Las noticias son hasta hora buenas por el lado de la epidemia de coronavirus. Dos semanas después de iniciada la Fase 2 de reapertura de la vida social y las actividades productivas, los controles sanitarios no denuncian la aparición de ningún nuevo brote infectivo y en todo el país la peste que vino de China va disminuyendo. En once regiónes no se registran casi contagios y muertos. Solo Umbria y Molise, con niveles muy bajos de contaminación, han aumentado ligeramente y están bajo la lupa. Lombardía, la region más rica y castigada, con capital en Milán, parece al reparo, pero es la más vigilada por las curvas científicas que se entrecruzan y miden la marcha de la pandemia.
El primer ministro de Italia, Giuseppe Conte, dijo que este es el momento de dar el gran paso, con un “riesgo calculado”. Desde el lunes se agregan a la vida social los sectores de mediano riesgo, en particular bares, restaurantes y peluquerías, hasta ahora cerradas por temor a que los contactos humanos arruinen lo que se ha ganado desde que el 3 de marzo cuando se implantó la cuarentena total, en un país que ha sumado más de 230 mil contagiados, de los cuales quedan activos unos 70 mil, más 32 mil muertos.
Las medidas apuntan en una dirección. Salvar la economía del país que está sufriendo la peor crisis desde el final de la Segunda Guerra Mundial y “convivir con el virus” de manera tal que se pueda enfrentar exitosamente una segunda oleada de la pandemia que muchos pronostican.