El martes 26 de mayo, después del feriado del 25 –nuestra principal fecha patria–, con o sin default, habrá un volver a empezar porque, en cualquier caso, la economía que habrán dejado dos meses de clausura de la producción padecerá consecuencias materiales peores que las de nuestra crisis de 2002 en varios aspectos.
Por Jorge Fontevecchia – Cómo volvamos a empezar y esencialmente hacia dónde dependerá de nuestra capacidad de haber aprendido. Lo que distingue a las sociedades exitosas de las fallidas no es lo que les pasó, sino lo que hicieron con lo que les pasó. Un episodio traumático puede ser una experiencia que empuje el desarrollo de capacidades para algunas y que anule para siempre a otras.
Ayer PERFIL publicó un reportaje al jefe de los investigadores del Centro Coreano de Prevención y Control de Enfermedades. De su lectura surge que el éxito que obtuvo Corea en el combate contra el coronavirus, siendo el país con la menor mortalidad entre infectados del mundo, es resultado de la misma causa que le permitió a su sociedad haber tenido éxito mundial en la fabricación de celulares, autos, televisores y productos culturales. La capacidad de aprender.
Corea, tras décadas oscuras que culminaron con la guerra que dividió al país en dos, tocó fondo. La profundidad de la herida predispuso a la sociedad a no repetir errores y orientó todas sus fuerzas a aprender. El fenómeno de Corea en tantos campos no se explica en la carencia de pandemias (las tuvieron todas), de crisis económicas o políticas, sino por la existencia misma de la acumulación de tantos problemas. Corea es un país que esencialmente aprende, y para quienes aprenden, los problemas son un dinamizador del desarrollo de capacidades. Más problemas son más posibilidades de aprender y más conocimiento. Y la solución de problemas del pasado pasa a ser un activo social.
La partida doble es el sistema de contabilidad construido por una serie de pares: debe y haber por un lado, activo y pasivo por el otro, que hacen las veces de doble chequeo porque debe y activo van en la columna de la izquierda mientras haber y pasivo en la de la derecha, y si la suma de las columnas no coincide, salta el error. Pero lo interesante del sistema contable de partida doble es que mientras las pérdidas se computan en la columna del debe y las ganancias en la del haber, de si esa pérdida deja alguna enseñanza o no dependerá que pueda ir al activo –engrosando el patrimonio– o al pasivo –reduciéndolo–. Sabiamente para la contabilidad la inversión en el desarrollo de conocimientos que sean productivos es un activo tan valioso como una máquina.
¿Qué haremos los argentinos el día después de la definición de la renegociación de la deuda externa con nuestra economía? Más importante aún que si hay o no default será que aprendamos a corregir las causas que generaron que esa deuda sea insustentable. Probablemente, que nos hayamos recuperado inicialmente tan rápido de nuestro default de 2001 –gracias a méritos propios pero también a la enorme ayuda de la duplicación del precio de nuestras exportaciones– no permitió que pudiéramos “activar” en aprendizaje la mayor parte de las pérdidas previas.
Alberto Fernández se molestó con la última pregunta de la conferencia de prensa del viernes pasado para anunciar la ampliación de la cuarentena hasta el 22 de mayo. Era del periodista de Bloomberg, el medio internacional especializado en economía, quien quería saber cómo va a hacer Argentina para financiar el enorme déficit fiscal que generará toda la ayuda que el Estado tiene que proveer a los privados para que sobrevivan. Textualmente: “El gobierno nacional, entre abril y junio, va a inyectar 1,7 billones de la economía para aliviar el impacto económico de la pandemia, pero sin tener acceso al crédito; ¿cómo se podrá conseguir ese dinero sin provocar un salto inflacionario?”.
Alberto Fernández, quizás asociando a Bloomberg –que es de Estados Unidos– con Reuters y Financial Times, que son europeos, comenzó su respuesta diciendo que “en Europa la deuda de la Eurozona creció más de 20 puntos y países como Italia y Grecia tienen una deuda que ha superado más del 100% de su PBI”, pero se detuvo y terminó diciendo: “Hoy prefiero no hablar de eso, tengo otras preocupaciones”.
Pero el estudio de contexto al 8 de mayo de la consultora Aresco para el Área Metropolitana, donde continúa la cuarentena, indica que mientras el 1º de abril las principales preocupaciones de los habitantes eran 75% el coronavirus y solo 15% la economía, este 8 de mayo el coronavirus es la principal preocupación para el 57%, y la economía, para el 40%, casi triplicando el porcentaje de un mes atrás.
Igualmente, Alberto Fernández continúa obteniendo una muy alta aprobación: 75% de imagen positiva y solo 21% de negativa, así como la extensión de la cuarentena: un 33% aprueba que continúe sin excepciones, y un 52%, que continúe con más excepciones, dejando solo un 13% de los habitantes que piden que la economía pase a funcionar normalmente.
Y respecto de la renegociación de la deuda externa, las opiniones se dividen casi por mitades entre quienes prefieren que se les pague más a los acreedores antes de caer en default y quienes prefieren el default antes de mejorar la oferta, pero el 60% de la población aprueba la forma en que el Gobierno lleva adelante la renegociación.
El otro aprendizaje que podríamos activar ante la enseñanza del coronavirus es la necesidad de compartir políticas de Estado, reflexionando sobre qué parte de la responsabilidad les cabe como causa de nuestro estancamiento económico de la última década a la grieta, a su ahondamiento y a la utilización política que hicieron de ella el kirchnerismo y Macri.
Habrá que volver a empezar, y lo importante será lo que aprendimos: eso, mucho más que las condiciones materiales en que quedemos, determinará la dirección que tomemos y lo lejos que podamos llegar.