Elecciones 2021: preparando la batalla

En un contexto social muy inquietante, los partidos organizan su oferta electoral; tres discusiones superpuestas en la oposición; Massa, en Estados Unidos; llamativo giro frente a Nicaragua.

Por Carlos Pagni – En el corazón de los partidos se está discutiendo con mucha pasión, con mucha inquietud, y mucha preocupación, la oferta electoral para las elecciones legislativas. Es el corazón de la vida democrática, donde se aloja el corazón de la política, que es el poder. Muchas veces de manera desagradable, la pelea por momentos es desbocada y muchos actores muestran lo peor de sí mismos porque están en el momento de la máxima ambición. ¿Sobre qué telón de fondo se recorta esta operación? ¿ En qué contexto se desarrolla esta discusión y se diseñan las estrategias de cada grupo?

La crisis

Se pueden observar dos gráficos para examinar y tomar conciencia de este contexto general. El primero es un gráfico que muestra algo muy interesante que se llama Purchasing Managers’ Index, un índice que revela el resultado de una encuesta que se realiza a nivel global con los gerentes de compras de las grandes corporaciones. Y se les pregunta cuánto y cómo van a comprar el año que viene, es decir qué nivel de optimismo hay respecto de la economía, del funcionamiento de sus empresas, de los mercados, medido en la voluntad que tienen esos gerentes de comprar insumos, mercadería; la perspectiva del capitalismo a través de los que compran las grandes corporaciones.

Esto se lo dedicamos especialmente a Alberto Fernández, que nos aconseja que hay que reformar el capitalismo, que ha funcionado muy mal en la pandemia. Esta línea azul, es la perspectiva de la economía de los Estados Unidos, el país capitalista por excelencia. Ese es el nivel de optimismo de los que manejan compañías, ligado por supuesto al comportamiento de los mercados, de la economía de ese país, y a las economías donde esas empresas se mueven; el gráfico presenta en la línea blanca el nivel global, el promedio.

En la línea roja tenemos a China, en la verde aparece la zona Euro, recuperándose mucho, con más optimismo que China. Y los mercados emergentes, son la curva naranja, en leve declinación. EEUU y Europa, picando hacia arriba. ¿Habrá que reformar el capitalismo? ¿O habrá que tomar una lección?

El segundo gráfico está preparado por la OCDE, la organización de países desarrollados a la que ha aspirado ingresar la Argentina durante el gobierno de Macri. También Brasil. Este gráfico nos cuenta en qué momento los países según los pronósticos de la OCDE van a volver a la vida económica normal, pre-pandemia. China y Turquía ya se recuperaron el año pasado. Corea, Rusia, Estados Unidos y Japón se están recuperando ahora. Para fin de 2021 lo harán Alemania, India, Indonesia. Hacia el fin de 2022, tenemos países que se aproximan, como Australia, Canadá, Italia, Reino Unido; Brasil, antes de 2022 estará recuperado. También Francia. España se recuperará a mediados de 2023, lo mismo que México. Arabia Saudita tiene que pasar el fin de 2023, y se recupera en el primer trimestre de 2024. Sudáfrica se recupera a finales de 2024. Y este es el dato al que hay que prestar atención: para recuperarse, la Argentina tiene que pasar el final del 2024, también el final de 2025, y nos recuperaremos – es lo que la OCDE cree que va a pasar- muy tardíamente, casi llegando a finales de 2026.

Fuimos evaluados por un estudio sistemático que viene haciendo la agencia Bloomberg, dedicado exclusivamente al manejo de la pandemia. La Argentina fue ubicada como el peor de los 53 países del estudio. Contrasta todo esto con la imagen del Presidente comparando su administración, en los primeros meses de la pandemia, con otros países de la región y del mundo. Era más larga la carrera, y en la medida en que fue más larga nos fuimos retrasando. Muchísimo.

Sobre este contexto, sobre esta mesa de arena, se están pensando las operaciones electorales. Con enorme preocupación de mucha gente de la política. Esta crisis de la pandemia para la Argentina es una estribación, una caída de una crisis más antigua, que arranca en abril de 2018. Fue el comienzo de una crisis que se llevó puesto al gobierno de Macri, apenas después de haber ganado las elecciones de 2017. Pero esa crisis, que se inicia en abril del 2018, se inscribe a su vez en un período de diez años de estancamiento. Entonces, hay un problema muy importante de cansancio social, de creación de nuevos pobres, de caída de sectores de la clase media y media baja en la pobreza, no solamente por la profundidad sino la persistencia del problema económico. Esto afecta enormemente la elección y la vuelve muy misteriosa. Porque hay muchísima gente que cayó en la pobreza, pero sigue pensándose a sí misma como de clase media. Y están enojadísimos. Es el señor que tuvo que ir al colegio bilingüe de su hijo a pedir cambiarlo al parroquial o que tuvo que ir a la prepaga a que lo cambien de plan a uno más económico, exponiéndose más a cualquier enfermedad. Esa gente está indignada. ¿Cómo se va a manifestar, quién los va a visibilizar? ¿Quién va a hablar por ellos?

