La principal declaración de intenciones que ha dejado este miércoles la visita oficial a México del presidente Luis Arce, es un mensaje que tiene que ver con el pasado reciente de Bolivia. Su gobierno y el de su anfitrión, Andrés Manuel López Obrador, acordaron impulsar un frente para limitar el margen de acción de las misiones electorales de la Organización de los Estados Americanos (OEA), y así evitar las que consideran intervenciones del organismo multilateral en política interna.
El documento de 23 páginas (con medidas de cooperación sanitaria, económica y diplomática) señala que México y Bolivia “coincidieron en la importancia de promover el carácter exclusivamente técnico, objetivo e imparcial de las misiones de observación electoral de la OEA”. López Obrador y Arce llaman a esas delegaciones, que suelen supervisar las elecciones en la mayoría de los países de Latinoamérica, a “ceñirse a los principios de no intervención, el respeto a la autodeterminación, el diálogo, la negociación, la búsqueda de consensos y la solución pacífica de controversias, considerando prioritaria la construcción de un multilateralismo que favorezca el bienestar de las personas y la dignidad de los pueblos”.
“Asimismo, coincidieron en la necesidad de que la secretaría general de la OEA se limite a actuar dentro de su propio marco institucional y a abstenerse de intervenir en los asuntos internos de los Estados miembros”, continúa el texto del acuerdo. “México exhortó a la OEA a respetar la voluntad del pueblo boliviano y la democracia. Ambos países coincidieron en no tolerar injerencias en asuntos internos de los países”.
Esta declaración es esencialmente política por las premisas que la motivan. La OEA y su secretario general, Luis Almagro, fueron, junto con la oposición boliviana, el principal vocero de la tesis del fraude en las elecciones de octubre de 2019. Esas acusaciones quedaron plasmadas en un informe muy criticado y rebatido por otros organismos internacionales. Pero esa fue la chispa que desembocó en una oleada de protestas y en la renuncia de Evo Morales. El líder indígena se había presentado pese a haber perdido un referéndum sobre reelección indefinida cuyo resultado fue pasado por alto por el Constitucional y el Tribunal Electoral. Bolivia estaba partida en dos. Sin embargo, el derrocamiento del presidente dio paso a unas semanas de violencia en las que murieron decenas de personas. Y el gabinete interino que asumió el poder, encabezado por Jeanine Áñez, lo hizo escudándose en interpretaciones legales.
Arce volvió hoy, durante la conferencia de prensa matutina de López Obrador, a hablar de golpe de Estado y lo atribuyó a un supuesto intento de corporaciones internacionales de hacerse con el control de las reservas de litio de Bolivia. También reconoció a México el apoyo recibido entonces, ya que tanto Evo como buena parte de su Ejecutivo recibieron asilo en el país. “Gracias a esta hospitalidad es que varios de los que enarbolamos los valores de la justicia pudimos ser partícipes de la recuperación de la democracia con el respaldo y la sabiduría del pueblo en las urnas”, manifestó en el Senado.