Perú: el panorama que abre la obligada renuncia del ministro del Interior

El presidente Pedro Castillo confía en que mañana el Congreso le otorgará el voto de confianza al Gabinete.

El Gobierno de Pedro Castillo sigue sumido en la incertidumbre después del escándalo que provocó el ministro del Interior, Luis Barranzuela, al realizar una fiesta en su casa que violó las restricciones impuestas para contener la pandemia del coronavirus, lo que le costó el puesto.

La presión para que el presidente echara a un funcionario que llevaba apenas un mes en el cargo enrareció todavía más el clima político, a pocas horas de que el Congreso reanude la sesión en la que votará si otorga o no el voto de confianza al segundo gabinete que Castillo presenta en menos de tres meses de una gestión que ha estado marcada por la inestabilidad.

El debate parlamentario se llevará a cabo el jueves, pero no se puede anticipar el resultado debido a que el presidente ni siquiera cuenta con el apoyo de toda la bancada oficialista, además de que el voto de la oposición está dividido.

Castillo cumplirá el próximo sábado sus primeros 100 días de Gobierno sin haber logrado sostener a un gabinete y con amenazas permanentes de destitución por parte de la oposición, además de las peleas y rupturas internas en su propio partido.

En Perú, el presidente designa a un gabinete que debe ser validado con el voto de confianza del Congreso. De los 130 parlamentarios que conforman este órgano, Castillo necesita que mañana por lo menos 66 voten a favor de su equipo de trabajo.

El pasado 26 de agosto, después de dos largas sesiones, el parlamento aprobó al gabinete que encabezaba Bellido, con 73 votos a favor y 50 en contra. La amplia diferencia le otorgó un respiro político a Castillo.

Pero le duró poco, porque Bellido, señalado de formar parte de la izquierda más radical, comenzó a confrontar con la oposición y, además, con varios ministros y hasta el mismo presidente. La tensión entre ambos llegó a tal punto que el 6 de octubre Bellido renunció al cargo, lo que a su vez, de acuerdo con la legislación peruana, implica la renuncia de todo el gabinete.