Estamos viendo la región y vemos cosas raras. No hay que ir a Colombia necesariamente. Este fin de semana, el sábado, en Brasil hubo manifestaciones en las principales ciudades del país y Jair Bolsonaro reaccionó enfurecido. Hoy dio una entrevista con una cantidad de movileros y estaba realmente desatado. ¿Qué manifestación va a haber en la Argentina? No sabemos… Lo que hay es preocupación en todos los sectores de la política, sobre todo en el oficialismo, pero también en la oposición, respecto a cómo se va a manifestar electoralmente este problema.

 

Frente de Todos

Para el Frente de Todos, en particular para el kirchnerismo dentro de ese espacio, la colina a retener en esta batalla es la provincia de Buenos Aires, el conurbano bonaerense. Ahí hay que ganar, porque de esa manera Cristina Kirchner, Máximo Kirchner, el núcleo de este oficialismo, conserva el poder, sobre todo sobre el peronismo. Eso se juega en el conurbano. No le quieren ceder el protagonismo a nadie. Es muy probable que cuando veamos el desarrollo de la campaña, en el primer plano nos encontremos con Cristina Kirchner, con Axel Kicillof, con Máximo Kirchner, con Sergio Massa, volcados al interior de la provincia. No va a haber un protagonismo principal de Alberto Fernández en la provincia de Buenos Aires. No le ha ido bien últimamente en algunos lugares adonde fue. En otros, como Pergamino, directamente no pudo ir. Hay un clima raro, y Cristina Kirchner, que tiene una sensibilidad especial para ver el estado de cosas de los sectores más desprotegidos, quiere estar ella al frente. Ella y su grupo.

Más allá de eso, empiezan a circular nombres. No hay un diálogo entre los principales lideres de esta coalición que gobierna para definir al primer candidato en la provincia de Buenos Aires. Se habla de Victoria Tolosa Paz, una figura tradicional del peronismo de La Plata, que es la mujer de Pepe Albistur, por lo que orbita alrededor de Alberto Fernández. Tiene una identificación importante con los temas sociales. Desde la Casa Rosada, curiosamente, lanzan el nombre de Fernanda Vallejos. Tiene poco que ver con las ideas de la Casa Rosada. Es más bien alguien que tiene más que ver con las posiciones de Cristina Kirchner, más radicalizadas desde el punto de vista de la economía. Este nombre refleja un problema muy complicado que tiene Alberto Fernández, y es que está subordinado a una jefa que no lo alivia dándole órdenes o instrucciones. Cristina no le facilita la tarea diciéndole lo que quiere. Entonces él tiene que andar interpretando. “¿Le gustará Vallejos?”, piensa.

Paradójicamente, esas son las trampas de la política. Si uno hipnotizara a Cristina o a Máximo Kirchner, aparecería otro candidato en la provincia de Buenos Aires. ¿Hay un apellido en el PJ más bonaerense que Cafiero? ¿El actual Jefe de Gabinete podría ser un buen candidato para presidir la lista del oficialismo en estas elecciones bonaerenses? En el kirchnerismo, mucho más que en la Casa de Gobierno, dicen que sí. Claro, si sacan a Cafiero de la Jefatura de Gabinete y lo mandan al Congreso, quedaría libre una posición que la podrían cubrir después de la elección. ¿La jugada de elegir al primer candidato de la lista bonaerense del Frente de Todos es la antesala de una jugada para intervenirle el gobierno a Alberto Fernández? ¿Será esto una consecuencia de una evaluación que ha hecho Cristina Kirchner al cabo de dos años sobre cómo le fue con su experimento de haber puesto a Alberto Fernández al frente de la administración?

