El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, volvió a apuntar contra China por el origen del nuevo coronavirus. “Hay una enorme cantidad de pruebas de que es allí donde comenzó”, dijo a la cadena ABC, sobre el Laboratorio de Wuhan.
Para el funcionario de Donald Trump, China “hizo todo lo posible para asegurarse de que el mundo no se enterara a tiempo” sobre COVID-19. “Fue un clásico esfuerzo de desinformación comunista”, sentenció. Pompeo, además, denunció que “el Partido Comunista Chino sigue bloqueando el acceso a sus laboratorios al mundo occidental, a los mejores científicos del mundo, para averiguar qué ocurrió exactamente”.»Tenemos que entrar ahí. Todavía no tenemos las muestras del virus que necesitamos», agregó.
El secretario de Estado, además, prometió que los EEUU buscarán que el gobierno de Xi Jinping se haga responsable: “China creó un riesgo enorme. El presidente Trump fue muy claro, vamos a hacer que los responsables rindan cuentas, y lo haremos cuando nosotros decidamos».
El mandatario norteamericano ha criticado repetidas veces el papel del gigante asiático en la pandemia, que ha infectado a casi 3,5 millones de personas y ha matado a más de 240.000 en todo el mundo. Trump, como Pompeo, cree que Beijing ocultó información importante sobre el brote, por lo que le exigió que se hiciera “responsable”. Según informó esta semana el diario The Washington Post, la Casa Blanca está evaluando propuestas para castigar a China o exigirle una compensación financiera por su mala gestión de la pandemia.
Ayer, se conoció un informe de la alianza de agencias de inteligencia “FiveEyes” compuesta además de por Estados Unidos, por el Reino Unido, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, que asegura que Beijing ocultó información. El documento de investigación de 15 páginas afirma -como dijo hoy Pompeo- haber encontrado pruebas de que el virus se originó en el Instituto de Virología de Wuhan, cerca del mercado húmedo del que China dice que proviene. Según el trabajo, los investigadores chinos de virus relacionados con los murciélagos estudiaron una muestra que tenía una coincidencia genética del 96% con el Covid-19 ya en 2013 y este “arriesgado” experimento descubrió en 2015 que la enfermedad era transmisible de los murciélagos a los humanos.