Negocian refinerías y productoras para definir un nuevo aumento

En los dos meses que transcurrió el año, el precio de las naftas y el gasoil aumentó cuatro veces y desató un conflicto en el sector, y sobre todo en YPF.

Sucede que la mayor parte de los aumentos no sirvieron para recomponer margen de ganancia de las empresas, sino que se debieron a la suba de impuestos (que beneficia a la recaudación del fisco) y al incremento en el precio de los biocombustibles (un componente cuyo valor fija la Secretaría de Energía y las refinerías están obligadas a utilizar).

En el mismo tiempo, el valor del barril internacional del petróleo, el principal insumo de las empresas, subió más de 14 dólares (pasó de US$51,09 a US$65,37) y el tipo de cambio mayorista aumentó 6,4% (comenzó el año en $84,15 y ayer cerró a $89,54).

Tal aumento de costos obligó a las empresas refinadoras -entre las que se encuentran YPF, Raízen (Shell) y Trafigura (Puma Energy)- a negociar con las productoras -Vista, ExxonMobil, Shell y Pluspetrol, entre otras- el precio al cual le compran el barril de petróleo para abastecer la demanda de naftas y gasoil el próximo mes, como adelantó el portal Econojournal.

Las refinadoras son conscientes de que no pueden trasladar al precio del surtidor el salto que pegó el barril internacional. Según indicaron, los valores actuales de surtidor reflejan un costo del barril de petróleo a US$53, lejos del US$65 al que cerró ayer la cotización internacional.

Además, el próximo mes habrá nuevos aumentos de impuestos y de biocombustibles. Según los cálculos de una refinería, si solo se trasladara al valor de las naftas esta suba de costos y el alza del tipo de cambio, los precios en marzo deberían incrementarse 7%. Este aumento tan alto se debe a que el impuesto a los combustibles se debería actualizar por la inflación acumulada del último trimestre del año (11,4%). Por eso en el sector se descarta que el Gobierno postergará al menos una parte importante de la actualización de los impuestos para más adelante.

Lo que más preocupa a las refinerías es el salto brusco que pegó el barril de crudo. En las negociaciones con las productoras, piden que se fije un precio del barril de US$55, mucho menor a los US$65, ya que señalan que un valor mayor a ese no podrán afrontarlo. Las petroleras, por supuesto, descartan vender el crudo US$10 más barato que en el exterior, pero no se bajan de la negociación, ya que temen una nueva intervención del Estado, que podría imponer de nuevo el barril criollo, una medida que pocas veces funcionó.

En cambio, proponen que se les pague el precio export parity, es decir, el valor internacional menos el 8% de retenciones (alrededor de US$60). Una de las productoras indicó a LA NACION: «Está en discusión el precio de venta y el volumen, pero todavía no hay nada cerrado. Además, queremos que sea un sistema equitativo para todos, que no hayan productores que exporten todo su volumen y otros que vendan todo en el mercado local a un precio más bajo».

«Es esencial para los productores mantener la competitividad a nivel internacional porque es importante recibir el precio internacional para mantener las inversiones. De otra manera, a mediano y largo plazo será más costoso para el país importar el crudo o los combustibles», agregó.

En lo que va del año, las naftas y el gasoil aumentaron 11 y 12%, respectivamente. En números, la nafta y el gasoil súper de YPF en Ciudad de Buenos Aires comenzó el año con un valor de $67,10 y $62,70, y hoy cuestan $74,60 y $70,30. Las refinerías remarcan que, si bien los porcentajes de aumento parecen muy altos, desde agosto, cuando comenzó la recomposición de precios en el sector, el litro de súper aumentó apenas $18. En lo que va del año, tuvo un incremento de $7.

«Se gastaron las balas para pagar impuestos y biocombustibles, y no para recuperar margen. Estamos intentando cerrar un acuerdo con las productoras de uno o dos meses, para ganar tiempo y esperar que baje el internacional o que se acomoden los precios del surtidor», dijeron en una refinería.

Para YPF se trata de un tema crucial, ya que entre el 70% y 80% de sus ingresos dependen de la venta de naftas. Si bien la mayor parte del petróleo la abastece con producción propia, hay al menos un tercio que debe comprar a otros productores. Esta es una de las discusiones que la petrolera con control estatal está llevando adelante, como presidente de la Cámara de Exploración y Producción de Hidrocarburos (CEPH).