 

Juntos por el Cambio

Vamos a la otra vereda: Juntos por el Cambio. El gran problema que presentan es: ¿en nombre de qué le hablan a ese señor, a esa señora o a ese joven enojado, sobre todo en los grandes conurbanos? ¿En nombre de qué experiencia de gobierno le hablan? Porque esa gente recuerda que antes del ajuste de Alberto estuvo el ajuste de Macri. Se superponen varios factores en el armado de las listas. El primero es cómo se le vuelve a hablar de productividad, de creación de empleo, de crecimiento, a un elector que probablemente está identificando a Juntos por el Cambio con el ajuste, con la desocupación, con la recesión, porque trae la experiencia Macri detrás.

Hay una segunda pregunta que se libra en Juntos por el Cambio y no se libra, al menos por ahora, en el Frente de Todos. Es la pregunta por el líder. ¿Macri o alguien que viene a reemplazar a Macri? Primero en la lista está Horacio Rodríguez Larreta. Entonces, superpuesto al tema de cómo se le habla al elector está este otro problema; que, por supuesto, que se combinan.

Larreta, María Eugenia Vidal y los radicales piden que Macri se esconda un poco porque le quieren hablar de economía al elector, en un clima muy recesivo, y la figura del expresidente les complica esa conversación. Claro está, hay algo de trampa detrás de todo esto: necesitan esconder a Macri porque, al mismo tiempo, le quieren ganar. Hay un duelo por el 2023 y por la candidatura presidencial de Macri, Larreta, Vidal o de cualquier otro.

Ahí aparecen las candidaturas que piensa Larreta. Amparado en la excusa (o el argumento) de que hay que volver a hablar de producción, busca figuras peronoides, críticos de la experiencia de ajuste ortodoxa del último tramo del gobierno de Macri.

El actual jefe de gobierno porteño quiere a Vidal en la ciudad y a Diego Santilli en la provincia, para que hable de seguridad en el conurbano con un lenguaje peronista. Larreta supone que hay una agenda metropolitana ajena a los distritos y que no hay una identidad porteña o una identidad bonaerense, lo cual le permite cruzar a los candidatos.

Esto abre nuevos conflictos porque algunos quieren que sea Patricia Bullrich, ligada a Macri, quien compita en la Capital. Esto instaura un duelo importantísimo porque es el distrito de Macri y de Larreta. Al mismo tiempo, en la provincia, figuras como Jorge Macri sostienen que el candidato provincial debería ser un bonaerense y no Santilli.

En este sentido, Larreta contesta que no lo hace en nombre de sus ambiciones, las de Santilli o las de Vidal. Que –por el contrario- le propongan candidatos que le ganen al kirchnerismo porque lo que se busca es ganar más bancas e impedir una radicalización del Gobierno. La coartada sería algo como “no estoy poniendo a mis amigos para ganarle a Macri, sino a los mejores para ganarle al kirchnerismo”. Así visto, quedaría como que, quienes se oponen, benefician a Alberto Fernández y a Cristina Kirchner.

Con ese argumento Larreta lograría, si es que termina cumpliendo su sueño, que la lista de Juntos por el Cambio en la Ciudad y en la provincia, con Vidal y Santilli, se referencie a su liderazgo; y subliminalmente, eso podría ser leído como el desplazamiento de Macri. Además, le sacaría alguna ventaja al expresidente en la carrera hacia 2023. En este sentido, cabe decir que Macri se podría recuperar más adelante, en especial, si al Gobierno le va mal en el plano económico.

Larreta quiere mostrar su poder de fuego y quiere enseñarles a sus adversarios cuál es su ejército en esta batalla. De hecho, mientras hablamos de él, está comiendo con los principales intendentes de Juntos por el Cambio, sobre todo del Pro, en la provincia de Buenos Aires. Larreta quiere indicar que tengan cuidado con discutirle la candidatura de Santilli porque, si le proponen una interna, la ganaría por tener el poder del aparato estatal de todos los distritos donde gobierna el Pro, menos Vicente López. Un mensaje también para Jorge Macri, que resiste de ese desembarco.

