El Gobierno logró aprobar el presupuesto en Diputados con el voto dividido de Cambiemos

 

El Frente de Todos consiguió esta mañana aprobar el presupuesto de 2021 después de 14 horas de debate con ayuda de los bloques aliados y sin los votos de la mayoría de los diputados de Cambiemos, que volvió a mostrar las fisuras entre duros y blandos.

Los primeros votaron en contra, con figuras como Omar de Machi y Fernando Iglesias; los demás se abstuvieron y acompañaron algunos artículos que favorecían a las economías regionales. Y seis votaron a favor, como los jujeños y correntinos, por pedido a los gobernadores radicales Gerardo Morales y Gustavo Valdés. Permitieron aprobar la ley con 139 votos, 10 más que la mayoría simple.

«Es una abstención responsable y a su vez implica un llamado de atención. Porque nos gustaría votar a favor pragmática, es una posición que requiere una lectura explícita de que tenemos vocación de ayudar, de poner el hombro. Nos gustaría votar a favor -aseguró-, pero vemos que es un presupuesto incompleto», defendió la postura mayoritaria de su bloque Cristian Ritondo, jefe del PRO.

Iglesias volvió a dominar la intransigencia. «Señores: manejan el Poder Ejecutivo, Diputados, el Senado, casi todas las provincias, casi todos los medios, la CGT, los punteros barriales, los movimientos piqueteros. Hasta al Papa manejan, y hoy van a tener presupuesto porque van a tener los votos. Pueden cambiar lo que quieran con ese decreto indecente que le permite al jefe de Gabinete hacer lo que quiere con las partidas. Gobiernen, dejen de ocuparse de la impunidad de Cristina y de echarle la culpa a los demás».

En el oficialismo también hubo peculiaridades: el jefe Máximo Kirchner no apareció ni siquiera para dar su discurso de cierre, un protocolo habitual en los presupuestos. Mario Negri, el jefe de Cambiemos, se negó a hacer su discurso cuando supo que sería el último en hablar.

Fueron más de un centenar de discursos con pases de factura por la herencia del gobierno de Mauricio Macri y la gestión de Alberto Fernández, en una sesión semi presencial, con más de 100 diputados en el Congreso y hasta 80 distribuidos en el recinto, el doble que en las sesiones realizadas desde la llegada de la pandemia.

El presupuesto estima un déficit fiscal de 4.5% para 2021, que escala a 6% con los intereses de deuda, la partida que más descendió respecto a los años anteriores por la reestructuración con los bonistas extranjeros. «No se pueden hacer proyecciones absolutas, pero existirá una capacidad para reaccionar. Se plantea transitar un sendero de sostenibilidad consistente con la recuperación económica», prometió Carlos Heller, miembro informante del oficialismo.

Destacó que el déficit se cubrirá con crédito público «en moneda local» y habrá «una reducción gradual de necesidades de financiamiento monetario del Banco Central», que este año abarcaron los planes de asistencia durante la pandemia, no contemplados para 2021 aun cuando no hay fecha para aplicar vacunas.

Heller prometió cifras auspiciosas como un superávit comercial de 15 mil millones de dólares, con mayores exportaciones e importaciones, y un descenso paulatino de la inflación, que sería de 29% en 2021, 24% en 2022 y 20% en 2023.

El valor del dólar fue tal vez el dato más cuestionado por la oposición: según el presupuesto será de 102.4 en 2021, 124 en 2022 y 146 en 2023. O sea, ni siquiera en dos años alcanzará los valores en los que se comercia en el mercado paralelo.

«Durante los cuatro años de Macri subió la inflación, subió el déficit y la deuda en moneda extranjera se ha incrementado como nunca. De los 44 mil millones de dólares que llegaron del FMI, sólo 14 mil fueron para pagar deuda y el resto formó parte de la fuga de capitales», denunció Heller.

Le respondió el macrista Luciano Laspina. «Deuda es igual a déficit fiscal. No puedo creer que siga escuchando que hay diputados que pidan no ajustar y no tomar deuda», se molestó.

