Hace 60 años, en la región de Yungas, departamento de La Paz, se producían hasta 7.500 toneladas anuales de café, destinados por completo al mercado internacional. Poblaciones como Caranavi se crearon en torno al comercio de esta bebida energizante, indispensable para que cada mañana despierte gran parte de la humanidad. En la última década, con apoyo del Gobierno nacional, el café boliviano comenzó a recuperar compradores en Estados Unidos y Europa.
Ruth Vidaurre, presidenta de la Federación de Caficultores Exportadores de Bolivia (FECAFEB), contó a Sputnik que —pasado el auge de los 60— la producción de café llegó a caer hasta las 1.700 toneladas anuales. Actualmente, el negocio repuntó con la comercialización de 3.000 toneladas anuales.
Además, ahora Bolivia cuenta con un demandante mercado interno, lo cual no ocurría en el siglo pasado.
"Entre las décadas del 60 y 70 se ha logrado producir bastante café en Yungas, por el sector de Caranavi. Por esas épocas se han llegado a producir 150.000 sacos [de 50 kilos cada uno]. Caranavi vivía gracias al café, se ha desarrollado gracias al café", dijo Vidaurre. El problema con los compradores extranjeros vino "cuando se prometió un buen café, pero no se logró mandar lo que se había prometido".
En esos años, el café era producido en haciendas por particulares. No había organizaciones de productores como la FECAFEB, fundada en 1991. Por ello, 50 años atrás se lo comercializaba sin cumplir los estándares de calidad hoy vigentes. Vidaurre comentó que no existen actas ni documentos sobre este conflicto, pero llegó a saber que en un puerto de Europa arrojaron al mar un cargamento de mal café boliviano.