La venganza de Cristina Kirchner y la pelea por el 2023 que se adelanta

El procesamiento de Macri cumplió una advertencia hecha hace dos años. La interna en el oficialismo y la oposición, anticipa dos años las disputas por las candidaturas

Por Walter Schmidt – “Ustedes rompieron todos los códigos de la política al meterse con una mujer y, sobre todo, con sus hijos. Por eso nosotros vamos a ir por Macri y por su familia”. La advertencia la hizo uno de los jefes de La Cámpora. La venganza judicial se ponía en marcha en represalia por haber llevado a Cristina Kirchner, Florencia y Máximo al banquillo de los procesados. El mensaje, dirigido al entonces mandatario a través de un áspero diálogo con un interlocutor macrista, tuvo lugar en 2019, previo a las PASO presidenciales. Apenas un presagio de lo que vendría.

El regreso de Cristina al poder a través de Alberto Fernández era una clara posibilidad. Varios ex funcionarios estaban presos como consecuencia de la utilización por parte de la justicia federal del recurso de prisión preventiva que el propio ministro de Justicia, Germán Garavano, cuestionaba. Pocos dudaban de la responsabilidad de muchos de ellos, como Amado Boudou, en la denominada corrupción K, pero la detención previa al proceso exasperó todo. Eso argumentan a la hora de explicar -como pueden- el odio visceral que profesan funcionarios camporistas y dirigentes del kirchnerismo hacia Macri. No es el mismo tono que utilizan en los despachos de la Casa Rosada cuando se refieren a los otros referentes de Juntos por el Cambio. El último miércoles, aquélla venganza se cristalizó en el procesamiento de Macri por presunto espionaje a los familiares de las víctimas del ARA San Juan.

En alguno momento, después de las PASO e incluso durante los primeros meses de gestión de Alberto, algunos operadores judiciales de ambos lados –macrismo y kirchnerismo- bucearon de manera muy subterránea alguna posibilidad de un pacto, a partir del cual, los dos ex presidentes pudieran salir indemnes, judicialmente. El intento murió antes de nacer.

Como se preveía. El triunfo electoral de Juntos por el Cambio a nivel país, y en el principal bastión peronista, la provincia de Buenos Aires, anticipó la disputa del 2023. Por lo pronto en el peronismo –si nada increíble pasa- parecen haber quedado fuera de la carrera presidencial el gobernador Axel Kicillof y Máximo Kirchner, aunque éste nunca fue mencionado para la Nación, sí para la provincia. La lógica indica que también Alberto Fernández debería haber quedado al margen, pero como excepto Sergio Massa o el jefe de gabinete Juan Manzur, no se divisa por ahora ningún competidor de peso en el Frente de Todos, el mandatario vuelve a tener alguna chance de ir por la reelección. Tiene a su favor que dependerá de su gestión despertar apoyos o más rechazos.

“Estos dos años los voy a gobernar como yo quiero, le guste a quien le guste”, le escuchó decir a Fernández uno de sus colaboradores. Podría inferirse que de allí emana esta ola emancipadora que predican en privado algunos ministros del gabinete nacional. Si así no fuera, ¿alguien hubiera imaginado a Matías Kulfas, primero corregir en público a Roberto Feletti que llegó a la Secretaría de Comercio de la mano de Cristina Kirchner? O peor aún, ¿dejando en el aire el nombramiento de Débora Giorgi como segunda de Feletti, y obligándola a irse?

“Hay un fortalecimiento de Kulfas, ¿no?”, comentaba, con un dejo de ironía, un funcionario nacional. Claro que detrás de Kulfas está el respaldo presidencial. En esta nueva versión de Alberto F., parece no haberle gustado que Giorgi pregonara que ella sólo respondía a Cristina, como Feletti, Eduardo “Wado” de Pedro, Fernanda Raverta, Martín Soria, Luana Volnovich y otros. No es casual que el propio Presidente haya intervenido para que algunos programas periodísticos amigos le dieran aire al ministro de la Producción en detrimento de Feletti y su errática política de cepo y mayor control para combatir una inflación que nunca dejó de subir.