Y calculó que Guzmán ya sumó 20 mil millones de dólares de deuda, cifra que estimó con los adelantos transitorios del Banco Central, la reestructuración de la deuda con los bonistas y las salidas al mercado local. «No hay magia en esto. El problema es que Argentina no crece hace más de 10 años».

Uno de los artículos polémicos incorporados en el debate en comisión fue el impuesto al juego online de 5% por cada apuesta, que luego bajó a 2.5% para las empresas con inversiones genuinas en el país. «¿Quién las va a definir? Se me hace otro artículo para Cristóbal López», ironizó el radical misionero Luis Pastori.

Su bloque lo votó en contra y el oficialismo le agregó un retoque: la alícuota no se aplicará sobre el valor bruto de cada apuesta y/o juego de azar, sino sobre el neto de los depósitos que realice el apostador en su cuenta de juego.

Pastori fue uno de los que pidió votar algunos artículos favorables a las economías regionales como el que creaba una zona franca en su provincia, que provocó cortocircuitos con diputados oficialistas del norte del país. Hubo que modificar la redacción para que puedan sumarse otros distritos, a elección de la autoridad de aplicación, pero varios diputados de Cambiemos se opusieron por considerarlo inconstitucional.

«Lo que no tiene este Gobierno es un presupuesto de ajuste, un presupuesto neoliberal. No elige en ese menú de opciones de los economistas del prime time de la televisión argentina y que plantean una reforma impositiva para bajarle los impuestos a los ricos, o una reforma previsional para perjudicar a los jubilados, o una reforma laboral para perjudicar a los trabajadores, o la liberación cambiaria para que la inflación se dispare. O piden la libertad de los flujos de capitales para que cada uno entre o salga como quiera», se defendió Marcelo Casaretto, del Frente de Todos.

Su compañero Itai Hagman le respondió a Laspina. «Los presupuestos de los últimos años tenían un rumbo y este lo cambia totalmente: la partida que más cae son los servicios de deuda y la que crece son los servicios sociales y de obra pública.  Siguen diciendo que hay dirimir entre ajuste o deuda. El gobierno anterior hizo las dos cosas».

El Frente de Todos se manejó con la tranquilidad de tener la mayoría asegurada por el acompañamiento de los dos bloques minoritarios: unidad federal para el desarrollo (Udeso), con misioneros y rionegrinos; y el federal, con lavagnistas, cordobeses y socialistas santafesinos.

Los 4 leales a Juan Schiaretti reclamaron aumentar el subsidio al transporte automotor del interior, que subió de 13 a 20 mil millones durante el debate en comisiones, pero lejos de los 66 mil que tendrá el área metropolitana. «Es inequitativo porque solo representa el 20% del total que va a destinar el Gobierno al subsidio del transporte en todo el país, dejando el 80% restante para el AMBA», se quejó el diputado Paulo Cassinerio.

También tuvo críticas el presidente de su interbloque, Eduardo Bucca. «No hay más margen para tirar de la cuerda. El Gobierno no tiene más posibilidades para tomar atajos. Hay que definir un rumbo y una política económica. Acompañar el Presupuesto no significa acompañar todas las decisiones económicas que se tomaron hasta este momento».

Un sector de Cambiemos avaló el artículo que permite a las cooperativas eléctricas refinanciar deudas con la mayorista eléctrica Cammesa. No consiguieron la habilitación para que los gobernadores emitan bonos en el mercado local sin límites: por el contrario, además del aval del Ministerio de Hacienda, necesitarán la firma del de Interior, a cargo de Eduardo «Wado» De Pedro.

Otro retoque en el debate en particular fue no poner como suma «máxima» los 91 mil millones destinados a pagar deudas previsionales. Y se eliminó un artículo que garantizaba a las gasíferas una compensación de 30 mil millones de pesos que le había garantizado Macri en un decreto anulado por el Senado, pero nunca tratado en Diputados.