner fugó más dólares que el 99% de los argentinos. Es decir, está a la cabeza de los fugadores.

¿Qué importa de todo esto? Que vemos a una Cristina desorientada, una mujer a la que se le están acabando los naipes. Como si estuviera en una encerrona: “¿Me quedo dos años más compartiendo el ajuste con Alberto Fernández y liquido parte de mi credibilidad frente a la gente, que cree que es posible un mundo sin ajuste, un mundo feliz, donde no hay mediano plazo, donde todo es un presente eterno? ¿Hago eso? ¿O me aparto y volteo a un Gobierno, como Chacho Álvarez?”. No es fácil decidir, por eso la desorientación discursiva. No se termina de entender qué quiere decir cuando le habla al Presidente. Comete un error extraordinario: insulta al Fondo, dice que se llevó puestos a dos gobiernos radicales, dice que es el mal de todos los males. Dónde está el error? en que van a acordar con ellos, no los insultes tanto, porque vas a quedar contaminada con aquel con el que estás pactando. Cuando le den la mano al Fondo, le van a dar la mano a un monstruo construido por ellos mismos. Es decir, Cristina comete errores que están en el ABC de la política.

Esto sucede porque hoy Cristina es un pez fuera del agua. Es una dirigente o una líder populista, que tiene que hacer un ajuste o permitir que el ajuste lo haga la realidad. Se encontró con el límite. En todo esto hubo una narración de la historia, tergiversada. Habló del Fondo frente a Lula, describió este Fondo monstruoso frente a Lula. Ese Lula que el 15 de marzo de 2004, en el Hotel Copacabana, en presencia de Julio de Vido, de Martín Redrado, de Ricardo Jaime, tuvo una discusión fenomenal con Kirchner, porque Lula quería prometerle al Fondo que Brasil tendría un superávit del 4,5 del PBI y Argentina quería ofrecer solo el 3,3.

Frente a esto, una oposición que se horizontaliza, un radicalismo que empieza la discusión por el poder y una escena que se va a plantear esta semana. La pretensión, probablemente exitosa, de Gerardo Morales, de quedar al frente del radicalismo. Estamos hablando de una elección indirecta, de delegados. Hay quienes dicen que esa elección debería ser suspendida, porque muchos de esos delegados no revalidan hace tiempo sus cargos en las urnas. Si se realiza la elección, Morales podría quedar al frente de una fuerza relevante de la coalición opositora. Estamos hablando de alguien muy ligado a Massa y estamos hablando de un gobernador de Jujuy que por su relación política con el oficialismo votó varias leyes a favor del gobierno: nada menos que el impuesto a la riqueza y la quita compulsiva de fondos a la ciudad de Buenos Aires.

Va a seguir el debate. Morales es un hombre poderoso. Tal vez se quede al frente del partido, pero la discusión va a seguir abierta, y es una discusión en las que se van a estar alineando otras figuras. Hay una relación explícita de Morales con Patricia Bullrich. Del mismo modo que hay una alianza, detrás de la figura de Lousteau y Rodrigo de Loredo en Córdoba, con Horacio Rodríguez Larreta. Ya no hay más un Cambiemos disciplinado detrás de un líder. Encontraron como forma de vida la democracia interna. La competencia. Si no hay reglas, van a empezar los problemas.