Testigo en el juicio contra Cristina Kirchner “Estaba cansado de pasar sobres debajo de la mesa”

Se trata de Nicolás Loscalzo, hijo de un empresario de la construcción que licitaba obras públicas en la provincia de Santa Cruz, cuando Lázaro Báez recién se iniciaba sus actividades empresariales

“Estoy cansado de pasar sobres debajo de la mesa”. Así se lo dijo en 2004 Osvaldo Loscalzo a su hijo, por teléfono, cuando le avisó que quería vender la empresa que había armado en Santa Cruz, la constructora Loscalzo y Del Curto, e irse a vivir a El Calafate y dedicarse a una hostería. Un año después, Loscalzo se mató, junto a su beba, en un accidente de tránsito, cuando su auto despistó por la nieve entre Calafate y Río Gallegos. La firma fue vendida a Lázaro Báez. Desde esa constructora salieron muchos de los cheques en favor de la familia Kirchner.

La revelación fue hecha por Nicolás Loscalzo, hijo del empresario, cuando declaró esta mañana en el juicio oral que lleva adelante el Tribunal Oral Federal 2, en donde está acusada la vicepresidenta Cristina Kirchner, el ex ministro de Planificación Julio De Vido, el ex secretario de Obras Públicas José López y el propio Báez, además de una docena de ex funcionarios de Vialidad.

Más tarde, declaró José Luis Del Curto, socio de Loscalzo. Afirmó que su amigo era el que se dedicaba a las relaciones públicas para ir a ver qué obra pública “estaba por salir”. “Nos costaba mucho ganar una licitación, salíamos segundos, terceros”, dijo. En comparación, agregó, a Austral Construcciones le iba muy bien. Cuando le preguntaron por qué, se río y respondió: “Porque ganaba todo”. Antes de la llegada de los Kirchner al Gobierno, “Austral Construcciones no era nada, no existía”.

Con la muerte de su amigo y socio, la constructora que habían armado terminó vendiéndose a Austral Construcciones en 2006. Del Curto sostuvo que a Lázaro Báez nunca le vio la cara. Solo lo conocía por lo que aparecía en la revista Noticias. “En ningún momento nos sentamos frente a frente”, dijo. El intermediario fue el escribano Leandro Albornoz y también actuó el abogado Alejandro Baldini, a cargo de la sucesión de su amigo.

Un detalle: se quejó porque Austral Construcciones nunca pagó el impuesto municipal por el obrador en donde habían quedado las maquinarias vendidas por la empresa. “Desde 2006 a la fecha”, afirmó.

Las declaraciones de Nicolás Loscalzo y José Luis Del Curto tuvieron lugar hoy en una nueva audiencia por el juicio de la obra pública, que comenzó en mayo de 2019 y tiene como la principal acusada a la vicepresidenta Cristina Kirchner. Allí la acusan de haber encabezado una asociación ilícita que favoreció a la empresa de Lázaro Báez con las obras pública que tuvieron lugar en la provincia de Santa Cruz. La vicepresidenta, a la hora de hablar en el tribunal, aseguró que se trata de “lawfare”.

Por zoom, desde una delegación de Gendarmería en El Calafate, Loscalzo se presentó ante el Tribunal Oral Federal 2. Lo había reclamado como testigo el fiscal Diego Luciani. En su exposición, el joven relató que su padre y amigo habían formado una SRL en Santa Cruz y al principio les iba muy bien. ¿Cómo lo sabía? “Como adolescente la pasaba mejor. Se veía el crecimiento de la empresa. Tenía cada vez más gente –dijo-. Era una empresa netamente constructora. Tenía dos o tres empleados en la oficina, la gente que tenía trabajando en obra no los conocía”.

Loscalzo afirmó que “los márgenes de ganancia quedaban con la obra pública porque eran las obras grandes”. A fines de 2003, el joven se fue a estudiar a La Plata. Y cuando su papa falleció, la constructora fue vendida. “La empresa no era lo mismo. Yo tenía 21 años y vivía en un frasco de mayonesa. Me parece que era imposible llevarla adelante. Entiendo que mi padre tenía la idea de venderla la empresa. A mí me lo había comentado por teléfono un par de veces. Y cuando falleció mi papa, no daba para seguir trabajándola. Ese fue el motivo por el cual se vendió”.

Cuando Luciani preguntó si su padre le había dicho por qué razón quería venderla, el testigo recreó el diálogo con su padre. “Quiero vender todo. Hacer un hostel e irme a vivir a Calafate. Entiendo que estaba cansado lo que era, lo que es… Que sí o sí para crecer tengas que trabajar en obra pública. Me dijo ‘estoy cansado de pasar sobres debajo de la mesa’. Eso me dijo”.

A quiénes les pasaba sobre o con qué funcionarios se relacionaba, no lo sabía. Para esa altura, las defensas ya estaban cuestionando el interrogatorio del fiscal. Primero porque podía provocar un perjuicio para su padre, aunque ya fallecido, por su obrar. Segundo porque el joven ya había dicho que “vivía en un frasco de mayonesa”.

La declaración del otro testigo también trajo roces entre la fiscalía y las defensas. Uno de los letrados se quejó porque el interrogatorio parecía ser una “excursión de pesca”. El TOF decidió rechazarlo porque hacía una hora que le estaban preguntando al testigo y no se habían quejado antes. Eso también valió protestas: no hay momentos para hacer estos planteos, respondieron.

Sobre la empresa en sí, Del Curto afirmó que se había vendido en 2006 por un valor de un millón de pesos. El precio que se pagó entendió que era aceptable porque ellos no tenían muchas maquinarias. El testigo dio detalles de la muerte de su socio y explicó que después el tampoco quiso seguir con la firma. De las relaciones públicas, dijo, se encargaba él.

A algunos de los acusados, como Carlos Santiago Kirchner, José López o Julio De Vido, los conoció haciendo tramite en Santa Cruz. Pero nunca tuvo trato especial con ellos. “De cruzarlo en algún pasillo”, dijo al hablar de De Vido.

A la hora de explicar los motivos por los cuales su socio quería venderla, Del Curto afirmó que su socio había quedado viudo y se había puesto en pareja con una mujer que vivía en El Calafate y por eso su interés en irse a vivir allí y dedicarse a manejar una hostería.