Que los casos reportados oficialmente no reflejan el número total de infectados ya se sabe. Muchos elementos ayudan a «enmascarar» el numero total alrededor del mundo. Pero los modelos matemáticos ayudan a establecer índices para conocer cómo evoluciona la pandemia en cada país.
Sin embargo, en Brasil, se escuchan cada vez más voces de alerta. Los números oficiales, están tan «subdeclarados» que dificultan el correcto análisis de cómo evoluciona el COVID-19.
Este es, por ejemplo de una doctora en el área de Río de Janeiro, una de las zonas más castigadas por el coronavirus en Brasil.
La doctora Rello dice en su página de Facebook: «Hoy en Brasil tenemos 77 muertos con 3036 casos. Son muchos más. Como médico del sector público y privado te aseguro que está ocurriendo una enorme subregistro».
Asegura que «los casos ligeros no están siendo notificados en muchos hospitales. Además de varios exámenes que llevan 10 días para salir. No se contabilizan todavía muertos que aún no han entrado a la estadística».
La denuncia de la doctora Rello es similar a la de otros profesionales sanitarios que advierten sobre los peligros para poblaciones especialmente en riesgo. Quienes viven en la favelas (especialmente de Río y San Pablo) y hasta los aborígenes del Amazonas. Este fin de semana se conoció el primer caso de coronavirus entre ellos.
Los médicos también alertan sobre otra falta en relación a las premisas de la OMS. No existen la cantidad de elementos para hacer los tests iniciales para localizar a potenciales infectados y aislarlos. Esto los deja circular, como verdaderas «bombas de tiempo » por las calles de las principales ciudades brasileñas.
Para peor, la evaluación del coronavirus desató una tormenta política en el gobierno. Jair Bolsonaro, cada vez más resistido,eligió a un nuevo enemigo: su ministro de Salud, Luis Henrique Mandetta.
El presidente del Brasil dijo que no le va a temblar la lapicera para pedir la «renuncia de los ministros que se crean estrellas del gabinete».
¿Por qué? Mandetta defiende públicamente el aislamiento nacional para frenar la curva de contagios. Bolsonaro, por el contrario, quiere que el Brasil vuelva a producir lo más rápidamente posible, para evitar un caos económico.
Oficialmente, Brasil tiene 11.281 infectados y 487 muertos por coronavirus.