Qué tiene en la cabeza Alberto Fernández

El episodio Formosa corona un ya no vidrioso sino bochornoso cuadro de situación. Para el Presidente pesa más la estrategia de alianza con un gobernador que los principios de la ley.

Por Luis Novaresio – ¿Alberto es chavista y cree que en Venezuela hay democracia? ¿Para el presidente la prioridad en materia de derechos humanos es sólo para los delincuentes? ¿Fernández cree en las reelecciones indefinidas? Semejantes preguntas cliché vuelven a ser admisibles gracias a gestos del Presidente que cuesta desentrañar. Y podrían ser más: ¿cree el primer magistrado en la división de poderes? ¿Condena la suma del poder público? ¿Qué piensa realmente Alberto Fernández?

En el giro de menos de 90 horas, el Presidente de la Nación se puso expresamente del lado de Nicolás Maduro, de Gildo Insfrán y de toda persona con problemas con la ley penal que venga a vivir a la Argentina. ¿Cuál es el verdadero Alberto Fernández? ¿El que dijo que venía a recomponer heridas y gobernar para todos en el marco de la ley o un sectario apenas dispuesto a satisfacer a los propios? No es arbitrario unir estos hechos para preguntarse qué sello ideológico le imprime el primer mandatario a su gestión.

La Unión Europea entera, más Chile, Costa Rica, Uruguay y Dominicana condenaron que Nicolás Maduro haya expulsado de Venezuela a la embajadora de la UE. Del “grupo de contacto”, como se denomina el bloque de naciones que integra la Argentina, nuestro país quedó del lado del chavismo.

Los palazos ostensibles de la policía formoseña no paraban de caer sobre los ciudadanos de esa provincia que reclamaban por el cierre inexplicado de toda actividad social por el COVID. Alberto Fernández demoró 48 horas para opinar con tibieza que el señor feudal Gildo Insfrán resultaba “preocupante” desde lo institucional mientras su Secretario de Derechos Humanos fustigaba con dureza a los periodistas antes que a los gobernantes de cachiporra en mano.

Por fin, con una premura inusitada, el presidente derogó un decreto de Mauricio Macri que aceleraba los procesos de prohibición de ingreso y expulsión de extranjeros en conflicto con la ley penal.

Si es verdad que los ministros expresan a su jefe, los dichos de Elizabeth Gómez Alcorta (Ministerio de la Mujer), alcanzarían para responder a algunas de las preguntas formuladas más arriba. “Hoy es un día de celebración. El Presidente derogó el decreto 70/17 y la política migratoria argentina vuelve a ser faro de garantía del ejercicio de los derechos humanos de las personas migrantes”. La ministra de Mujeres, Género y Diversidad “celebra” el decreto que favorece a extranjeros con problemas penales. Porque el bendito decreto apenas aceleraba el análisis de permanencia o no de los extranjeros delincuentes probados o sospechados judicialmente de ello. La Ministra que integra el gobierno de un país con un femicidio por día celebra este trato preferencial que podría incluso beneficiar a un eventual asesino de mujeres. Raro. Darle prioridad a este tema periférico es todo un símbolo para la sociedad argentina que vive dentro de la ley.

Es imposible recurrir al archivo de Alberto Fernández para entender qué piensa de Venezuela. Allí, pasa de considerarlo un proceso de facto a elogiar a su amigo Maduro. ¿Hay posibilidad de grises para describir a un país en donde este mismo artículo de Infobae no puede ser leído por los venezolanos? Sí, por supuesto que Infobae está censurado. En Venezuela hay censura previa, además de ausencia de división de poderes, concentración de facultades en el Ejecutivo, presos políticos y más. La decisión diplomática de no alinearse con Uruguay y Chile por la expulsión de una embajadora (más las contradicciones del Canciller y diplomáticos vernáculos) debería alcanzar para entender al Presidente.

El episodio Formosa corona un ya no vidrioso sino bochornoso cuadro de situación. Para el Presidente pesa más la estrategia de alianza con un gobernador que los principios de la ley. Si se golpea con palos y se asfixia con gases de un aliado, el repudio es tibio, al borde de lo inexistente. Si es de un opositor, es violación abierta de los derechos humanos.

Gildo Insfrán gobierna Formosa encaramado en el poder desde hace 34 años. Pone fronteras interiores a gusto y piacere y somete gracias al poder de tener 7 de cada 10 formoseños dependiendo del Estado. ¿Eso es un modelo democrático para el Presidente? En serio hay que leer sin preocuparse a su ministra de Seguridad Sabina Frederic, que asegura que “hay un ensañamiento” contra Gildo Insfran? ¿Eso piensa Fernández?

Es verdad que todas estas preguntas quedan relegadas a segundo plano luego de asistir al discurso político de barricada de Cristina Kirchner ante la Cámara de Casación Penal. Porque, por las dudas, aquello no fue un simple ejercicio del derecho a ser escuchado en el proceso penal que se le otorga a los imputados. Nadie, salvo el que se cree omnímodo y se sospecha impune, se dirige a un juez en esos términos. Los jueces, señalados con un dedo admonitor, es cierto, callaron consintiendo. Allí, la mentora de esta presidencia dijo que la ley es ella, que los jueces venales son los que ella señaló y que el proceso penal se rige por sus normas. ¿Cree eso Alberto Fernández? ¿Será Losardo su cordero sacrificial en el altar de la pureza K? ¿Cuál es él? ¿Qué ideología habita en su cabeza?

Quizá sea hora de preguntar, en realidad, quién es él.