Los mayores subsidios consumirán la recaudación extra por la súper soja

Las exportaciones de granos y derivados industriales, que anotaron precios máximos en 8 años y medio, atenúan el impacto recesivo de las restricciones por el COVID-19, el déficit y la inflación.

La tonelada de soja se encamina a alcanzar los USD 600 la tonelada en Chicago, un umbral celebrado en la Argentina, pues es un termómetro para determinar un valor elevado para los principales productos de exportación del país. No es una marca anecdótica: se alcanzó en ocasiones puntuales: en julio de 2008, cuando el país atravesaba una crisis política por el cese de comercialización contra la Resolución 125, y entre julio y septiembre de 2012, cuando llegó a USD 650 por única vez.

En la última semana, la oleaginosa para entregar en mayo llegó a negociarse a USD 577, la cotización más elevada desde el 1 de noviembre de 2012, ocho años y medio atrás. En los últimos doce meses avanzó un extraordinario 85 por ciento.

Para la economía argentina esta recuperación es vital. Por tres vías la mejora de precios del agro y los subproductos industriales impacta positivamente y atenúa la caída de la actividad, pues ingresan divisas y sostiene el superávit comercial; refuerza la recaudación tributaria cuando el Gobierno tiene acotadas sus arcas para el nivel de gasto; y aporta divisas clave en un esquema donde el Banco Central atrasa el tipo de cambio oficial para contener la inflación.

1) Sostén de la recaudación. Aunque en 2021 los mayores ingresos por las ventas de los agroexportadores obedecen exclusivamente a precios, su aporte no deja de ser crucial. Según cálculos de la Bolsa de Cereales de Rosario, mientras que el Presupuesto nacional proyectó casi $600.000 millones de recaudación por derechos de exportación, a los actuales precios internacionales, se estima en unos $860.000 millones. Estos $260.000 millones extra representan 12% del total girado por el BCRA el último año para financiar las mayores erogaciones del Gobierno por asistencia social y económica frente al COVID-19.

Durante 2020, con las cuentas fiscales muy deterioradas por las medidas de asistencia social derivada de la pandemia de coronavirus, el BCRA giró $2,1 billones al Tesoro en concepto de Adelantos Transitorios ($407.720 millones en el año) y Transferencia de Utilidades ($1,6 billones).

El economista Amílcar Collante, de CeSur (Centro de Estudios Económicos del Sur) explicó que dicha “estimación de recaudación de USD 8.600 millones por retenciones, a un tipo de cambio promedio de $100, daría al fisco unos $860.000 millones para este año. Frente a lo presupuestado, unos $600.000 millones, los derechos de exportación pasarían de aportar 1,6% a 2,3% del PBI. Eso da algo de espacio para achicar el déficit, en un contexto sin margen de maniobra, y también para evitar una mega-emisión como el año pasado“.

Collante evaluó que el plus por retenciones servirá para cubrir mayores subsidios a empresas de servicios públicos, también del orden del 0,7% del PBI este año, como compensación por las limitaciones para subir tarifas. “Y hay otras partidas del gasto que ya se vienen ajustando, como jubilaciones y salarios, principalmente, que vienen por detrás de la inflación”, acotó.

“Básicamente, si el Gobierno pisa un poco la obra pública en estos próximos dos meses, con un lock down o cierre de la economía, podría mantener metas fiscales coherentes o por debajo de lo entendido en el Presupuesto. Más si consideran los DEG que girará el FMI que en otra oportunidad Hacienda los registró como ingresos extraordinarios, y va bajando el déficit fiscal, lo que da algún margen con estos precios internacionales si Guzmán quiere acomodar y mostrar alguna señal para acercarnos al Fondo desde el lado fiscal”, advirtió el economista de CeSur.

Entre otros refuerzos para los números fiscales, Collante identificó “el impuesto a las grandes fortunas, que se estimaba bastante elevado, unos $300.000 millones -va a estar por debajo-, pero eso tampoco estaba considerado en el Presupuesto y es un ingreso adicional. Además con un crecimiento un poco por encima del 5,5% en 2021 y la inflación también por encima, el Gobierno puede tener más ingresos por el ‘impuesto inflacionario’”.