Entonces hay 3 discusiones superpuestas en Juntos por el Cambio:

  1. Cómo hablarle al elector, que puede estar enojado por la experiencia económica de Macri, en un momento recesivo y de mucho dolor social
  2. El duelo entre Macri y quienes quieren reemplazarlo
  3. El reajuste en la sociedad de Juntos de Cambios con actores que manifiestan que quieren ocupar otro lugar en la mesa

En este punto se ubica Carrió, que mira la situación social y el descontento, y quiere proponerse como la garante de la unidad, consciente de que corren riesgo de perder votos en la división o de sacrificar a alguien en la pelea interna. Probablemente, esa unidad la llevaría a la idea de encabezar la lista en la provincia. ¿Qué opinan los demás socios de Juntos por el Cambio sobre la competitividad de Carrió en ese distrito? También están los radicales, quienes vienen pensando la historia desde 1890. Ellos miran la Argentina desde una longitud de onda para la cual el Pro es una anécdota. De todos modos, advierten que les faltan candidatos competitivos para darle la discusión a Larreta, Macri, Carrió o quién venga. En línea con esto, cobra sentido la figura de Martín Lousteau en la Capital y la de Facundo Manes en la provincia. ¿Le propondrán una interna a Larreta en la provincia? Algunos ya no lo ven para eso a Manes ni a sus aliados (centralmente, Maximiliano Abad). Sin embargo, otros –como Jorge Macri- sí apoyan esta idea y piensan que los radicales y un sector del Pro disidente podrían enfrentar juntos a Larreta y a Santilli. ¿Manes querrá esa pelea? Su asesor, Gastón Douek, está evaluando toda la jugada (y mirando encuestas) para ver si le sirve o no a Manes convertirse en una pieza de una interna. O si espera ser la cabeza de una lista de unidad, pensando en las elecciones de 2023 para presidente. Nadie lo sabe.

Todo esto es el juego interno donde se pone en funcionamiento la necesidad de ganar la elección y conquistar el electorado; la necesidad de definir roles para 2023, sobre todo en Juntos por el Cambio, porque Cristina Kirchner le resuelve ese juego al oficialismo; y la necesidad de ir reacomodando la cotización de cada grupo.

La ambición también se ve en otros actores como Gerardo Morales, quien le dice a Lousteau que enfrente a Larreta y quizás también haga lo mismo con Manes. ¿El gobernador de Jujuy está en otra estrategia? Él, que es tan amigo de Sergio Massa, ¿estará pensando, dos jugadas más adelante, en un radicalismo que entre en otra configuración, ya no aliado al Pro sino a otros sectores del peronismo y, eventualmente, a Massa?

Hay que agregar a todo esto un factor que mencionó en una declaración, en estos días, Máximo Kirchner. Advirtió que hay que tener cuidado con el ego en la política, porque “es una mochila muy pesada que te puede doblar la espalda y dejarte de rodillas”. Es el efecto paradójico del ego, que está muy en funcionamiento en estos momentos, cuando se deciden las listas, y se dirime la disputa por el poder interno y electoral.

Relaciones internacionales

Morales mira a Massa, y el presidente de la Cámara de Diputados se distancia y hace su carrera. A pesar de los niveles de rechazo que tiene en las encuestas, Massa no renunció a una carrera presidencial en el mediano plazo; y por eso, viajó a Estados Unidos mostrando que él es un “amigo del imperio”, por describirlo en los términos que utilizaría Alicia Castro. Superficialmente, le fue bien en su viaje. Aunque él hubiera deseado que, mientras estaba allá diciendo que, si se mira bien al kirchnerismo, no es tan enemigo de Estados Unidos ni tan bolivariano, el Gobierno no le niegue al país conducido por Joe Biden, ni se niegue a sí mismo, un voto más severo por la situación en Nicaragua. Daniel Ortega está construyendo aceleradamente una dictadura insoportable y eliminado, de la competencia electoral, a todos sus rivales.

A Massa también le hubiera gustado volver de Estados Unidos con la noticia de un avance en las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI); y, de alguna manera, el viaje estaba planificado para eso. Lo iba a hacer mediante una reunión con un funcionario del Tesoro, pero le ganó de mano el ministro de Economía, Martín Guzmán, que se reunió –vía Zoom- con el segundo de la secretaría del Tesoro, que es el encargado de las relaciones internacionales.

Para Massa, lo más lindo fue la comida con Bill Clinton. Habría que pensar que Massa hizo un milagro si logró que el expresidente de Estados Unidos salga a comer fuera de su casa con alguien del “tercer mundo”, sin cobrar US$ 250.000, que es lo que cobra habitualmente para moverse en estos casos. En la foto aparece Massa, muy simpático, dándole la camiseta de Tigre. Aunque se ve más la imagen de Banco Macro que la de Tigre. Habrá que ver si Jorge Brito (h), que es tan amigo de Massa, aportó algo para las necesidades de Clinton. Más allá de eso están los que se preguntan si a esta entidad bancaria le conviene aparecer tan vinculada a la política cuando cotiza en Estados Unidos. ¿Tanta política será conveniente?

