El número que aparece en las peores pesadillas del Gobierno

Si Juntos por el Cambio obtuviera el 45% de los votos a nivel nacional, le quitaría a Cristina el control del Senado y podría desplazar a Massa de la presidencia de Diputados.

Por Mariano Spezzapria – En las peores pesadillas del oficialismo no aparecen solamente las peleas entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, que tuvieron en vilo al país político tras las PASO, sino que también gana espacio un escenario proyectado de derrota inapelable en las elecciones del 14 de noviembre próximo. Eso fue, en rigor, lo que impulsó a distintos estamentos del Frente de Todos (FDT) a presionar por cambios en el Gabinete, que el Presidente pretendía demorar hasta fin de año.

Según pudo saber un diario porteño, el razonamiento para apurar el relanzamiento del Gobierno fue enteramente defensivo: de repetirse el resultado de las PASO, el FDT perderá el quorum propio en el Senado y quedaría lejos de obtenerlo en la Cámara de Diputados, tras el recambio del 10 de diciembre. Pero el temor de la dirigencia oficialista es que Juntos por el Cambio (JxC) llegue en noviembre al “número mágico” del 45 por ciento de los votos a nivel nacional.

Con ese porcentaje, del que está a sólo cinco puntos desde el 40 por ciento que redondeó en las primarias, la principal coalición opositora no sólo le quitaría a Cristina Kirchner la posibilidad de hacer y deshacer en el Senado, sino que pasaría a contar con la primera minoría en Diputados y quedaría en condiciones de reclamar la presidencia de la Cámara baja, que ahora ostenta Sergio Massa. Se trataría de un golpe político demoledor para el Gobierno.

En el plano de lo simbólico, el 45 por ciento configuraría además un mapa electoral que dejaría a JxC en posición de ganar en 2023 la Presidencia en primera vuelta, si es que el FDT no alcanza a superar el 35 por ciento de los sufragios, como establece la Constitución. En las recientes PASO, la coalición gubernamental reunió –puntos más, puntos menos- el 30 por ciento de los votos, por lo que está dentro de las posibilidades que en noviembre no supere el 35%.

Tanto el oficialismo como el principal bloque opositor saldrán a la caza de los votos de aquellos que no concurrieron a las urnas el 12 de septiembre –el ausentismo fue el mayor desde 2011, cuando se instrumentaron las PASO- y de las fuerzas que no lograron superar el piso para llegar a las elecciones legislativas. También apelarán al voto útil: el FDT apuntará a los que apoyaron a Florencio Randazzo y la izquierda; y JxC a los de José Luis Espert y Javier Milei.

Más allá de las estrategias que analiza de cada coalición, lo que parece claro es que ambos espacios buscarán una polarización con el efecto de segunda vuelta que se produce tras las elecciones primarias. Así logró recuperar JxC el terreno perdido en las PASO de 2019, y ahora intentará hacerlo el FDT tras la reciente derrota. Aunque el temor del oficialismo es que la coalición opositora obtenga el poder de bloqueo en ambas cámaras del Congreso.

Ya no se trata solamente de que la coalición opositora pueda quitarle al oficialismo el quorum propio en el Senado, sino que además se convierta en la primera minoría en la Cámara de Diputados y quede en condiciones de reclamar la presidencia del cuerpo desde el 10 de diciembre. Esa opción, que consistiría en desplazar a Massa de su actual cargo, ubicaría a JxC en la línea de sucesión presidencial y sería considerada un acto de hostilidad institucional.

Pero en los hechos, la coalición opositora podría avanzar en esa dirección si se acercara al 45 por ciento de los votos en las elecciones de noviembre. Tanto en la Casa Rosada como en los despachos oficialistas del Congreso tomaron nota de que la presidenta de Pro, Patricia Bullrich, mencionó el “número mágico” en la reunión de la mesa nacional de JxC. “Eso nos pone en 2023 en la Presidencia sin tener que pasar por el ballottage”, dijo la exministra de Seguridad macrista.

La crisis política en el Gobierno tras la derrota del oficialismo en las PASO –que derivó en un recambio precipitado del Gabinete de Fernández- provocó a su vez una merma en la intención de voto del FDT registrada en la última semana, cuando el 15,1 por ciento de los consultados por Trespuntozero admitió que, tras haber votado por el oficialismo en las PASO, ahora tiene “menos ganas” de mantener esa opción, a raíz de la fuerte pelea interna en el Gobierno.

Pero el FDT apuesta a las expectativas que pueda despertar la recomposición del Gabinete, ahora con más representación territorial con la presencia del tucumano Juan Manzur –el norte del país fue de las pocas regiones donde el peronismo impuso su poderío electoral-, en una lógica política que se replica en la provincia de Buenos Aires con la incorporación de intendentes como el lomense Martín Insaurralde al Gabinete del gobernador Axel Kicillof.