Collante resumió que habrá “más ingresos por retenciones, crecimiento mayor del PBI, el impuesto inflacionario, impuesto a las grandes fortunas, que van sumando. Y del lado de los gastos, suben por la segunda ola del COVID-19, menos por Ganancias -que se compensa por Ganancia a Sociedades- y lo que más va a subir es subsidios a empresas de servicios públicos, que puede representar un 0,7% del PBI adicional, tranquilamente, sobre lo fijado en el Presupuesto”.

2) Puntal del superávit comercial. Una condición necesaria para el rebote económico es contar con dólares para importar y abastecer de insumos, piezas y bienes de capital a la industria local. Sólo el agro, que concentra el 40% de las exportaciones nacionales puede garantizarlos. Según el Indec, las exportaciones crecieron un 15,5% en el primer trimestre de 2021, para alcanzar los USD 15.407 millones, aunque en el período el superávit comercial se redujo debido a un incremento de USD 3.000 millones en las importaciones.

La mejora en las ventas externas estuvo explicada por el aporte de granos -esencialmente soja, maíz y trigo- y derivados industriales como harinas, aceites y residuos de la molienda. La Cámara de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-CEC) informaron que el ingreso acumulado en el primer trimestre trepó a USD 6.724 millones y casi duplicó los USD 3.493 millones del mismo lapso del año pasado. También fue récord: batió la marca de 2016, cuando totalizaron 5.901 millones de dólares.

Gracias al auge de precios, la mejora en la recaudación tributaria por derechos de exportación será de unos $260.000 millones o 0,7% del PBI

Esos USD 3.249 millones “extra” que aportaron los agroexportadores en el primer trimestre cubrieron la mayor demanda importadora y explicaron la totalidad de la mejora de las exportaciones en el período (USD 2.067 millones).

3) Ayuda para suavizar la devaluación. La “lluvia” de dólares por las exportaciones del agro tienen su efecto colateral en el tipo de cambio real de la Argentina, es decir su competitividad medida exclusivamente por el nivel de la cotización del dólar oficial, que es el que rige en las operaciones de comercio exterior.

Mientras el Banco Central fuerza una devaluación gradual, con un tipo de cambio que subió 11% en el primer cuatrimestre frente a una inflación del 17%, también necesita sumar reservas a través de sus intervenciones en el mercado. Por eso es el principal comprador de las divisas que ingresa el agro, a un tipo de cambio muy conveniente para la entidad, aún debajo de los 100 pesos.

“Creo que frenar el tipo de cambio oficial, el principal ancla a la que apuesta el BCRA, no está funcionando para contener la inflación. El dato de marzo fue demoledor: los precios se encarecieron 4,8% mensual, el doble que lo que subió la cotización oficial”, resaltó Nery Persichini, Head of Strategy de GMA Capital.

En este aspecto, Persichini descartó una influencia de la suba de los precios internacionales del agro en la inflación doméstica, más pronunciada en el rubro alimentos. “La inflación de alimentos en Argentina responde a otros fenómenos más allá de la dinámica de precios internacionales. A diferencia de países exportadores de productos agrícolas, como Brasil y Uruguay donde la inflación de alimentos puede desacoplarse eventualmente, localmente el encarecimiento de alimentos sigue de cerca la inflación núcleo. Por lo tanto, es un fenómeno estructural”, subrayó en diálogo con Infobae.

“Para entender la inflación no se puede obviar el hecho de que en 2020 se emitieron $2 billones para asistir al Tesoro. No hubo un desequilibrio monetario por dos razones: la demanda de pesos creció como nunca antes por razones precautorias ante el shock inicial del COVID-19 (el M2 -agregados monetarios- llegó a crecer más de 100% interanual), y la esterilización ($1,6 billones) y la pérdida de reservas ($470.000 millones) contribuyeron a que la base monetaria no se disparara”, contó Nery Persichini.

“En 2021 no funcionarían los mismos trucos: la demanda de pesos está aleccionada por el conocimiento de la pandemia, y los motores de pesos este año son diferentes hoy: la mayor monetización se viene dando por intereses de Leliq y Pases ($4.500 millones por día) y las compras de dólares. Una nueva cuarentena con impacto sobre la actividad, el déficit fiscal y la emisión activaría nuevamente la turbina de la asistencia monetaria”, agregó el experto de GMA Capital.