Lo cierto es que esta ida a Estados Unidos le sirvió a Massa para diferenciarse respecto de una política exterior que empieza a producir algunas correcciones. Este lunes hubo una, importante, después de la repercusión tan negativa que tuvo la abstención de la Argentina en la Organización de Estados Americanos (OEA) por el tema de Nicaragua. No se sabe si fue por presión de Estados Unidos a México, que el país conducido por Andrés Manuel López Obrador cambió de posición y arrastró a la Argentina: o si fue por una decisión propia de Alberto Fernández que reconoce el error. Pero la Cancillería –en un gesto de malestar con la dictadura de Daniel Ortega- le pidió al embajador kirchnerista Daniel Capitanich (hermano de Jorge Capitanich) que vuelva a Buenos Aires.

Cuando se retira un embajador, lo que se le está diciendo al país es “no me gustan las cosas que estás haciendo”. Lo mismo hizo México con el suyo. Este martes se va a discutir en la Comisión de Derechos Humanos de Naciones Unidas en Ginebra el tema Nicaragua y el de Venezuela. La cancillería argentina promete también una posición muy firme de condena a Nicaragua. Es como si Fernández volviera sobre sus pasos. Y aclaran en el kirchnerismo: “Cuidado, esto de declararse neutral con las aberraciones de Nicaragua, lo hizo Alberto por Alberto, porque si Cristina detesta a alguien es a Daniel Ortega”, sobre todo por la causa que tuvo por la relación de estupro con su hijastra y en la que su mujer prefirió alinearse con él. Alberto fue y volvió por su propia vocación. Como dicen muchos amigos de Cristina, “no es títere, se hace el títere”.

Hoy aparece una polémica, por un pronunciamiento de Michelle Bachelet donde hace un balance de los derechos humanos en el mundo, critica mucho a China y habla al pasar de Formosa. Entonces, desde la oposición, dirigentes que siguen estos temas, como Diego Guelar, dicen: “Cuidado, que Bachelet es la guía de Alberto Fernández en materia de derechos humanos”. Es decir, el Presidente ablanda su posición sobre Venezuela, basándose en los informes de Bachelet. Sin embargo, desde el Gobierno aclaran que ella está hablando de Formosa como un caso exitoso, donde intervino Nacionales Unidas con el Gobierno de Gildo Insfrán y que salió todo bien en el manejo de la pandemia. Es importantísimo para el Gobierno, porque si se llegara a señalar que Gildo Insfrán está violando derechos humanos, sería dañar una clave de bóveda de la construcción política de Cristina dentro del oficialismo. Al igual que Zamora en Santiago del Estero, Insfrán ha sido uno de los grandes financistas de la campaña de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Entonces, que lo señalen por una defección en materia de derechos humanos es un tiro al corazón del kirchnerismo.

La Argentina en relación con el Fondo Monetario no está desconectada de todo este panorama internacional. Guzmán logró que lo atiendan en el Tesoro de los Estados Unidos, por primera vez.

El embajador japonés, Takahiro Nakamae, sigue pronunciándose en Buenos Aires sobre el problema del Club de París, y recordando que tiene que haber un acuerdo con el Fondo antes. No sabemos si Guzmán le está prestando suficiente atención. Tal vez el que está registrando esto es Felipe Solá, que mañana inicia un viaje a Nueva York y después se va con el embajador Jorge Arguello a Italia, a la reunión del G-20, donde habrá figuras muy importantes, como el canciller de Japón. A lo mejor se habla de la Argentina.

Japón es el segundo acreedor de la Argentina en el Club de París, donde vamos de cabeza hacia el default. El acuerdo con el Fondo quedó para el año que viene. En el Fondo ya lo dicen casi oficialmente. Quiere decir que Guzmán -que quería tener liquidado el acuerdo para febrero de este año, después lo pasó a mayo- ahora lo tiene que pasar para después de las elecciones. En el Fondo, según lo que asegura gente muy informada, miraron unos papeles que llevó Sergio Chodos -el representante de la Argentina- y no encontraron nada serio para empezar a discutir. Pasa para después de las elecciones esa discusión. El acuerdo no se firma por razones electorales. Habrá que ver el resultado de las elecciones, para ver si ese resultado autoriza, con Cafiero o sin Cafiero en jefatura de Gabinete, con Guzmán o sin Guzmán en Economía, a llegar a un acuerdo con el Fondo para el año próximo.