Tucuman en alerta Circulación comunitaria de Covid-19, un temor latente en la provincia

Tucumán vive momentos de extrema tensión luego de que se registrara un brote de Coronavirus en Lastenia, Banda del Río Salí. Allí, el viernes por la noche, desde el Ministerio de Salud de la Provincia confirmaron la detección de ocho contagios, todos contactos estrechos del denominado Caso 97, un hombre de 68 años residente de esa localidad y que dio positivo el mimo día luego de permanecer internado en la unidad coronaria de un sanatorio privado de San Miguel de Tucumán.

Si bien la titular de la cartera sanitaria provincial declaró estar segura del origen del nuevo foco de contagio, y que –“hasta hoy”- la circulación del virus es por conglomerado, la idea de la circulación comunitaria en territorio tucumano es una preocupación cada vez más seria. La presión de camioneros por sortear más rápido los controles camineros –que este viernes llevó a algunos a violentar la frontera-, la complicidad de otros choferes para trasladar clandestinamente a personas que desean volver a sus hogares sin cumplir los protocolos y el pobre cumplimiento de las medidas de distanciamiento social en las calles, hacen de Tucumán una zona de riesgo, principalmente por su alta densidad poblacional.

Ya a principios de mes, y luego de que seis trabajadores de la salud que prestaban servicio en un centro de aislamiento de Yerba Buena se contagiaran de COVID-19, desde el Sistema Provincial de Salud (SiProSa) habían salido a descartar una transmisión comunitaria en la provincia.

¿En qué se diferencia la circulación comunitaria de la por conglomerados?

Se denomina circulación por conglomerados a los contagios ocurridos por contacto indirecto con otros infectados, es decir, personas que se contagiaron a partir de un caso índice o secundario, aunque haya una evidencia indirecta.

Los contagios por circulación comunitaria, en cambio, son aquellos en los que no es posible determinar el origen o relacionar el caso confirmado al de otras personas contagiadas a partir de un caso conocido, es decir, se rompe la cadena de transmisión. Es entonces cuando el virus circula, sin que sea posible identificar cuándo, cómo y a partir de qué las personas están contrayendo la enfermedad.

No es la primera vez que en la provincia se encienden las alarmas por situaciones complejas, que llevaron los controles sanitarios al borde del límite. Hubo ocasiones puntuales en las que el virus se pudo haber desatado y que, sin embargo, gracias a un rápido accionar preventivo del Gobierno –y algo de fortuna-, se logró evitar. Empezando por la ida al supermercado de la Paciente Cero –narrada por su propio hijo-, pasando por la inconmensurable telaraña de contagios del legislador Ricardo Bussi, el Colectivirus proveniente de Buenos Aires contratado por el Gobierno tucumano, la abuela infectada de Monteros que formaba parte del contingente y el Caso 97 que estuvo internado durante horas junto a pacientes coronarios de riesgo en una sala de cuidados intensivos de un sanatorio privado. Todos llamados de atención.

Hoy las miradas están puestas en Lastenia, donde el cerrojo preventivo busca evitar que la peste esparza más allá de las nueve manzanas que permanecerán completamente aisladas durante al menos 14 días. También hay una mira puesta en la Unidad Coronaria de un sanatorio privado de San Miguel de Tucumán, donde estuvo varias horas el Caso 97. Allí, algunos pacientes aguardan saber si sus cirugías programadas continuarán su curso o si les harán esperar siete días para descartar la presencia de Coronavirus. Otros también miran Villa Quinteros, en Monteros, donde esperan por el resultado del hisopado a un hombre que ingresó a la provincia ilegalmente y escondido a bordo de un camión.