La misma tónica atraviesa al conurbano bonaerense. Dos de los ministros más políticos, pilares de la gestión Fernández, Gabriel Katopodis (Obra Pública) y Juan Zabaleta (Desarrollo Social), evangelizan a los intendentes peronistas con el nuevo esquema de poder que comenzó el 14 de noviembre y en la que ni Kicillof, ni Cristina ni Máximo K tendrían la lapicera en la provincia. ¿La tienen?

Así como ya se inició la búsqueda de los posibles candidatos presidenciales del Frente de Todos de aquí a dos años, también ocurre lo mismo para la gobernación. Está claro que el albertismo, detrás de la premisa que lanzó el Presidente acerca de PASO para todos y todas en 2023, intentará llevar un postulante propio para darle pelea al Instituto Patria. “Si me apurás, hoy, el mejor candidato que tenemos, que además ha sido intendente y conoce la provincia es Katopodis”, lanza un alcalde del GBA. Claramente, el responsable de la Obra Pública en la Nación es uno de los mejores exponentes del albertismo.

Si Máximo Kirchner no juega, el camporismo deberá buscar un candidato competitivo, con llegada a los intendentes. Hay quienes promueven para la gobernación al jefe de gabinete, Martín Insaurralde, pero su figura genera cierto rechazo interno. “Le interesa más manejar el juego con su gente en Lotería Provincial, que consolidar la provincia”, deslizan voces cristinistas.

La oposición no está exenta de esta discusión. Es lógico, aunque no sea bien recibido por la sociedad, que tiene demasiados problemas como para convalidar que en estos tiempos se estén discutiendo cargos para dentro de dos años. Pero en la política lleva tiempo instalar un candidato presidencial o a gobernador, sobre todo porque muchos nombres quedaron fuera de carrera tras los resultados de la elección legislativa.

Más allá de haber perdido la interna con Diego Santilli, en las últimas semanas Facundo Manes ha reiterado en privado que su objetivo, casi como una predestinación, es ser presidente en 2023. Por ser un outsider, dueño de otra lógica que la del dirigente político tipo, se siente fortalecido con la elección porque logró instalarse en muy poco tiempo y consiguió enfrentar dignamente a una maquinaria ya aceitada y con muchos años de gestión como el larretismo.

Manes deberá pelear con un consenso interno en Juntos por el Cambio que no lo acompaña del todo. Como es el caso de Elisa Carrió, la fundadora de la Coalición Cívica que acaba de cumplir 20 años. Ella lo cuestionó duramente durante la campaña y lo lleva a Manes en una suerte de lista negra de dirigentes a los que rechaza. Pero esa confrontación se remonta a un momento previo al inicio de las PASO del 12 de setiembre, cuando todavía había empezado la batalla proselitista.

Durante una reunión privada, cuando ambos tenían un excelente vínculo, Carrió ensayó un gesto de acercamiento hacia él y le advirtió que se iba a poner en marcha una campaña sucia en la que lo iban a vincular con algún episodio deshonesto. El comentario exasperó al neurocientífico.-¡Yo no soy ningún corrupto!, le respondió, en voz alta.

Pero luego, pasó directamente a la ofensiva. -¿Sabés cuál es tu problema Lilita? ¡Tenés una corrupción selectiva!

El cruce de miradas fue fulminante. La conversación prosiguió con algo más de calma, pero la relación nunca volvió a ser la misma. Después vendrían los cruces descalificativos en campaña.

Con Mauricio Macri, el vínculo de Manes tampoco es un lecho de rosas. Ni con Horacio Rodríguez Larreta, pese a haber recompuesto bastante la relación, tras las elecciones. Pero el larretismo también está activo. En el subsuelo de las discusiones políticas y del armado con el objetivo presidencial, algunos dirigentes ven con muy buenos ojos una candidatura del ministro de Salud porteño, Fernán Quirós. Pero no para diputado nacional en 2023 sino a la jefatura del gobierno porteño.

En julio pasado, un relevamiento de D’Alessio y Berensztein sobre la imagen de 28 dirigentes, sorpresivamente ubicaba en la cima de los mejores, superando por tres puntos al propio Rodríguez Larreta, a Quirós con un 55% de ponderación a favor. A ese argumento le añaden otro, no menor. Quienes lo promueven, aseguran que Quirós aceptaría el desafío.