La resurrección de Rogelia Blanco

Fue enterrada y por sus familiares tras fallecer por COVID-19 pero 10 días después reapareció en su geriátrico

La mujer española de 85 años había sido dada por muerta pero después se descubrió el error del hospital que desencadenó todo el drama

El día que Rogelia Blanco regresó sonriente al geriátrico donde vive en España sus compañeros parecían estar viendo a un fantasma, y no es para menos. Tan solo 10 días antes habían llorado su muerte, y no solo ellos, su familia, que hasta llegó a enterrarla.

Blanco, mujer gallega de 85 años, se enfermó de coronavirus en su geriátrico de Xove (provincia de Lugo en España) y el pasado 13 de enero su cuerpo aparentemente perdió la batalla contra la enfermedad.

Su marido y sus siete sobrinos recibieron devastados la noticia, pero procedieron a darle cristiana sepultura en el cementerio de San Pedro De Xuances. El féretro estaba sellado a cal, por prescripción sanitaria, al fin y al cabo había muerto por COVID-19, así que no pudieron verla para darle el adiós final.

Pasaron varios días hasta que una llamada dejó totalmente desconcertado Julio, uno de sus sobrinos. Venía de la residencia donde vivía Rogelia: “Tu tía está aquí”, dijo la voz; “Entonces ¿a quién enterramos el otro día?, preguntó julio, según pudo reconstruir El País.

Precipitándose por llegar al geriátrico, Ramón, marido de Rogelia quien ya era un viudo convencido, encontró a su esposa viva y con buena salud. Efectivamente había vencido al coronavirus.

Más que un milagro, la historia revelada en un principio por el periódico La Voz de Galicia terminó siendo una insólita confusión, que representó gran felicidad para los familiares de Rogelia pero una tristeza profunda para los de Conchita, otra de las residentes del geriátrico que acompañó a la señora blanco durante la convalencencia por la enfermedad viral.

Ella también se contagió pero no tuvo la suerte de regresar entre los muertos. Peor aún, fue enterrada bajo otro nombre y por otras personas distintas a sus seres queridos, quienes no pudieron darle una despedida adecuada y se vieron sorprendidos por la noticia de su muerte.

Para los gestores del geriátrico, la Fundación San Rosendo, lo ocurrido es un “desafortunado incidente” que no debió pasar.