Cómo hizo Chile para vacunar al 16% de su población en 21 días

La campaña de inmunización chilena, que ha alcanzado a más de tres millones de personas, va por delante de México, Brasil, Argentina o España

Chile comenzó a vacunar contra la covid-19 el 3 de febrero y este martes, menos de 21 días después, más de tres millones de personas ya han recibido al menos una dosis, equivalente al 16% de la población del país, de 19 millones de habitantes. El porcentaje no solo supera con amplitud a sus vecinos más grandes, como Argentina (1,65%), Brasil (3,43%) y México (1,4%), sino que también está por encima de países como España (9,59%) y muy cerca de Estados Unidos (19,44%). La cantidad de vacunas disponibles y la velocidad del operativo, con al menos 1.300 centros en el territorio, tiene al país sudamericano como ejemplo regional y mundial.

México, Colombia, Perú, Uruguay o Paraguay han pedido ayuda a las autoridades chilenas, según comentan en la Cancillería. El éxito de la estrategia combina elementos históricos y otros coyunturales: la fortaleza de la salud primaria desde la década del cincuenta, el músculo comercial de una de las economías más abiertas del mundo y el olfato negociador del propio presidente, Sebastián Piñera, un poderoso empresario. Como resultado, su Gobierno (2018-2022) espera vacunar a 15 millones de personas en este primer semestre y, con ello, alcanzar la inmunidad de la población chilena a finales de junio.

En mayo del año pasado, Piñera ordenó al subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales, el abogado Rodrigo Yáñez, que se dedicase exclusivamente a cerrar los tratos con los laboratorios. Yáñez ha liderado desde entonces las negociaciones, en contacto directo con el presidente. Poco antes de la llegada de las primeras dosis de la china Sinovac, a fines de diciembre, por ejemplo, Piñera habló directamente con Xi Jinping para apurar la burocracia. Aunque ha tenido serios problemas políticos en este segundo Gobierno, al presidente chileno se le sigue reconociendo su capacidad de gestión, como la que permitió el mediático rescate de los 33 mineros bajo tierra en 2010.

El centro de la estrategia chilena ha sido el pragmatismo y la diversidad de laboratorios con los que se negoció en paralelo y por diferentes caminos. El manejo de planes alternativos ha sido especialmente beneficioso, considerando los retrasos en las entregas registrados en todo el mundo. El Gobierno tiene un lema: lo perfecto es enemigo de lo bueno y se necesita llegar a acuerdos rápidamente, porque otros países están en la lista de espera para sellar las negociaciones.

En Chile, por ejemplo, no hubo ensayos clínicos de la estadounidense Pfizer, pero fueron las primeras 20.000 dosis que llegaron al país el 24 de diciembre. Con ellas se vacunó a los funcionarios de la salud que se desempeñan en las unidades de pacientes críticos (UPC). Se comprometieron además 10 millones de dosis, cuya entrega se concentrará sobre todo en el primer semestre. A diferencia de otros países de la región, Chile consiguió un buen calendario, con un crecimiento exponencial.

De China a Estados Unidos

Una táctica diferente se desplegó con Sinovac, porque los ensayos clínicos que ha realizado el laboratorio en Chile, financiados por el país sudamericano, facilitaron la disponibilidad de la vacuna. En ese caso, sin embargo, se negociaron los precios y un ambicioso calendario que permitirá la entrega de 60 millones de dosis en tres años (aunque se podría subir la cantidad, según las necesidades chilenas). De las vacunas de Sinovac ya han llegado dos embarques con cuatro millones de dosis, aproximadamente. Resultó crucial en este proceso el acuerdo de colaboración suscrito por la prestigiosa Universidad Católica de Chile con el laboratorio chino.

“En 2020 estábamos en un escenario incierto, porque no sabíamos la forma en que iba a terminar cada vacuna. No había aprobaciones regulatorias y los laboratorios estaban recién iniciando sus cadenas de producción. Pero intentamos minimizar el riesgo de la apuesta, con llamadas semanales, incluso diarias, a Sinovac, por ejemplo, con el que procuramos un contacto estrecho”, relata Yáñez.

“A veces funcionan las apuestas y afortunadamente con Sinovac fue una excelente apuesta, considerando la disponibilidad de las vacunas en una etapa temprana, que se complementaba con Pfizer, que nos podía entregar antes, pero en una cantidad menor”, agrega el subsecretario de Relaciones Económicas Internacionales del Gobierno de Chile.

De Oxford/AstraZeneca, Chile espera unas cinco millones de vacunas, con un primer embarque entre abril y mayo próximo. En paralelo, el Gobierno de Piñera busca ampliar el contrato con la china Sinovac, negocia con CanSino –una empresa chino-canadiense que también realiza ensayos clínicos en Chile–, y lleva adelante conversaciones avanzadas con la rusa Sputnik V. Con estas dos últimas se busca reforzar el proceso de inoculación del segundo trimestre.