El proyecto de intervención al Poder Judicial de Jujuy tiene de fondo una disputa política que no es entre Gerardo Morales y el presidente Alberto Fernández. Ni siquiera, entre el gobernador jujeño y Cristina Kirchner. El radical Gerardo Morales pugna por el liderazgo opositor y busca su fortalecimiento interno en Jujuy.
El frente oficialista jujeño perdió las elecciones de octubre (Morales obtuvo la reelección adelantando el comicio) y la percepción pública sobre el mandatario, según dicen algunos analistas, no pasa por su mejor momento.
Pero el tema Milagro Sala une a casi toda la sociedad jujeña, algo que no ve del mismo modo la centralidad porteña. La mayoría de los jujeños no quieren que la dirigente social salga en libertad, haya o no motivos jurídicos para su excarcelación.
Hasta comienzos de este año, el caso Milagro Sala no tenía mayores sobresaltos. Pero la difusión periodística de un audio de un juez de la Corte provincial cercano a Morales admitiendo irregularidades y la presentación de este proyecto de intervención convencieron a muchos jujeños de que la posibilidad de que Sala quede libre es muy alta.
Morales, que insiste en público con que el proyecto de intervención es impulsado por Cristina Kirchner, tiene una buena (tal vez muy) relación con Alberto Fernández, que incluso lo necesita de su lado para conseguir apoyo a determinadas iniciativas.
Morales respaldó la designación de Ricardo Alfonsín como embajador en el exterior y tuvo declaraciones con elogios para la flamante administración de Alberto. Hay en el oficialismo quienes sostienen que la defensa de Morales para algunos proyectos es necesaria, por ejemplo, la designación como procurador de Daniel Rafecas. El caso Milagro Sala lo fortalece al radical como opositor -en medio de una batalla que Mauricio Macri, Alfredo Cornejo y otros quieren dar- y en Jujuy le da una herramienta para encolumnar a buena parte de la sociedad detrás de él.
Con el caso Milagro Sala y la posible intervención del Poder Judicial, Morales obtuvo el respaldo de Mario Negri, presidente del interbloque de Juntos por el Cambio, Cristian Ritondo (PRO), Alfredo Cornejo y aliados a Elisa Carrió.
El martes 10 habrá comisión en el Senado para que el peronista Guillermo Snopek, que fue quien lo presentó, exponga sobre su iniciativa. Ese día no habrá dictamen. Y muchos dicen que tal vez nunca llegue al recinto. Snopek es otro que, a través de el pedido de esta intervención, se reposicionó en el escenario político, sobre todo en el jujeño.
En las elecciones pasadas, el peronismo fue dividido. Snopek se peleó con el PJ institucional de la Provincia y con otros posibles aliados y fue solo. Perdió. Ahora resurge. Cerca de Morales sostienen que la intervención es fogoneada por Cristina, que para él estuvo en la redacción de ese proyecto y si bien admiten que tienen buena relación con la Casa Rosada, aseguran que “con Cristina nunca se sabe”.
“Hace unos meses nadie pensaba que Julio de Vido iba a quedar preso”, advierten. Y el Frente de Todos también le sirve argumentos para extender la idea de una intromisión, con la discusión sobre la existencia de presos políticos o detenidos arbitrarios.
El presidente, que estuvo este lunes con Morales, ubicó a Milagro Sala como víctima del Lawfare, es decir, como una perseguida por el aparato político y judicial. Pero es el propio Fernández el que esquiva a la discusión sobre los presos políticos, algo que llegó a generar ruido al menos en las segundas líneas del gobierno.
La suerte de Milagro Sala está en la Corte Suprema más que en el Senado. Y la Corte no tiene plazos. El argumento más fuerte de Sala a su favor es que lleva cuatro años detenida sin condena firme y que su detención se produjo por una causa que no ameritaba prisión. Eso fue incluso observado por la OEA. Pero la intervención del Poder Judicial está mucho más lejos de lo que parece.