Un plantel que puede quedar diezmado por 15 contratos que se vencen el 30 de junio; un equipo titular que se mantuvo meses en la cima pero perdería el 80 por ciento de sus integrantes y una institución bajo amenaza de colapso financiero: así es el panorama de San Martín de Tucumán, puntero de la Primera Nacional, tras las medidas tomadas por la AFA debido a la pandemia de coronavirus.
La entidad que preside Claudio Tapia adoptó la polémica decisión de dar por finalizada la temporada futbolística en el país, un anuncio que cuenta con la adhesión de los clubes beneficiados pero el rechazo de los que se sienten afectados.
Inclusive el gremio que representa a los futbolistas está en desacuerdo con algunos puntos, en especial el que determina que no habrá descensos hasta 2022.
Varias voces cuestionaron la forma y los alcances de la medida que, contrariamente a lo que expresan las autoridades de la AFA, no fue consensuada por todos los clubes y se fue construyendo a partir de la opinión de la mayoría de los que quedaron bien parados, en especial los que se aseguran un lugar en las competencias internacional de 2021 y la continuidad en la máxima categoría cuando el descenso parecía inminente.
Un escalón más abajo, en las competencias de ascensos, los problemas son múltiples y entre los más perjudicados están San Martín de Tucumán y Atlanta, que lideraban sus respectivas zonas de la Primera Nacional al momento de la suspensión de la temporada, pero que pese a todo el esfuerzo realizado no reciben ninguna compensación deportiva como sucede con la mayoría de los clubes de otras categorías.
La medida dispone que los ascensos a Primera deberán resolverse por la vía deportiva cuando las condiciones sanitarias lo permitan, dejando abierta en forma imprecisa la definición, sin saber cuándo ni cómo se va a disputar.
«No queremos que nos regalen el ascenso, sólo pedimos un trato igualitario y si hay que jugar que jueguen todos cuando se pueda de acuerdo a lo que estaba previsto, o que no juegue nadie y se definan los ascensos tomando las posiciones de los equipos al momento de la suspensión», reclamó el presidente del club tucumano, Roberto Sagra.
La preocupación va más allá de tener que jugar para definir el ascenso, ya que las versiones indican que el próximo paso que dará en AFA es decidir que todo lo que se jugó hasta el momento no tenga validez y se busque un sistema de definición completamente diferente, que beneficiará a clubes que tuvieron una mala temporada y quedaron relegados en la discusión.
La sensación es que se ayuda a clubes afines a la conducción afista para que puedan recuperar terreno que parecía perdido en la carrera por el ascenso y renovar sus expectativas de llegar a la máxima categoría, aunque eso signifique perjudicar a los que se perfilaban como principales candidatos a obtener las dos plazas en disputa para subir a Primera.
Un claro ejemplo es San Martín, que luego del 30 de junio, tendrá la dura misión de renovar 15 contratos que se vencen en esa fecha sabiendo que el costo económico puede provocar un enorme daño institucional a futuro.
Del equipo titular que se mantuvo en la cima todo el torneo podrían dejar el club Pier Barrios, Abel Luciatti, Emiliano Amor, Mauro Bellone, Juan Mercier, Claudio Mosca, Nicolás Castro y Luciano Pons, el 80 por ciento de la base, y sólo tienen asegurada la continuidad Ignacio Arce, Lucas Diarte y Gonzalo Rodríguez.
El conjunto tucumano cuenta con uno de los tres presupuestos más importantes de la categoría, superior incluso a muchos equipos de la Superliga, pese a los ingresos son inferiores, especialmente los que provienen de la televisión.
Mantener esa estructura durante varios meses en medio de la incertidumbre puede llevar al club al colapso financiero.
«Se está haciendo una diferencia total y esto marca una cuestión de antifederalismo porque el daño a San Martín es más grande que a otras instituciones, ya que ellos podrán acomodar su economía durante el receso pero nosotros no», sostuvo Sagra.