Cuasimonedas, bonos o pesos: el dilema del alza del rojo fiscal

Crece el déficit por la merma recaudatoria. Las provincias piden auxilio y se calienta el debate sobre la mejor manera de financiar la suba del gasto.

«Hay que pasar el invierno», es la frase más recordada de Alvaro Alsogaray. La pronunció en 1962, cuando era ministro de Economía de Arturo Frondizi, al lanzar el bono «Empréstito de Recuperación Nacional 9 de julio» para pagar sueldos a estatales y jubilados, la parte central de su plan de ajuste. Este invierno, justamente el período más crítico para el coronavirus, es lo que el Gobierno espera que pase para levantar la cuarentena y que se pueda reanimar la economía. El impacto de la crisis repercute en las arcas públicas nacionales y provinciales, que se compensa parcialmente con emisión, lo que no es gratis. Consultoras y economistas prevén para 2020 un rojo fiscal de 4,5%, el triple de lo que calculaban a comienzos de año.

La suba abrupta del déficit representa una encrucijada de difícil salida. El debate aumenta, tanto como la brecha entre la baja de los ingresos estatales y el alza de los gastos para cubrirlos: la discusión pasa por emitir pesos, bonos o cuasimonedas. Días atrás, el economista Carlos Melconian propuso crear una «coronamoneda» para financiar tanto al sector público como al privado. «Sería una alternativa al peso, que no me inunde el mercado y que tenga vencimiento dentro de algunos años», que sirva «para pagar parte de estos gastos, con un perfil de vencimiento que haga de cuasimoneda y aceptala para pagar impuestos». Melconian tomó distancia del amague de varias provincias, que amenazaron con crear sus propias cuasimonedas. «La podés hacer vos (aludiendo al Gobierno) como parte de un programa maestro».

Nación, pero sobre todo las provincias, comparten las consecuencias del derrumbe de la actividad y la cuarentena. Dos informes recientes del IARAF (Instituto Argentino de Análisis Fiscal) son ilustrativos. El primero indica que entre el 1 y el 12 de abril (con 6 días hábiles) la recaudación tributaria nacional cayó un 28,3% en términos reales, mientras que los ingresos fiscales de las provincias se desplomaron 58,6%. El segundo apunta a las provincias. En marzo, por el impacto de los 11 días de cuarentena, sus ingresos coparticipables cayeron 11,3% en promedio. La merma recaudatoria obedece a dos razones entrelazadas. Por un lado, la parálisis abrupta de la actividad y por otro, la decisión de empresas y familias de postergar el pago de impuestos, primero los provinciales y luego los nacionales.

Inicialmente, el Gobierno se comprometió a auxiliar a las provincias con $120.000 millones. Todo con el fin de ahuyentar el fantasma de las cuasimonedas, un mal recuerdo de la crisis de 2001. En el país circularon como alternativas al peso 15 bonos provinciales (Patacón, Lecor, Federal, Quebracho y Cecacor y Petrobonos, entre otros) y uno nacional, el Lecop. «Las cuasimonedas surgieron en la Convertibilidad, cuando el Estado no podía emitir por ley», recuerda el director de Ecolatina, Lorenzo Sigaut Gravina y por eso descree de su utilidad. «En la Convertibilidad tenía lógica, porque permitía afrontar los gastos corrientes. Ahora sería una mala decisión», coincidió Nery Persichini, de GMA Capital.

Gabriel Caamaño, Consultora Ledesma, analiza que los amagues de las cuasimonedas tienen su origen a partir de un dato real. «Las recaudaciones provinciales -subraya- caen mucho más que la nacional y no tienen la posibilidad de emitir», dijo. De todos modos, Caamaño que ese experimento sería el menos racional para afrontar la crisis. Por otro lado, consideró que la «coromoneda» sugerida por Melconian sería en realidad un bono muy parecido al Lecop de 2001 («tiene un olorcito», opinó) y no una cuasimoneda. «Salvo que ese bono, además de pagar impuestos, sea un instrumento de curso legal y se utilice para abonar sueldos o como medio de pago», aclaró. Guido Lorenzo, de LCG, sostiene que la salida de un bono o una cuasimoneda a nivel nacional tiene sentido en algún punto. «Podría ser algo transitorio, con fecha de vencimiento y que pueda usarse para algunas transacciones o para los impuestos», señaló. A diferencia de la emisión de pesos, a su entender, es que en algún momento se esteriliza. «El riesgo es que posteriormente no se animen a hacerlo», dijo.

El debate salud (cuarentena) y economía (recaudación, empleo, actividad y cadena de pagos) es resuelta provisoriamente con emisión. Un informe de Abeceb estimó que la expansión monetaria hasta marzo crecía a un ritmo del 30%, es decir, por debajo de la inflación. Pero en marzo registraron una suba por encima del 80%. IARAF estimó que al 8 de abril, la base monetaria era $2,4 billones, lo que representa un incremento del 89,4% con respecto al mismo período del año pasado. Cuasimonedas, bonos o billetes, «el problema de fondo es que hay emisión», define el director de Econview, Miguel Kiguel.

Este economista asocia a la «coronamoneda» de Melconian con el «Bono 9 de julio», de Alsogaray y que podría utilizarse para afrontar parcialmente el pago de los empleados públicos. Pero aclara que esta herramienta, «sería una forma de bajar salarios porque el bono perdería parte de su valor en el mercado». Kiguel sostiene que esta opción «es un forma adecuar el gasto con la caida de la actividad y es una alternativa a la baja de sueldos, que muchas empresas están aplicando».